La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 23. CROACIA

CROACIA

«Eres el fuego que consume mi ser, la adicción que me hace vivir. Quiero entregarte mi alma en cada suspiro».

Kaia se queda sin aliento al asomarse al balcón de su suite en la Villa Dubrovnik, un hotel de lujo incrustado en los acantilados de St. Jacob. La vista panorámica le quita el aliento. La ciudad antigua de Dubrovnik, con sus murallas rojizas y sus tejados de terracota, se extiende ante ella como un cuadro renacentista. A lo lejos, la isla de Lokrum, cubierta de pinos y olivos, flota en un mar Adriático de un azul intenso.

—Te gusta, ¿verdad? —pregunta Serkan, con una sonrisa en sus labios. De pie, tras ella, la abraza por la cintura.

—Es hermoso —susurra Kaia, deleitada—. Es como estar en un sueño.

Desde el primer momento en que decidió ir a buscarla a Atenas, Serkan sabía que ese era el lugar a donde quería llevársela. Kaia le mencionó aquella noche en la plaza Monastiráki que Croacia era un lugar que deseaba conocer y, por alguna razón que él aún no logra comprender del todo, solo quiere complacerla, hacerla feliz, poner el mundo a sus pies.

Tiene muchos asuntos pendientes y urgentes que atender en la oficina, algunos no podían ser solucionados de inmediato, pero se las arregló para organizar todo de tal manera que pueda atenderlos a distancia desde su laptop, y que solo le tome un par de horas al día. El resto del tiempo lo comparte con aquella maravillosa mujer que día a día lo enloquece más y más.

Además, la quiere solo para él. No quería dejarla sola en su apartamento mientras él seguía con su rutina diaria de reuniones de trabajo y alto nivel de estrés laboral, para luego cenar con ella en algún restaurante, o en la ópera, como había acostumbrado a hacer con Agatha y sus predecesoras a lo largo de los años.

No, con Kaia es diferente. Él la quiere permanentemente a su lado, en su cama.

Había pensado que ella estaba prohibida para él, así que, ahora que ya no es así, no la va a perder, ni la va a descuidar. Aprovechará cada minuto a su lado. Así que merecía la pena volver locos a su asistente personal y a sus directivos al anunciarles su ausencia.

Hace mucho tiempo que no se toma unas vacaciones y, bueno, este es el momento perfecto para hacerlo, junto a la mujer que ahora es suya. Recuerda a Corban y se pregunta si debe ponerse en contacto con él para descubrir por qué Kaia y él terminaron su relación.

Pero aparta ese pensamiento de su mente. No importa lo que hubiese ocurrido entre ellos, todo lo que importa es que Kaia ya no está atada a su hermano y que ahora es libre para estar con él.

Se convence cada vez más de que Kaia no estuvo enamorada de Corban. Es imposible, ya que no parece tener roto el corazón ni nada parecido. Además, se entregó a él por primera vez, no a su hermano, y eso, para él, es una evidencia contundente. Si no hubiera sabido qué había estado con Corban, quizá jamás habría sospechado que en la vida de ella hubo otro hombre recientemente.

Las apariencias han sido engañosas respecto a Kaia, nadie lo sabe mejor que él. Cuando la vio por primera vez, pensó que era una cazafortunas. Pero ¡cuán equivocado estaba! Aquella vulgar apariencia de ella solo era una máscara, un disfraz necesario para su trabajo. Además, estuvo dispuesta a perder su empleo antes de hacer algo que fuera en contra de su ética personal. Lo que, de nuevo, es un punto a su favor.

Y, la prueba reina: lo rechazó cuando intentó seducirla debido al compromiso que tenía con Corban. Eso fue lo que borró toda sospecha y recelo que tenía hacia ella, el hecho de haberse resistido a él, por su hermano.

Entonces, se pregunta si, por eso, está apartándola adrede del resto del mundo. Reconoce que sí. La quiere solamente para él, anhela toda la atención de aquella mujer en exclusiva.

Dos semanas después de ir por ella a Atenas, están allí. En Croacia.

Han visitado Split, Zagreb, Dalmacia y los Lagos de Plitvice, el sitio favorito de Kaia hasta el momento. Se maravilló al contemplar cómo el agua fluía en las cascadas turquesas, formando lagos cristalinos. Para ella fue sublime caminar tomados de la mano por los senderos, admirando los árboles que se inclinaban sobre el agua, creando reflejos increíbles.

En Dubrovnik pasearon por las calles empedradas del casco antiguo, perdiéndose en laberintos de callejones estrechos. Subieron a las murallas de la ciudad, desde donde contemplaron una puesta de sol inolvidable.

—¿Recuerdas que te conté que Canción de Hielo y Fuego es mi saga de libros favorita? —pregunta Kaia contemplando las antiguas fortificaciones, con el viento acariciándole el rostro y el sonido de las olas rompiendo contra las rocas.

—Sí —asiente él—. Lo recuerdo.

—Bueno, aquí en Dubrovnik filmaron algunas escenas de la serie Juego de Tronos —cuenta entusiasmada.

—Sí, fueron las locaciones de King’s Landing.

—¡Sí! —exclama Kaia, fascinada—. Quería conocer personalmente la ciudad amurallada con sus tejados de terracota escalonados, sus palacios renacentistas y sus iglesias barrocas.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

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