La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 24. SOLO UNA AVENTURA

SOLO UNA AVENTURA

"Tus ojos son dos estrellas que me guían en la oscuridad. Déjame navegar en tu mirada y descubrir los secretos de tu alma".

El día comienza a desvanecerse, dando paso al atardecer. La brisa marina, suave y acariciante, lleva consigo el aroma salino del mar. El sol se despide con una paleta de colores intensos. Sus rayos dorados se reflejan en las aguas cristalinas del Adriático, creando un camino luminoso hasta el horizonte, donde los barcos se convierten en siluetas oscuras que contrastan con la luminosidad del atardecer.

Las nubes, como pinceladas de algodón dulce, se tiñen de rosa y naranja, mientras las murallas de la ciudad antigua se recortan contra el crepúsculo. El ambiente es sereno, roto solo por el suave murmullo de las olas y el canto de las gaviotas que dibujan elegantes espirales en el cielo.

—Nunca había visto algo igual —exclama Kaia, maravillada—. Es impresionante.

—Lo es —coincide Serkan.

—Me siento como en un cuento de hadas —dice con una dulce sonrisa. Mira a Serkan—. Eso quiere decir que tú eres mi príncipe encantador —bromea con los ojos llenos de brillo.

—Y tú eres mi damisela en apuros —responde él, con la mirada resplandeciente.

—¿Me protegerás del malvado dragón?

—Le partiré el cuello con mis propias manos, le arrancaré la cabeza y la pondré como trofeo en mi estudio.

—Eso, definitivamente, es lo más romántico que he escuchado en toda mi vida.

Kaia sonríe divertida y rodea con sus brazos el cuello de Serkan. Se acercan y él une sus labios en un beso suave y profundo, mientras piensa que, aunque haya sido una broma, acabaría y destruiría a quienquiera que intentara hacerle daño.

—¿Por qué te gusta tanto Croacia? —pregunta Serkan cuando reanudan su caminata—. No me digas que solo por Juego de Tronos.

Kaia emite una pequeña risa divertida.

—Claro que no —responde.

—¿Entonces? —la mira, interesado.

—Mi tío… —Se detiene y traga con un poco de dificultad—. El hermano de mi padre… él me hablaba mucho de este país —guarda silencio un momento, mirando la majestuosa extensión del mar—. Viaja mucho por trabajo, pero aquí es donde mejor se siente —sonríe nostálgica—. Cuando me visitaba, siempre me traía un recuerdo —su mirada se humedece un poco—. Eran cosas muy sencillas: alguna artesanía, un objeto tallado en madera, una pulsera de hilo, un cuadro de algún artista callejero. Incluso, una vez me trajo una pequeña servilleta de encaje de aguja, según él, famosa por su delicadeza y complejidad, y enseguida me contaba toda la historia del regalo —sonríe nuevamente y limpia una lágrima de su mejilla—. Me decía: “Cuando pasé por ese lugar, me acordé de ti, mi pequeña Atenea”. Me llamaba así en honor a la diosa griega —sonríe con melancolía—. Siempre repetía que yo era muy inteligente y curiosa, y eso le agradaba. —Deja de hablar y baja la mirada, un doloroso nudo en la garganta no la deja continuar.

Serkan siente una fuerte opresión en su pecho al escuchar su relato.

—Es una muy buena razón —dice él, conmovido.

Kaia lo abraza, cierra los ojos y permanecen abrazados por largo rato, en silencio.

Es extraño oír a Kaia hablar de su familia. En realidad, ella nunca lo hace. Él tampoco, por razones obvias. Se pregunta entonces dónde estará la familia de ella, pero, de hecho, en esos momentos, no desea pensar en las familias, ni en la de ella ni en la suya.

No quiere pensar en la existencia de ella en otra parte, que no sea allí en Croacia, o la relación que tuvo con su hermano. Desea olvidarse de todo aquello. Solamente quiere que esté allí, con él, aislada del resto del mundo, en un país lejano donde puede tenerla solo para él.

Pero, aunque lo anhela, no pueden permanecer allí para siempre. Ya han pasado dos semanas y no puede seguir retrasando su regreso a sus obligaciones. A diario recibe correos electrónicos de su desesperado asistente personal y de otros directivos, pidiéndole, palabras más, palabras menos, que vuelva a centrar su atención en los casinos.

La irritación y el enfado se apoderan de él. No quiere pensar en los Casinos Makris. No quiere tener que regresar a Londres, ni tomar decisiones, ni asistir a reuniones. No desea que su trabajo lo consuma. Por lo menos, no en aquel momento. Tampoco quiere enfrentarse a Corban.

Pero, tiene que hacerlo y debe tomar decisiones. Es inevitable. Decisiones que cambiarán el rumbo de su vida. Y Kaia está en cada una de ellas. La abraza con más fuerza, la acurruca entre sus brazos. Cada vez que lo hace, siente un gran placer. Podría estar abrazándola durante horas. Hay tanta serenidad en todo aquello… tanta paz, que…

Se queda sin aliento.

Algo se mueve dentro de él. Es algo que no reconoce, pero que puede sentir como una presencia imponente. Se pregunta qué es y su mente de inmediato le envía la respuesta:



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#2 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

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