La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 26. CIELOS ROTOS

CIELOS ROTOS

«Somos olas que chocaron con demasiada fuerza, dejando a nuestro paso una estela de dolor».

Desde el balcón de la suite, Kaia contempla el océano, que se extiende sin fin ante ella. La superficie turquesa brilla bajo los rayos del sol, fusionándose con el horizonte.

—Serkan, ¿qué ocurre? —pregunta Kaia una vez más.

El frío que emana de Serkan se extiende por todo el lugar, transformando la brisa marina en un soplo helado.

—Hay un auto esperando en la entrada del hotel; te llevará al aeropuerto —Serkan, finalmente rompe el silencio, su voz es dura y afilada como el acero. Saca un boleto de avión del bolsillo de su saco y lo coloca sobre la mesa con indiferencia—. Ya tienes lista la reserva para Atenas. Viajarás hoy mismo.

Kaia frunce el ceño, desconcertada, cada palabra de Serkan cae pesada como una piedra.

—¿Atenas? ¿Hoy? Pero yo pensaba… —Kaia deja la frase a medias, sintiendo un vacío profundo dentro de ella.

¿Por qué la despide así, sin una explicación?

—¿Qué pensaste? —pregunta él con cinismo, levanta una ceja y muestra una expresión de desdén.

Agarra su taza de café y toma un sorbo. Deja la taza sobre el pequeño plato de cerámica y mira a Kaia, sus ojos muestran una marcada indolencia.

—¿Quieres que te diga lo que pensaste? —se recuesta en la silla y cruza los brazos—. Está claro que, durante todo este maldito tiempo, pensaste que podías jugar conmigo. —Cruza las piernas y ella puede sentir el desprecio en cada sílaba.

«Qué bien ha jugado su juego», piensa Serkan con el pecho dolido. «De hecho, lo hizo estupendamente». «Me engañó por completo».

Kaia abre la boca para negar lo que él insinúa, pero no logra articular palabra. La dureza en la mirada de Serkan la paraliza.

La furia que lo consume es evidente, dirigida no solo hacia Kaia, sino también hacia sí mismo por haber sido tan estúpido, tan ingenuo. Sin embargo, intenta controlarla, sabe que, si la deja crecer, lo devorará por completo. Y no va a permitir que eso ocurra. No dará a esa mujer la satisfacción de verlo destrozado.

Únicamente hay una manera de terminar con todo eso de una vez por todas y es ejerciendo control preciso y absoluto.

La observa sin ninguna emoción. La cara de Kaia refleja confusión. Sus preciosos y brillantes ojos que miraron a los suyos con tanta dulzura, tan llenos de pasión, tan ardientemente…

«¡No!». Serkan corta de raíz esos absurdos pensamientos. No permitirá que la pasión que ella aún despierta en él lo haga flaquear. Está convencido de que esa confusión que ella muestra es parte de su juego.

—Serkan… no comprendo. No entiendo lo que estás diciendo —logra decir Kaia—. Por favor, dime, ¿por qué me dices esas cosas?

La voz de ella es tensa, reflejo de la ansiedad que siente, pero para Serkan es una actuación, ella solo está tratando de mostrar las emociones adecuadas para el momento. Así como fingió que era solo suya, que él solo…

«¡No!».

—¿Qué es lo que no comprendes? —replica Serkan con ironía—. Vas a regresar a Atenas, justo como lo deseas tan fervientemente, porque eso es lo que quieres, ¿no es así? Necesitas volver a tu lamentable apartamento, del cual estás tan desesperada por salir que por eso estás dispuesta a casarte con un hombre adinerado.

Observa cómo la expresión de confusión en el rostro de Kaia se acentúa. Ella intenta decir algo, pero él no se lo permite.

—¿Crees que soy estúpido? —continúa, con una amarga sonrisa que no llega a sus ojos—. ¿Crees que no escuché lo que decías? Ya está todo planeado, ¿cierto? —dice con el sarcasmo acentuado en su tono—. Corban te ha propuesto matrimonio y es «tan maravilloso que no lo puedes creer» y «lo querrás para siempre con toda tu alma». ¿No fue eso lo que dijiste?

Kaia comienza a entender.

—Serkan —se apresura a decir—. No es lo que piensas. Puedo aclararlo todo. Lo que escuchaste tiene una explicación. —Lo mira ansiosa.

Él esboza una sonrisita cínica que le hiela la sangre a Kaia.

—Por supuesto que sí —concede con mordacidad—. Seguro que tienes una explicación muy buena y convincente. Y puedo jurar que también será muy conmovedora —apoya el antebrazo en la mesa y se inclina un poco hacia ella—. ¿Qué me vas a decir? ¿Qué Corban es un viejo amigo al que quieres mucho, pero que él se ha ilusionado contigo y tú no quieres herir sus sentimientos? O, no, espera. ¿Quizá me dirás que no está enamorado de ti, sino de una amiga tuya o una familiar cercana, y tú los estás apoyando? —sonríe con desprecio y se recuesta en la silla—. Podrías inventar mil excusas, Kaia. Me encantaría escuchar cada una de tus mentiras, pero ya perdí demasiado tiempo contigo. Tengo una agenda atrasada que atender, y yo sí me gano la vida trabajando honestamente.

Kaia no puede articular palabra. No puede decir nada. Solo lo mira con el horror y el desconcierto reflejados en los ojos.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

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