La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 27. ESTO NO LO DESTRUIRÁS

ESTO NO LO DESTRUIRÁS

«No te fíes de las apariencias. La verdad está oculta entre las sombras».

Kaia respira hondo, deja que el aire del gimnasio, fresco y limpio, llene sus pulmones y expanda su pecho. La calma del ambiente contrasta con el torbellino de emociones que se agita dentro de ella. Cierra los ojos, buscando refugio en la oscuridad interior. Las suaves telas de kiana, que se han convertido en su refugio, se entrelazan en sus manos, ofreciéndole un escape momentáneo.

Con un suave impulso, se eleva del suelo y, en un instante, deja atrás las preocupaciones y penas que la atormentan. El mundo se difumina a su alrededor, convirtiéndose en una masa de colores y formas borrosas. En ese momento, solo existen ella y las telas, en una danza armoniosa y liberadora.

Sus pies se enganchan en la tela, formando una envoltura protectora mientras gira y escala, desafiando a la gravedad. La música, con una melodía melancólica, que conecta profundamente con su estado de ánimo, acompaña cada uno de sus movimientos.

La sensación de ingravidez la embriaga; es todo lo que necesita para alejar los pensamientos dolorosos que insisten en reaparecer. Sube más y más alto, hasta casi rozar el techo del enorme gimnasio. La tela se convierte en una extensión de su cuerpo, y siente como si el mundo, diminuto e insignificante, se despliega a sus pies.

En esos momentos, se siente poderosa, invencible, como si pudiera volar.

Después de unos rápidos giros, comienza a descender con la suavidad de una pluma que cae del cielo. La tela la envuelve en un abrazo cálido que amortigua su aterrizaje. Permanece inmóvil por unos instantes, respirando profundamente, permitiendo que la serenidad se asiente en su interior.

Repite esta misma secuencia unas cuantas veces más. La rutina exige toda su concentración, y es algo que ella agradece muchísimo, pues le permite mantener la mente ocupada; y es esencial que no deje que sus pensamientos vaguen.

Un rato después, desenrolla las telas lentamente de su cuerpo. Sus músculos están un poco doloridos, pero su espíritu se siente renovado. Toma un sorbo de agua de su botella, disfrutando de cómo el líquido fresco calma su sed después de la intensa sesión.

Mira alrededor del gimnasio, y una sonrisa se dibuja en su rostro. El lugar es tal y como Corban se lo había descrito: un espacio inmenso y elegante, con acabados que reflejan la luz natural que entra por las enormes ventanas. Las paredes, cubiertas con espejos, aumentan la sensación de amplitud. Los aparatos para practicar danza aérea están dispuestos con precisión: las telas de kiana de colores vibrantes, listas para ser usadas, y las lyra, esas enormes argollas metálicas, que cuelgan en filas perfectamente alineadas, suspendidas en el aire como halos etéreos.

Kaia respira profundamente, siente cómo la emoción late en su pecho, envolviéndola con ilusión. Corban y Ghania lograron convencerla, y ha vuelto a entrenar. Ahora prepara su cuerpo y su mente para el próximo campeonato internacional de danza aérea.

Se acerca a la pared de espejos y se observa. Ve a una mujer que ha pasado por el fuego y ha salido marcada, pero no destruida. Una mujer que, a pesar de todo, sigue adelante, y que sabe que rendirse no es una opción.

Día a día, se concentra en sus labores: en ese gimnasio que ahora dirige, en la comida sana que ahora debe consumir, en la limpieza de su nuevo apartamento, en las conversaciones con su hermana, la lectura en sus horas de desvelo, incluso en la calle por la que camina. Cada actividad absorbe por completo su atención, impidiéndole pensar otra cosa.

En absolutamente nada más.

Porque, si cede por un segundo y su mente se queda en blanco, los recuerdos llegan. Irrumpen los momentos vividos, los sueños que son más falsos que la propia realidad. Tan falsos como lo fue Serkan Makris.

El nombre mismo es un cuchillo en su alma. Él era todo lo que ella había soñado, todo lo que había creído real: Su sonrisa encantadora, sus dulces palabras susurradas en aquellas noches en Croacia. Kaia llegó incluso a dejar a un lado sus miedos, a romper sus propios preceptos y contemplar, por primera vez, después de muchos dolorosos años, la posibilidad de confiar y de amar… amar de verdad.

Pero todo era una fachada, una mentira cuidadosamente construida. Su mundo, que por fin comenzaba a iluminarse, se desplomó en un abismo de desilusión.

Han pasado dos meses desde que regresó de Croacia, dos meses en los que ha aprendido a vivir con el dolor taciturno que Serkan dejó en su corazón. Se mira una vez más al espejo y, aunque la amargura y el dolor amenazan con consumirla, se mantiene erguida.

Las palabras de Serkan resuenan en su mente como un eco lejano, pero no han logrado romperla y no lo harán. Su corazón, aunque herido y destrozado, aún late con fuerza. Serkan no consiguió derrumbarla del todo, y esa es su pequeña victoria. Al contrario, le dio más razones para luchar, para no confiar en palabras vanas, para ser más cuidadosa y mucho más selectiva.

Serkan la engañó desde el principio, acercándose a ella con el único propósito de seducirla, para luego exponerla ante Corban. Kaia piensa,con ironía, en lo terriblemente equivocado que Serkan está.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

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