Opiniones desiguales
Farid se quedó en silencio alrededor de un minuto, luego inspiró profundamente antes de decir con sumo cuidado. —No voy a exponer a mi colegio a un escarnio colectivo simplemente porque le estoy haciendo un favor a una amiga. Diles que estoy ocupado, en otro momento hablaremos, espero para entonces tengan noticias relacionadas con el desempeño de sus hijos en las actividades y no ávido interés acerca de quien comparte mi… espacio. —Sus palabras duras, tajantes estremecieron un poco a Sera.
Sin embargo, no pudo evitar decir. —Quizás tienen recelos porque no tengo poderes —se encogió de hombros ganándose una mirada del hombre—, quiero decir, ¿no tendrías tú reservas si tu hijo se codea con alguna desconocida en todos los aspectos? En lo que a ellos respecta podría ser una asesina o una engatusadora que busca utilizar a los jóvenes para mis objetivos egoístas.
Mildred soltó algo parecido a una risa ahogada, el rubio se cruzó de brazos como si sus palabras de alguna manera hubieran llamado su atención. —¿Y quién soy, entonces? ¿El incauto que se deja engañar por la malévola humana? Saben lo mucho que me importa este colegio y sus asistentes, saben también de mis capacidades para protegerlos ante cualquier peligro, desde que soy un niño he cuidado de este colegio, mis padres me enseñaron bien, pero sobre todo yo no descuido mis responsabilidades por muy… tentadoras que sean las distracciones.
—¿Acabas de asumirme como distracción? Entonces es normal que estén preocupados, si llegas a toparte con ellos por favor no les digas eso, será mi fin.
—Aunque el director tiene razón en algo: no podemos poner de escenario el colegio para ventilar las intimidades de su directiva, sí debemos hacer para detener los rumores que seguramente se están gestando. Sera, muchacha, hay algunas criaturas tradicionales aquí, una joven sola viviendo con un hombre soltero no da buena impresión, aunque ustedes estén muy acostumbrados a ese tipo de situaciones en su mundo —intentó apaciguar Mildred.
Él que bien sabía la exageración en las palabras del hada quiso aclarar. —Son unas entrometidas y casamenteras, lo único que quieren saber es si estoy disponible para alguna amiga o familiar, de resto no les importa lo que tenga que ver con el colegio. Mildred, no la engañes, uno de nuestros profesores tiene tres amantes y a nadie jamás le ha importado.
Sera jadeó. —¿Eso se puede en el reino?
Farid sonrió. —Y en diversas partes de tu mundo, no somos aquí tan creyentes ni dependientes del matrimonio y sus estructuras. Él no está casado con ninguna, pero todas ellas saben de la existencia de la otra, simplemente continúa dando clases porque nadie prepara mejores pócimas que él.
Mildred chasqueó la lengua. —No la asustes, director.
El hombre suspiró para luego señalar a su ama de llaves. —Ella es una de esas criaturas con pensamientos “tradicionales”, y por lo que veo está interesada en resguardar tu reputación, Sera. Está bien, tendremos esa reunión, pero no podrá ser el día de hoy. Dejaré a todos en claro que eres simplemente una amiga.
La anciana chasqueó la lengua. —Es la desventaja de ser el soltero más cotizado del momento. Además, nunca se sabe, quizás no quieren llevar sus intenciones casaderas hacia usted sino más bien —miró a la castaña sonriendo —, ni siquiera el regreso del príncipe Darek ha logrado eliminar por completo el interés en nuestra invitada. ¿No cree que podría significar algo? ¿Hay alguien esperándote en tu mundo, muchacha?
El silencio cayó con fuerza en la estancia mientras Sera intentaba registrar lo que estaba ocurriendo, entendía el plan de la anciana, en serio, ella estaba poniendo su granito de arena para avivar el interés de Farid con esos comentarios, pero ¿era de verdad eso correcto?
El rubio carraspeó recibiendo una mirada turbada por parte de la joven. —¿Y bien? ¿Alguien te espera? —cuestionó.
—No.
—¿No?
Tanto el director como el ama de llaves parecieron no creer enteramente en su respuesta. Lo más absurdo de la situación es que fue absolutamente sincera aunque atropelló las palabras, Sera había pasado por demasiados problemas en su mundo como para siquiera pensar en tener a alguien.
—Ya lo dije. —Apretó los labios.
—Entonces, ¿para cuándo queda la reunión con las madres?
—Mañana puede ser, sinceramente no puedo comprometerme mientras el presidente esté tan alterado. Vine para descansar un poco, pero en la tarde debo volver a las reuniones. —Se pasó una mano por la nuca como si intentara relajar la tensión que allí se almacenaba. —La corona sigue desaparecida y el príncipe parece dispuesto a salir de su autoimpuesto exilio, los ministerios están algo alterados por ello.
—No ha hecho nada para activar las alertas, todos los sabemos —dijo Mildred rápidamente ganándose una mirada fija de su jefe—. Anoche fue una nevada maravillosa, nunca antes vista, por primera vez en una década se formó la pista y…
—Su sola presencia amenaza al gobierno y la democracia, según el presidente —la cortó el director—. No voy a debatir de esto contigo, Mildred. Ya he hablado demasiado del hombre desde anoche y estoy agotado. Voy a descansar un poco.
Pasó al lado de Sera extendiendo su mano para apretar suavemente uno de los codos de ella e irse directamente hasta lo que seguramente era su habitación.
Editado: 18.02.2025