Discusiones
Las horas transcurrieron lentamente para Sera quien no dejaba de dar vueltas de un lado a otro con preocupación, Farid le prometió que hablaría con el presidente apenas Mildred despertara, no sabía en realidad qué tanta influencia podría tener para convencer al hombre, pero esperaba internamente que fuera mucha. Se ofreció a vigilar a la anciana mientras tanto. La magia era impresionante; horas antes, cuando había visto a la mujer sus brazos tenían marcas y su expresión dormida denotaba dolor, con los minutos fue cambiando a una más plácida. A las nueve de la mañana abrió los ojos con esfuerzo, ella le ayudó a sentarse para ofrecerle un poco de agua y pan tostado.
—¿Recuerdas algo?
—Fui a buscar un poco de agua, entonces vi la cesta y me llamó la atención el olor… puedo reconocer la alteración de una pócima, no es algo sencillo de saber, pero he vivido con suficientes hechiceros para notarlo. Me puse nerviosa y justo cuando se la iba a llevar al director, explotó —Hizo una mueca—. Ya estaba abierta.
—Comí de esas galletas. Mi cuerpo dejó de obedecer a mi mente y me llevó hasta las sirenas, salté del risco, fue terrible. Pero el príncipe me salvó, ahora está en problemas porque Fausto lo está culpando. Farid estuvo al pendiente de ti toda la noche, pero ahora fue a verificar si podía hacer algo por Darek.
Mildred parpadeó. —Una noche muy larga por lo que veo.
—Y que lo digas.
—Espera, ¿fue a ayudar al príncipe? Eso sí es extraño, aunque claro, no fue el culpable. ¿Qué ganaría él haciéndote daño? Es absurdo, no desconoce el aprecio que todos le tienen al director y sería un idiota si intenta algo en su contra. —Entrecerró los ojos. —¿Por qué el director ayudaría al príncipe?
La joven suspiró. —Se lo pedí. Darek me salvó de las sirenas, no fue sencillo, realmente ella deseaba comerme. No podía simplemente quedarme aquí mientras él era señalado, tú me entiendes, ¿verdad?
La mujer alzó las cejas. —Aunque tus intenciones son nobles… ¿crees que al director le agrade esa férrea defensa a su némesis? Finalmente eres su protegida.
—No se trata de eso, Mildred. Le iban a llevar a la Torre del Castigo, estuvo la última vez allí, si hubieras visto su expresión… debí hacer más y solo…
—Nadie nunca antes piso la casa del príncipe —murmuró pensativa—, no deja acercarse a alguien lo suficiente. Seguramente por las circunstancias, ante todo el hombre es un caballero. ¿Estás preocupada por él?
Sera asintió. —¿Crees que Farid puede hacer algo?
La anciana sonrió. —Puede y mucho. ¿Por qué no vas a su casa y esperas? —Sera parpadeó no entendiendo su recomendación. —Si cuando se fue tenía una expresión frustrada imagínate cómo estará cuando regrese. Él está solo, muchacha. No me incumbe, pero una de las maneras en la cual puedes devolverle el favor es estar allí. ¿No lo crees?
—No sé si es buena idea dejarte sola.
—No te preocupes, yo estaré bien. Las cosas se pondrán más tensas a partir de ahora. Ve ya porque no sabemos lo próximo a suceder, seguramente se encerrará de nuevo o peor, querrá atacar porque como tú deducirá de esta situación como si fuera premeditada. Debes convencerle que el director no tuvo nada que ver, ¿de acuerdo? Por mucho que me preocupe el príncipe, mi Farid me preocupa más, ¿soy mala por eso?
Darek no tenía a nadie más, eso era evidente.
Pero ella podía entender el concepto de la lealtad. —No lo eres, Mildred.
Después de unas horas y volver su paso dentro del bosque dos veces, pudo hallar la cabaña donde el príncipe la había llevado la noche anterior; aún con la claridad del día lograba camuflarse entre los antiguos sauces. Sera tocó por varios minutos pero absolutamente nadie salió, por lo cual supuso que el príncipe aún seguía en la Torre del Castigo. No había deseado preguntar la dirección del lugar porque no quería encontrarse con Farid y crear una situación tensa.
Se sentó en la entrada a esperar sintiéndose tremendamente mal por haberle hecho aquella pregunta a Darek, recordar la forma en la cual sus ojos parecieron heridos le estuvo torturando todas esas horas. Aunque, su pregunta pudo ser válida debido a las circunstancias no dejó de ser cruel e irritante.
Un maullido distrajo a la castaña de sus pensamientos, enfocó su vista para ubicar a Gato, el felino caminaba hacia su dirección con paso ligero, detrás de él pudo divisar a un hombre caminando muy, muy lento. Sus pies avanzaron rápidamente hasta el príncipe, ¿qué rayos? Su rostro estaba magullado y había sangre corriendo de su labio inferior.
Ella lo alcanzó y él se apartó sorprendido porque realmente no se había dado cuenta de su presencia, los rasgos del hombre se endurecieron al instante.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó.
—¿Por qué estás así?
Quería ayudarle, pero realmente no sabía si tocarlo. Buen Dios, le habían dado una verdadera paliza. Sera se decidió a tomarlo del brazo derecho para que se apoyara en ella, supo exactamente el momento en que él quiso apartarse, sin embargo, no lo hizo, seguramente por el dolor. —¿Quién te hizo eso?
—Fausto está un poco frustrado y quiso desahogarse. De todos yo siempre he sido su costal favorito. —Hizo una mueca cuando se acercaron más a la cabaña. La puerta se abrió automáticamente al notar la presencia de su amo y juntos ingresaron, se dirigieron a la cocina y él la soltó para sentarse en una de las sillas. —No me gusta repetirme, Seraphina.
Editado: 18.02.2025