La protegida del director

CAPÍTULO 11

Cita inesperada

Después de ser autorizada para ingresar a la oficina del director Sera asomó la cabeza por la puerta con una amplia sonrisa, en sus manos llevaba una cesta llena de frutas y comida. Farid alzó la vista para enfocarla en ella dejando a un lado los papeles que tan minuciosamente estuvo revisando, correspondió el gesto de la castaña y esperó hasta tenerla frente al escritorio para hablar.

—Creí que estabas descansando. ¿Qué tienes allí, una canasta? Pensé que les tendrías algo de… recelo después de lo sucedido en el risco hace un mes, por cierto.

—La armé yo misma para no llevarme ningún tipo de sorpresa, quería pedirte que me acompañaras al parque o algún lugar que creas conveniente para tener un picnic, para todos fue una larga noche, no sólo para mí. También invité a Mildred pero se negó en redondo, espero tú no hagas lo mismo. —En cuanto se acercó más al escritorio pudo notar como los libros se cerraban de golpe y ante sus ojos las palabras escritas en hojas se desvanecían, Sera alzó las cejas porque no se imaginaba algo así.

Farid se puso de pie. —Lo lamento, todo en esta habitación está encantado, normalmente lo que se maneja aquí es confidencial, es por ello que ante otra persona todo suele… ocultarse. Claro que te acompañaré —En pocos pasos estuvo frente a ella para tomar el asa de la canasta en sus propias manos. —. ¿Nos vamos?

Ambos emprendieron camino hasta la salida siendo saludados por las gárgolas y algunos de los estudiantes de paso. Le permitió a él dirigir la vía porque realmente no sabía en dónde era el mejor lugar para comer. No hablaron mucho en el trayecto, cuando por fin se detuvieron en el parque bastante parecido al que ella vio durante toda la vida, su corazón se llenó de nostalgia.

—¿Por qué es la copia exacta? —indagó.

El hombre no fingió desconocer la pregunta. —Es un misterio para todos, la verdad. ¿Aquí está bien?

Extrajo de la canasta una larga manta para extenderla por el suelo y se sentaron frente al otro, a él no le importó en absoluto llenar de tierra su traje azul, ella por su parte estaba bastante cómoda con un vestido de flores que la modista le había enviado luego de su tortura para el baile. Al menos ese no tenía corsé.

—¿No hace un día espléndido?

—Sí, muy bonito. —Rebuscó en la cesta para encontrar un envase lleno de uvas, jugo, también había emparedados, torta de chocolate y más frutas, pero ellos prefirieron empezar por las uvas.

Sera sirvió el líquido para luego tenderle una copa al hombre. —No sabía si sacarte del trabajo, pero estos días han sido tremendamente ocupados para ti, mereces aunque sea veinte minutos de descanso. Además, deseaba agradecerte.

Las cejas rubias de él se alzaron. —¿Por qué específicamente?

—Ayudaste al príncipe. Sé de sobra que no era tu responsabilidad y aun así lo hiciste porque te lo pedí. No se me olvidará en la vida. Muchas gracias, Farid.

Tomó un sorbo de su bebida. —No fue sencillo, Fausto estaba más que dispuesto a encerrarlo de nuevo pero le convencí, no es una idea inteligente meterse con él cuando ha estuvo tan tranquilo. ¿Has escuchado que el miedo suele ser un pésimo consejero? Pues así está sucediendo, el presidente está perdiendo el control y yo debo ayudarle a mantenerlo. Además, te salvó cuando yo no lo hice —Hizo una mueca. —. No deberías estar aquí agradeciéndomelo cuando no pude ayudarte.

Sera extendió una de sus manos para apoyarla encima de la de él. —Olvídalo, Farid. No lo tomo en cuenta porque tu responsabilidad era con Mildred, en ese momento ella te necesitaba mucho más que yo.

—Debiste estar aterrada —Negó con la cabeza. —Ni siquiera me gusta acercarme a ese risco. No me agradan las sirenas para nada, pensar en que tú estuvieras allí…

A la mente de Sera volvieron los recuerdos acerca de cómo Darek se sumergió, cuando sus brazos le acunaron con delicadeza y protección, se podía decir muchas cosas del príncipe, pero tenía el corazón suficiente para salvarla y la autoridad para enfrentarse a las sirenas. Recordó la forma en la cual le abrazó con fuerza, la sorpresa de él ante el gesto, sus brazos llevándola hasta su lugar seguro e inclusive de la manera en la cual la defendió ante el presidente. Dio la cara por ella más que por sí mismo.

Es mi dama intocable.

Había transcurrido un mes de ese acontecimiento, un mes de no haber visto al príncipe y eso que visitó varias veces el risco. Gato, por otra parte la visitaba mucho.

—No pienses más en eso. Yo no lo hago. —Soltó su mano para comer otra uva. —Estoy muy agradecida con él, eso también espero que lo sepas.

—¿Por eso pasaste aquella mañana en su casa? —No la observaba, parecía demasiado ocupado mirando el líquido bailar de un lado a otro. —No quise parecer invasivo entonces y entiendo completamente tu agradecimiento. No obstante, es mi deber recordarte lo peligroso que es quedarte a su lado. Sobre todo ahora.

—¿A qué te refieres?

Él apretó los labios. —Dos hechiceros, un gnomo y un elfo cuya preferencia se inclina hacia la vuelta de Darek al trono desaparecieron misteriosamente, según sus familias. Denunciaron los casos al ministerio de seguridad, sin embargo…

Sera se tensó. —No los están buscando, ¿no es así?



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En el texto hay: amor, venganza, realeza

Editado: 18.02.2025

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