El dolor escociendo mi piel, mis débiles brazos ya no soportan mucho mas. Tengo los dedos entumecidos y las piernas me fallan. El viento que sopla es arrasador, mueve mi cabello con furia haciendo que me sea imposible de ver mis posibilidades de escapar de esto, que al parecer son nulas. Las lagrimas amenazan con salir, nublando mi vista. No se como llegue a la cornisa del edificio, ni como termine colgada de esta aferrándome a mis ganas de vivir. Trato con todas mis fuerzas de subir mi antebrazo al filo para apoyarme pero ni si quiera logro elevarme un mísero centímetro.
Veo con anhelo el mar espeso que es el cielo lleno de estrellas, siempre he creído que había una parte de ellas en mi, en todos nosotros y que al morir regresábamos como una, viajando y ardiendo por todo el universo. Si voy a morir, entonces qué mejor manera que apreciándolas. Pero mi vista de ellas es opacada por una sombra negra murmurando algo inentendible.
El terror se apodera de todo mi cuerpo cuando de la espalda le brotan dos guturales alas de murciélago alzándose en vuelo como si fuera el dueño del cielo. Siento como mi alma se esfuma en el preciso segundo que el ser extraño jala mi camisa despegando mi cuerpo de la cornisa y lanzándome al vacío.
La fuerza en la que me desplomo empieza a quebrarme algunos huesos de la columna junto a mis esperanzas de vivir. De mis ojos escapan gotas saladas, pero aun así puedo ver las estrellas brillantes y tan lejanas. Estiro mi brazo con ansias de tocarlas hasta que mi mente me falla, una estrella parece estarse saliendo de su lugar avanzando con destino a la ciudad, pero no es un delirio, de verdad esta viajando a una velocidad cosmica en mi dirección dejando una estela de luz azul a su paso, echando chispas plateadas.
Si pensaba que las cosas no podían ponerse peor me equivoque. Un calor abrazador quema mi cuerpo a medida que se aproxima.
Al momento que me atravesó el pecho como una lanza de acero lo haría, un fuego inicio en mi corazón extendiéndose por todo mi ser consumiendo cada parte, miles de agujas atravesando mi corazón y como se comprimen los pulmones sin aire, grito con las pocas fuerzas que me quedan.
Y despierto.