La reina de la tierra-Primer libro- (editado) 2ª vez

Capítulo 27 (EDITADO)

Estaba cabreada. Me había ido del entrenamiento por una discusión que había tenido con Aston. Tuve que aguantar sus comentarios malintencionados. Aguanté por compromiso, porque todas esas personas se habían molestado en ayudarme, pero llegué a un punto en el que me estresé.

 Había aguantado una semana. El lobo al parecer me detestaba. A pesar de que creía que nos podíamos llevar bien, era una mentira que me había metido yo sola en la cabeza. Me asqueaba que me tratase como si fuera alguien inferior a él.

No me gustaban sus cortes abruptos. Incluso, Yulen tuvo que pararle. Me quedé un poco aturdida. Al principio, no le di importancia; pensaba que era un juego perverso de aquel tipo, pero al final acabó de la peor manera.

Los comentarios como: '¿Y tú te consideras reina?' o '¿Y tú eres hija de un gran guerrero?' me asqueaban. Desde que había llegado a este sitio había tenido que aguantar la discriminación por ser supuestamente una 'híbrida', pero como toda persona tenía un límite y no pensaba tolerar ciertos comportamientos.

 En esos instantes añoré de nuevo mi mundo humano. Quería estar allí, y estaba preocupada por Melany.

Seguramente, se estaría preguntando dónde estaba y por qué había desaparecido de ese modo sin decir nada, sin dejar aunque fuera un mensaje.

Me parecía todo mal, quizás por el enfado que tenía o quizás, porque sabía que, por desgracia, Aston tenía razón, algo que, obviamente, no lo iba a confesar delante de él; bastante había tenido con ese lobo como para darle más motivos para que siguiera humillándome.

"—Mátalo de verdad, ¿Qué te cuesta? Un golpe, solo uno y lo dejas en el suelo."

Me reí. De una manera u otra me había acostumbrado a Holden. En todo el entrenamiento era él quien me estaba dando ciertas indicaciones, cosa que agradecí.

 Tampoco es que me fiara aún de él; sabía que en este mundo la confianza era inexistente.

"—Con ganas me quedo, en serio. ¿Qué les pasa a los tíos?"

Había aprendido a contestarle mentalmente. Era fácil, solo lo tenía que pensar y automáticamente él me escuchaba. Era algo extraño y perturbador a partes iguales.

"—Quizás está en celo. Que sepas que son insoportables cuando están en esa época. Aunque sigo insistiendo que vayas y hagas que se coma sus palabras."

Ladeé la cabeza. No, no quería ni verlo. Anna y Fire habían insistido en acompañarme, pero me había negado; quería estar sola... bueno, con Holden, pero dentro de lo posible sola.

Me di cuenta de que el pasillo estaba solo. No había ni una sola persona en él.

Eso hizo que respirara más o menos aliviada. No estaba en condiciones de encontrarme con gente que, posiblemente, me atacaría sin dudarlo. Cuando estaba a punto de cruzar la esquina del pasillo, a lo lejos pude oír una melodía que salía de un instrumento. Agudicé el oído e identifiqué que se trataba de un piano.

Una parte de mí quería ir. Mi curiosidad era a veces mi peor aliada. Medité si ir o no. Reflexioné si eso era algo que me podría causar problemas. Al final, la curiosidad me ganó. Me encontraba andando como si mis piernas tuvieran vida propia.

 Poco a poco la melodía se estaba haciendo más audible. Parándome enfrente de una puerta de color negra. Mis ojos se dirigieron de inmediato hacia la placa dorada que ponía: 'salón de música'. Era lógico que en una sala de música sonara un piano.

Dubitativa, levanté la mano, formando un puño, decidiéndome si llamar o no. Cuando mis nudillos finalmente tocaron la fría puerta, de golpe, la música se cortó. Con el ceño fruncido, al ver que nadie me daba la bienvenida, me adentré en el salón. Nada más adentrarme en la sala, la oscuridad me invadió.

No había ni un solo rayo de luz que alumbrara un poco la sala. Solo conseguí ver algo forzando un poco la vista. No la tenía tan desarrollada como los demás seres, seguramente por mi condición híbrida.

Pude divisar la silueta de una persona, concretamente de un muchacho. La silueta se giró, y rápidamente vi que se escondió detrás de una cortina, haciendo que sonriera. ¿Me tenía miedo? Lo dudaba, yo era la que seguramente tenía todas las papeletas para que me matara en ese instante.

—Perdona, es que he oído la melodía y me ha parecido preciosa —dije retorciéndome los dedos con nerviosismo.

—Por favor... ¿puedes irte? No me gusta que las personas me oigan tocar —masculló desde su escondite.

—¿Por qué? Que sepas que tocas muy bien, además, a mí siempre me ha gustado el piano, pero si es lo que quieres, no te molesto.

El chico misterioso salió de su escondite. Aún no podía ver su rostro y eso me preocupó, no sabía dónde me estaba metiendo. Vi que se sentó al piano y empezó a tocar, como si no existiera. Aunque algo me dijo que estaba tocando para mí. En

Una especie de caja estaba cerca de la puerta. Después de tocarla para saber si era cómoda, me senté. Dejé que la melodía me absorbiera, sentí cada una de las notas, cerré los ojos y de repente, mi cuerpo se relajó, incluso mi enfado había disminuido.




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