La reina de la tierra-Primer libro- (editado) 2ª vez

Capítulo 47 (EDITADO)

Miré el portal que estaba delante de nosotros. Podía apreciar la piedra que tenía dibujos decorando el marco del gran trozo de piedra. Pude divisar los diseños de pequeñas hadas; algunas volando, otras luchando y otras sentadas en extrañas flores que no podía identificar. Mis compañeros se pararon en seco al ver el gran portal. Noté que los ojos de todos se posaron de inmediato en el trozo de piedra. En esos instantes me pregunté si era posible entrar o necesitábamos el permiso de alguna hada para poder acceder a la zona.

Estuve a punto de realizar la pregunta cuando dos hadas ataviadas con trajes de lucha hicieron acto de presencia. Los ojos de las dos gemelas se fueron a cada uno de los integrantes del grupo. Sus caras se transformaron en muecas de desagrado que nos daban a entender que nuestra presencia no les gustaba, o al menos no les gustaba a mis compañeros; a mí no me habían mirado, por el momento.

—¿Qué hacen los príncipes de Cagmel en nuestra corte? —dijo la de cabello anaranjado con evidente molestia. Se podía percibir cierto toque ácido en sus palabras.

—Venimos en nombre de los reyes, necesitamos ir a la colina de Hades de inmediato —dijo Yulen con evidente superioridad, como si él fuera superior a ellas.

 En teoría sí que era así. Él era un príncipe de uno de los grandes reinos de Cagmel; todos sabían el poder que tenía y él disfrutaba infundiendo el miedo con él. Las hadas se pusieron tensas ante las palabras del príncipe. Los ojos de nuevo empezaron a ir de uno por uno hasta que llegaron a mí. Sus caras se transformaron, se miraron entre ellas, parpadearon rápidamente y antes de que me diera cuenta se estaban arrodillando ante mí. Yo me quedé paralizada, sin saber qué hacer, miré a mis compañeros, pero ellos solo estaban esbozando sonrisas de diversión.

—Lo siento, alteza, lo siento por nuestra osadía. Alteza aún me costaba asimilar que me llamaran de ese modo, me hacía sentir extraña, pero debía aprender si algún día iba a gobernar Astra, bueno, si al final decidía hacerlo.

 —No se preocupen, necesitamos ir con urgencia a la colina de Hades —intenté mantener una voz seria, pero las manos me temblaban, no me gustaba ejercer poder sobre nadie.

—Síganme, alteza, por favor; los familiares no pueden entrar, entorpecen el equilibrio de la corte.

Los familiares se miraron entre ellos y de golpe, se transformaron en personas humanas. Me quedé paralizada al ver cómo el gran grifo de Anna tomaba forma humana.

Era un chico de más o menos diecisiete años; su cabello era de color negro y se podían apreciar pequeños reflejos amarillos. Sus ojos, grises, iguales a los de Anna, nos miraban con determinación.

Luego vi que el hipocampo de Acua era una chica de veinte años. Su cabello era de un color coral precioso y sus ojos de un precioso verde musgo. Su piel era blanca y se podía ver arrogancia en sus ojos. Mientras que el Fénix de Fire era un chico de la misma edad. De cabello rojizo y de ojos color ceniza, era intrigante, pero había algo en él que me daba tranquilidad. El colmo fue ver al pequeño Golem en su forma humana. Era un niño de unos cinco años. Cabello blanquecino y ojos azules. Si no lo creyese posible, podría asegurar que se parecía a Yulen; se podrían hacer pasar por hermanos.

—¿Es un niño? ¿De verdad? —Yulen rodó los ojos y cogió al pequeño en brazos, el cual entrelazó sus pequeños brazos en el cuello de Yulen. Le dio un beso en la mejilla, haciendo que el príncipe sonriera de oreja a oreja.

Las hadas se quedaron expectantes, observando todo lo que había sucedido en un momento. Noté como Zorelix estaba a mi lado, y esbozó una sonrisa haciendo que pudiera ver sus caninos.

—Vaya, qué recuerdos me trae este sitio.

Las hadas miraron a Zorelix e inmediatamente le hicieron una reverencia. Zorelix sonrió de oreja a oreja y empezó a mover las cejas de manera juguetona. Sabía que aquel gesto era porque Zorelix era mi familiar. Me reí. Aquí fue la primera vez que conocí a Zorelix. Aún me acuerdo del pequeño zorro que me habló y que me asustó. Era curioso que hubiera ya pasado un tiempo y que me hubiera integrado de manera casi inconsciente.

Aston me miró y esbozó una sonrisa un tanto extraña que hizo que me cosquillea todo el cuerpo. Debía mantener la cabeza serena; tenía que centrarme en lo que estaba a punto de ocurrir y no en las hormonas adolescentes que se están apoderando de todo mi ser.

—¿Sabes que puedo notar cuando estás nerviosa? —noté el aliento de Aston en mi oreja y millares de escalofríos se apoderaron de mí: —Puedo notar cómo tu respiración cambia, incluso puedo notar cuando estás caliente —me alzó la barbilla haciendo que mis ojos conectaran con los suyos.

No supe qué decir. La verdad es que desde que era consciente del vínculo me veía demasiado afectada por la presencia de Aston. Era extraña la capacidad que teníamos las personas de pasar por alto pequeños detalles que no creíamos que eran relevantes.

—No estoy así... —mascullé por lo bajo, haciendo que sonriera.

Antes de que me diera cuenta, me dio un casto beso en los labios. La electricidad se apoderó de todo mi ser, se apoderó de todo mi cuerpo. Ese gesto me pareció insuficiente, quería más, mucho más. Si no hubiera gente alrededor, no sé de qué hubiera sido capaz.

—Entonces, ¿este es el futuro rey de Astra? —preguntó una de las hadas nerviosa.




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