Los pasillos estaban oscuros. Me retorcía en aquella espesura de oscuridad. Los gritos de las almas me cubrían los oídos, y tuve que aguantar para no colocarme las manos en las orejas. Fire estaba con la palma hacia arriba; una pequeña llama salía de ella, era el único foco de luz que teníamos. Noté el frío gélido de la muerte. Sí, porque aquel frío me estaba diciendo: "vais a morir". Quizás simplemente era por ser el sitio que era, pero en esos instantes sentía que me iban a matar y llevar con Hades.
Todos estábamos juntos; no nos podíamos separar. Hacerlo sería condenarnos. Las pisadas de nuestros zapatos acallaron las almas apenas, y de repente, un gruñido. Todos dimos un paso hacia atrás; la sensación de angustia, del miedo, se me coló en la boca del estómago. Algo gigante se aproximaba hacia nosotros y de golpe, un gran perro de tres cabezas nos miraba como si fuéramos su aperitivo.
Todos vimos al gran perro de color negro. Las cabezas que tenían eran diferentes, de diferentes razas, pero aun así, daba un miedo que por poco no consigue que me meara encima. La cabeza de la izquierda era de la raza de un Doberman, era feroz y en sus fauces se podía ver rastros de saliva que estaban manchando el suelo de piedra oscura. La de la derecha era la de un Pitbull, el cual meneaba la cabeza y podía asegurar que estaba sonriendo, como si ya se estuviera imaginando el sabor de nuestra carne en su boca. Y la cabeza del centro era de un American Staffordshire Terrier, es el que más miedo me dio. Tengo trauma con esa raza de perros. Uno de mis ex tenía uno y cuando fui a su casa, su perro se lanzó sobre mí; creía que me iba a comer y desde entonces no puedo ver a un perro de esa raza.
—Goofy, habla con él, transfórmate; quizás, al reconocer uno de su raza, se relaje —dijo Yulen con una sonrisa incómoda dirigida al perro, el cual gruñó haciendo que grandes restos de saliva casi mancharan el traje caro de Yulen.
—¿En serio? ¿En este momento? No estamos para bromas.
—¿Quién ha dicho que sea una broma? —dijo Yulen indignado mirando a Aston.
Miré a los dos, pero solo por unos microsegundos; no quería apartar la mirada de aquella bestia.
—Quizás si no nos movemos o respiramos, se piense que no hay nadie —masculló Fire con evidente temor—. No creo que funcione, no creo que sea ciego —dijo Anna mirando a la bestia.
Por un momento pensé en utilizar mi poder, pero algo me lo impedía; en esos momentos, era como si mi magia estuviera bloqueada. No sentía nada; no sentía el vínculo que me unía a mi elemental; No, en esos momentos era humana.
Lo que me faltaba, humana, siendo una futura comida para un perro de tres cabezas.
—No puedo usar el poder... —masculló Acua, haciendo que lo mirara con los ojos abiertos.
No, esto no podía estar pasando, debía ser una broma, sí, si cerraba los ojos todo desaparecería.
—Vaya, así que el tío Hades sea encargado de que sus sobrinos no jueguen con el perrito —dijo Yulen asqueado.
Todos nos sumimos en silencio. Vi que Anna estaba mirando al suelo, como si su mente fuera a mil por hora. El perro se quería lanzar sobre nosotros, pero unas correas de hierro se lo impidieron. Vi que la piedra donde estaba atado se estaba rompiendo; no teníamos mucho tiempo, no cuando el perro seguía tirando con ferocidad, haciendo que toda la cueva se sacudiera
Vi que, detrás de él, había otra puerta y entonces supe que esa era la puerta que estábamos buscando. Debíamos esquivar al perro para poder hablar con Hades, ¿pero cómo? Entonces, como si Anna se hubiera acordado de algo, sonrió. Se acercó hasta el perro, y vi que el perro solo la miró, extrañado por la valentía de Anna. Entonces, de golpe, la voz de Anna resonó por la cueva. Era hermosa, tenía una voz tan hermosa que me quedé embelesada. El perro ladeó un poco la cabeza, de repente, se tumbó en el suelo y empezó a mover la cola, a lo que Anna, sin dejar de cantar, empezaba
Los perros cerraron los ojos como si estuvieran encantados de la voz y del tacto de Anna, a lo que ella, haciendo una señal con la cabeza, nos indicó que fuéramos corriendo hacia la puerta. Yulen titubeó, pensó en quedarse allí. Fire tiraba de él, pero él no se movió ni un solo centímetro.
—No pienso dejarla sola, ve asimilándolo Fire, ir vosotros, yo iré con Anna.
—Yulen... —dijo Fire un poco irritada:—Sabes que no la puedo dejar sola... —eso lo dijo muy bajo, pero lo conseguí oír. ¿Qué había detrás de estos dos?
Fire asintió lentamente, nos hizo señales y todos los demás fuimos de puntillas, con cuidado de no despertar al perro de su sueño.
Abrí los ojos cuando vi que las cabezas del perro estaban casi en las rodillas de Anna; temí que se las rompiera.
Hice el amago de ir por ella, pero alguien me cogió del brazo. Girándome vi que se trataba de Acua.
—Confía en ella, ella sabe lo que hace. Si la rescatas ahora, se sentirá mal —asentí, aunque seguía pendiente de Anna, hasta que entramos por la puerta sin hacer ruido, dejando a Yulen y a Anna solos.
No sabía si tenía más miedo de que el perro le hiciera algo o que ellos se mataran entre ellos; Sin duda, esos dos juntos son peligrosos el uno para el otro.
Pasamos por la puerta. Vi que había rejas alrededor; todo estaba oscuro, lo único que iluminaba el sitio eran unas antorchas que estaban esparcidas por la pared de piedra. Noté cómo un nudo se apoderaba de mi garganta. Miraba a todos lados, pero lo único que veía eran sombras. Andando, noté que alguien me agarraba del pie; dando un salto, me agarré del brazo de Acua, la cual, mirándome con cierta intensidad, hizo que me apartara y me ruborizara. Sus ojos se posaron en la marca que descansaba en mi mano y una oscuridad se adueñó de sus ojos azules, haciendo que diera un paso hacia atrás.