La reina de la tierra-Primer libro- (editado) 2ª vez

Capítulo 55 (EDITADO)

—¿Somos una creación del dios Hades? —La pregunta salió de mi boca antes de que me diera cuenta. Mis amigos me miraron un poco extrañados. Yulen, que aún seguía sujetando a Anna como si su vida dependiera de ello, fue el primero en hablar.

—Sí —dijo con una media sonrisa.

Le miré. Quería saber más, quería conocer mis orígenes.

—Fuimos una creación conjunta de Hades y su esposa, Perséfone. Según cuenta la leyenda, nuestros abuelos nacieron de la necesidad de los seres de Cagmel, por lo tanto, nos consideran los seres más poderosos de este mundo. No es por presumir, pero es cierto. Nuestro cuerpo posee mucho más poder que la mayoría de los seres, pero cuanto mayor poder, más debilidades tenemos —dijo apenado. Miró a Anna, que descansaba acurrucada en sus brazos.

—Se dice que fuimos una creación "defectuosa" —añadió Fire, que me miraba con esos grandes ojos verdosos.

¿"Defectuosa"? ¿Somos una creación defectuosa? Entendía que, quizás yo, al menos sí que se podía considerar defectuosa y extraña. Yo era una híbrida, mitad elemental, mitad humana, pero ¿ellos? ¿Eran también defectuosos? Entonces caí en la cuenta de que sí, que ellos también eran híbridos, nada más que la única diferencia conmigo es que ellos procedían de otros seres mágicos. Anna era mitad elemental del aire y mitad cambiaformas, mientras que Yulen era mitad elemental y mitad ángel. Fire sin duda era mitad elemental y mitad dragón, y Acua... ¿Qué era? Nunca hablaba de su familia, es más, no recuerdo que nos contara nada de ellos.

Era demasiado reservada y guardaba su secreto con mucho recelo. Por cosas que me habían contado tanto Anna como mi abuelo. Decían que los elementales del agua eran seres caprichosos y misteriosos. Nadie sabía nada de ellos.

Lo podía llegar a entender, lo único que sabía de ella es que sus padres fueron brutalmente asesinados y ella tuvo que subir al trono a una tierna edad, pero claro, eso no era un misterio, pues todo el mundo sabía esa parte de la vida de Acua. ¿Pero qué escondía?

—¿Por qué "defectuosa"? —pregunté mientras salíamos de la cueva.

Enseguida, el aire nos acarició el rostro. De manera inconsciente, cerré los ojos y dejé que la brisa me acariciara. Era una sensación maravillosa, era como si en esos momentos fuera libre y no tuviera preocupaciones.

Por el rabillo del ojo, pude ver que Yulen se apresuraba a darle a Fire a Anna, la cual, cogiéndola entre sus brazos, esperó con paciencia hasta que, al fin, abrió sus ojos grisáceos. Nos miró a cada uno de los presentes.

—Nos consideran defectuosos porque fuimos los primeros en revelarnos contra nuestros creadores. Nuestros antepasados estaban hartos de la jerarquía de los dioses y decidieron hacer una rebelión. Ellos se proclamaron los seres más poderosos de Cagmel, incluso dieron a entender que eran más poderosos que los dioses. Como es lógico, eso no les gustó precisamente a los Dioses —habló al fin Acua.

—Pero... eso no es lo que pone en los libros de historia.

—Lo sé, pero ¿cómo ibas a poner que un grupo de seres tomó la iniciativa de desafiar a los dioses y que vencieron? Los dioses son egoístas y caprichosos, nunca iban a admitir una derrota de ese tipo, por ello, nos maldijeron. Nos maldijeron con que no podríamos controlar nuestro poder. Muchos de nuestros antepasados perdieron la cabeza. Cuanto mayor poder tienes, mayor responsabilidad obtienes, eso es así de sencillo —dijo Acua, mirando a todos lados, como si estuviera vigilando que nadie anduviera por los alrededores.

Me quedé asimilando las palabras tan acertadas de Acua. Si me ponía a pensar, tenía sentido lo que decía. Yo perdí la razón cuando nos atacaron los ángeles caídos. Mi elemento se apoderó de mí y fue él quien actuó, mientras que yo, simplemente de manera automática, le estaba haciendo caso.

También, Anna era la prueba de que costaba controlar tanto poder. Podíamos ser los mejores, pero teníamos más responsabilidades que la mayoría de los seres que habitaban en esta tierra.

—Pero no todo es tan malo. La primera guerra de Cagmel, cuando los elementos se enfrentaron a los dioses, hubo muchos que se unieron a la causa, muchos que pensaban lo mismo que ellos, por eso, tras la guerra, decidieron que era mejor que ellos fueran los reyes de los cinco reinos —continuó Acua.

Asentí. Comprendí lo que estaba diciendo. Al fin y al cabo, fueron nuestros antepasados quienes hicieron que los seres de esta tierra inhóspita abrieran los ojos. No sé por qué, pero me vino a la mente una imagen de mi abuelo, ataviado con una armadura y luchando por conseguir el puesto que ahora ocupaba.

En esos momentos me di cuenta de que mi abuelo y mi madre supieron qué hacer cuando subieron al trono, pero yo no. Yo estaba perdida, sin saber qué hacer. Quizás, como he pensado muchas veces, si hubiera crecido en estas tierras, habría sabido lo que hacer cuando llegara al trono.

Miré a Egares, que estaba atento a todo lo que estábamos diciendo.

Había decidido, tras darme la noticia de que era mi padre, quitarse la capa, lo que me hizo percatarme de que sí que había algunos rasgos que se parecían a los míos. Egares se dio cuenta de que lo estaba mirando, así que rápidamente aparté la mirada.

Seguía sin creer que él fuera mi padre, y si es cierto que era mi padre, no lo veía como tal. Un padre jamás habría abandonado




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