La Reina De Los Condenados

CAPÍTULO 6: LA FLOR DE LA MUERTE

Abigail siguió a Felix y Seungmin por los pasillos del estudio, curiosa, mientras ellos la conducían hacia una sala vacía, alejada del bullicio y las cámaras.

—¿Qué está pasando? —preguntó, con el ceño fruncido y la paciencia al límite.

Felix sacó un papel arrugado del bolsillo de su chaqueta y se lo entregó.
—Lo encontramos entre los restos de una batalla en el desierto… ángeles contra demonios. Fue lo único que quedó en pie.

Abigail tomó el papel con delicadeza, sus ojos recorriendo las líneas corroídas por el sol y la sangre.
—¿Dónde exactamente lo hallaron?

—En una zona fronteriza entre territorios demoníacos y terrenos celestiales —respondió Seungmin—. Estaba dentro de un archivo calcinado, casi enterrado. Creemos que está vinculado a la profecía.

—¿Alguien más sabe de esto? —preguntó Abigail, sin apartar la vista del texto.

—Solo nosotros tres —dijo Felix—. Pero pensamos que debemos reunirnos con los demás. Esto podría cambiarlo todo.

Abigail asintió, procesando la información con una creciente sensación de urgencia.
—Bien. Esta noche, 9 p.m., en el bar de siempre. No le digan a nadie más. Y vengan solos.

—Entendido —dijeron los dos al unísono.

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Minutos más tarde, Abigail volvió al estudio acompañada de Lee Know, Han y Hyunjin. Mantenía una sonrisa diplomática, pero su mente estaba en otro lugar.

—Lo siento, chicos. Hoy no podré quedarme durante la grabación. Olvidé revisar algo urgente.

—¿Estás bien? —preguntó Lee Know, notando la tensión bajo su voz.

—Sí, no es nada grave —dijo con rapidez—. Solo necesito ocuparme de un asunto personal.

—¿Podemos ayudarte? —insistió Hyunjin.

—Gracias, pero puedo manejarlo sola. Ustedes graben tranquilos, yo me uno más tarde —se despidió con un gesto.

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Poco después, Hyunjin, incapaz de ignorar su inquietud, salió en su busca. Llegó a su oficina y tocó suavemente la puerta.

—¿Abigail? ¿Estás bien?

Ella se sobresaltó al escucharlo. Cerró rápidamente el cuaderno donde había estado analizando el papel.
—Sí, estoy bien. Solo revisando unos documentos.

Hyunjin entró, su mirada escrutadora.
—Pareces nerviosa. ¿Pasa algo?

—Solo trabajo —respondió, con una sonrisa forzada.

Pero Hyunjin ya había notado el papel a medio ocultar sobre el escritorio.
—¿Qué es eso?

Abigail intentó taparlo, pero él fue más rápido.
—¿Una profecía? ¿Por qué tienes esto?

—No es importante, Hyunjin. Déjalo.

Él dio un paso más cerca, su tono más íntimo.
—¿No confías en mí?

—No se trata de confianza —replicó ella, empezando a incomodarse.

Hyunjin se inclinó un poco más.
—Si no me lo dices, voy a tener que adivinar...

Su cercanía la empujó al límite. Se apartó bruscamente y lo miró con frialdad.

—Qué decepción. Pensé que eras más inteligente que eso. Pero supongo que todos caen en lo mismo cuando intentan impresionar.

Hyunjin frunció el ceño.
—¿Por qué estás así?

—Porque no tengo tiempo para juegos —dijo, cortante—. Vuelve con Lee Know y Han. Seguro puedes seguir entreteniéndolos.

Herido, Hyunjin apretó los labios y salió sin decir una palabra, cerrando la puerta tras de sí.

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Instantes después, Felix entró en la oficina, habiendo visto a Hyunjin salir con el rostro sombrío.

—¿Qué fue eso? ¿Por qué estás siendo tan dura con él?

Abigail cerró los ojos por un segundo antes de responder.
—No lo entiendes. Estoy... protegiéndolo.

Felix se acercó, desconcertado.
—¿Protegiéndolo de qué?

Abigail sacó el papel del cajón lentamente.
—Hay una frase que me hizo pensar… dice que la raíz del conflicto entre ángeles y demonios es "La Flor de la Muerte".

Felix alzó una ceja.
—¿Y eso... tiene algo que ver contigo?

—Sí —dijo con un hilo de voz—. Así me llamaba uno de mis padres cuando era niña. Era su forma de decir que yo era hermosa... y peligrosa.

Felix la observó en silencio, entendiendo el peso de sus palabras.
—¿Crees que estar cerca de ti puede ponerlo en peligro?

Abigail asintió.
—Y si esta profecía es real... no solo a él.

Felix puso una mano sobre su hombro con firmeza.
—Entonces no estás sola. Vamos a protegerlos. A todos.

Abigail lo miró, agradecida.
—Gracias, Felix. En serio.

Él asintió con una sonrisa tenue.
—Creo que ya sabemos a dónde ir. Los vampiros. Si alguien conoce los secretos ocultos de esta guerra, son ellos.

—Sí —dijo Abigail, con nueva determinación—. Hoy en la noche que nos veamos hablaremos de esto.




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