—Hemos caído muy bajo, demasiado bajo —masculló Orlock escupiendo las palabras.
En esos momentos tuve dos ideas que cruzaron por mi mente, la primera: darle una patada y bajarle del pedestal que se había subido y la segunda, ignorarlo y dejar que se quejara. Al final opté por la segunda. La situación en estos momentos no era la mejor. Anna se había recuperado un poco, pero seguía teniendo un aspecto lamentable, tanto, que temí que se muriese. Tenía la mirada perdida, sin vida, sin energía.
Sus brazos estaban vendados y su cabello recogido en un moño para que pudiera sentir un poco el aire, con la idea desesperada de que, al conectar con su elemento se sentiría mejor, pero, no creía que fuera eso, no creía que fuera lo más sensato, porque al parecer, el aire le estaba absorbiendo más, le estaba quitando más vida. No creía que pudiera ser normal, había algo que se nos escapaba, quizás había una explicación para eso.
Desde siempre nuestros elementos siempre han sido nuestra fuente de energía, nuestro poder. Ellos eran los que nos proporcionaba esa curación, esa sanación, pero, el elemental del aire, le estaba quitando la vida a su portadora.
No sabía porque se estaba dando el caso, quise saberlo para poder ayudar un poco más a Anna, quería que volviera a sonreír, que tuviera mejor aspecto, que fuera la chica de quince años que siempre sonreía y que se paseaba revoloteando por todos lados y que se paraba hablar con cualquiera, pero esa Anna, esa que albergaba en mis recuerdos, me parecía como un sueño que había vivido, como si esa Anna nunca hubiera existido y que, la que tenía delante era la que siempre había estado a mi lado.
Yulen por el otro lado estaba más inquieto, más nervioso. Estaba pendiente de los movimientos de Anna, si ella se tambaleaba Yulen acudía inmediatamente para que no se cayera. Ella no se daba cuenta de esos gesto o al menos hacía como si no se diera cuenta. El ver a Anna de ese modo me estaba matando, me apenaba.
—Pues te aguantas, ¿acaso alguno ha pedido tu opinión? Pues no, así que, su gran estúpida alteza cállese, no quiero oírte al menos en lo que nos queda de viaje —masculló Aston gruñendo. Asia le dio un golpe suave en el hombro, haciendo que Aston se encogiera de hombros.
—¿Qué has dicho chucho? —se acercó Orlock a Aston. Como era de esperar el lobo no se quedó quieto y esbozando una sonrisa le dijo: —Acuérdate de que estoy por encima de ti, tu eres un simple príncipe y yo soy un rey, así que, vigila tus palabras, ya sabes lo que pasa si intentas desafiar a la realeza —de reojo vi la sonrisa que se asomó por el rostro de Acua, divertida por la situación.
—De verdad, no aguanto a los vampiros —suspiró Aston y volvió al lado de Asia. La cual empezó acariciarle el brazo con mimo, como intentando relajarlo.
No pude evitar que una sonrisa triste se apoderara de mí. De manera inconsciente llevé mis ojos hacia Acua, yo nunca la podría tocar de ese modo, ni de ese ni del que quería. Nuestros poderes eran reacios a estar juntos, a pesar que, yo, quería estar con ella, quería ser su calma en esa tempestad que poseía en su interior, quería ser su lugar seguro, su manera de evadirse de todo lo que llevaba sobre sus hombros, quería hacerle feliz. Pero debía ser realista, fuego y agua no podían estar juntos, estábamos malditos, estábamos condenados a no tocarnos, a pesar de que, tocarla era mi mayor deseo, mi mayor anhelo.
—¿Creéis que no se dará cuenta de que estamos vigilandola? —preguntó Dagdas con curiosidad. Eso hizo que nos giráramos.
Era una opción como cualquier otra, pero, quería mantener la fe de que, el sitio que habíamos escogido estaba bien escondido y que no nos podía ver con tanta facilidad. Habíamos premeditado el lugar y usado el poder de Asia para que, los árboles y plantas de la zona nos escondiera, pero, dejándonos un buen plano de la casa de Melany.
Obviamente todo esto había sido planeado por Acua, que, se anteponía a todo y ya tenía pensado varios planes por si no funcionaba ninguno. Es increíble la mente tan prodigio que tenía. Su mente iba más allá de lo normal, era meticulosa, analista y estratega, todo lo que necesitaba un monarca, y que, en realidad, la mayoría no poseía.
Acua estaba a un nivel superior de los que estabamos aquí presentes. Quizás por su vida, su infancia, la manera en la que la vida le arrebató todo lo que tenía.
Ella tuvo que madurar mucho antes que nosotros, ella tuvo que controlar su poder antes que nosotros y ella subió al trono y se convirtió en reina antes que nosotros.
No me quería imaginar la vida que había tenido a lo largo de estos años, ni de lo que había sufrido o callado, pero quería saber, quería conocer cada uno de sus secretos, de sus miedos de sus alegrías, todo, lo quería saber todo.
Mi atención estaba puesta en la casa de Melany, mis ojos no se separaban de la chica que iba de un lado a otro, mirando a todos, lados. Veía como se sentaba, como lloraba, como maldecía, era un sinfín de emociones, cada cual, más intensa que la anterior.