La reina del sur

Capítulo 1

Termino de preparar las cosas que llevaremos en el carruaje, quise negarme a llevar uno pero viajo con gente de la nobleza, gente que no sabe viajar sin ciertas cosas. Y a eso hay que añadirle que Brien viaja con nosotros, quien ni siquiera sabe luchar y a quien durante el viaje tendremos que enseñar aunque sea a utilizar una espada para que pueda defenderse como mínimo y no sea una presa fácil.

Me cambio el camisón del vestido por los pantalones de cuero y la camisa negra, agarro unas botas y recojo mi cabello trenzado en una cola alta. Antes de salir cuelgo a mi cuello el frasco de veneno que me dio Erebos y a mi cintura llevo atada la daga que me obsequió mi madre, la daga de la noche.

Al salir los guardias de la puerta me quitan la mochila de las manos después de hacerme una reverencia. Bajo las escaleras sin mucha prisa, llegar una hora antes que menos al pueblo fronterizo al que vamos no me preocupa en lo más mínimo. Allí pretendemos estar solo por la noche. No creo que tengan a mi padre en el norte, debe estar en el sur. Hay casas, hay reinos que no quieren al imperio Ilsis a pesar de saber que eso conllevaría riquezas. Además, fue el sur el que nos traicionó una vez, ¿por qué no lo harían una segunda vez? Quien lo hace una vez, puede hacerlo más veces.

– Volvió a tapar su marca.

– No necesito que más gente aparte de sus duques sepa quien soy.- es mi respuesta al rey.

Es sorprendente, hay un rumor de que ha aparecido una hija de Ilsis, una verdadera reina del mayor imperio del continente, sin embargo no hay una descripción de mí o siquiera se ha dado un nombre lo que es toda una ventaja. No pensé que fuese a ser capaz que estas personas guardasen el secreto pero las juzgué antes de tiempo. Supongo que es mejor tenerme como amiga en vez de como enemiga.

– ¿Estás lista para el viaje?

– Estoy lista para todo lo que me venga.- lo miro.- Gracias majestad, por acogerme.

– No te dije al final que era…

– Sé cual era ese secreto majestad, los cazadores…

– No, ese no es el secreto Asteria.- lo miro para que termine, para que me diga cual ese secreto que no podía decirme.- Conozco a tu verdadero padre.- abro los ojos con sorpresa.- Otto Ilsis.- me da su nombre.

– Gracias.

– Quiero volver a verte, quiero poder ayudarte en la guerra Asteria, así que llega con vida y salva a tu padre. Pero, si es demasiado peligroso, él te pedirá que lo dejes morir y debes hacerlo, no es el destino de tu padre ser el salvador, es el tuyo.

– Entendido.

Lo dejo atrás y me subo en el caballo que me han prestado, espero poder devolvérselo. Cada uno sube a su propio caballo, excepto Brien que sube al carruaje junto a las maletas. Veo a la gente del norte despedirse, para ellos los nuevos cazadores me acompañan para visitar el sur, no saben nada de lo que se avecina. Sonrío al ver a Alana y a su abuela Ingrid que me hacen una leve reverencia, algo imperceptible y que bien podría ir dirigido para Daven que va a mi derecha.

Salimos de la capital lo suficientemente lento como para irritarme. Una vez fuera nos ponemos las capas para poder pasar lo más desapercibidos posible, en especial Daven a quien todos conocen por las tierras de Preim, da igual a que pequeño pueblo, todos conocen a su antiguo príncipe heredero, aunque para todos sigue siéndolo porque todavía no se ha hecho público que Iren será el próximo rey.

– Asteria.- me llama la atención Daven.- Llegaremos a la frontera en dos días, y llegaremos a Usem en cinco horas.

– ¿Alguno conoce alguna buena posada en la que podamos pasar la noche?

– Yo conozco una.- habla Marte.- No es como un palacio pero es tranquila.

– No necesitamos un palacio, necesitamos un lugar seguro en el que dormir porque en el sur nos tocará dormir muchas veces en el bosque.

– Es sorprendente que haya bosques con el calor que hace.

– Hace calor pero llueve, aquí ustedes los llaman bosques aunque hay poco en realidad. En el sur tenemos selvas y animales que puedo asegurarles que no han visto en su vida.

– Una vez yo estuve en el sur.

– ¿En las selvas del sur?- Issan niega.- Entonces no conoces su peligro.

Continuamos tranquilamente por las diferentes calles, gente se queda mirándonos pero no se interponen entre nosotros, ni tampoco se paran a preguntarnos de donde venimos o a donde vamos. Después de casi tres horas, en el bosque, paramos para que los caballos tomen agua del río y para que nosotros también podamos comer algo.

Brien sale del carruaje con esa atípica ropa, las pocas veces que la vi en palacio solo llevaba esos excéntricos vestidos de colores azules, blancos o rosas, iba hermosa porque Brien lo es pero si me preguntas, los pantalones pálidos y la camisa que lleva le sientan mejor que esos enormes vestidos. Quizás con vestidos más parecidos a los míos dejaba de asemejarse a un pastel de cumpleaños.

– ¿Por qué me miras tanto?

– Te ves diferente.- le medio sonríe.- ¿Te sentarás en el suelo?

– Soy una dama, pero puedo hacer eso.- ríe antes de sentarse y de que le pase el bocadillo que nos prepararon las cocineras antes de irnos.- Tengo una duda sobre una de tus profecías.

– ¿Cuál?- todos prestan atención a mi conversación con Brien.

– Los dones se supone que aparecerían en tus veintes.- asiento.- Pero tienes diecinueve.

– No, tengo veinte.- río.

– ¿Cuándo los cumpliste?- dice indignado Daven.

– El décimo tercer día de marzo.

– ¿Tan solo diez días después de mi cumpleaños?- asiento.- ¿Por qué no lo dijiste?

– Porque ya sabía de la “modificación” de la profecía, porque aquel trece de marzo repetí la profecía como realmente era y porque poco antes el palacio retumbó con mi poder.

– ¿El día que peleaste con mi padre?- asiento.

– No quería que fuese real, yo no quería ser esa validus.- resoplo.- Porque eso suponía que tú o Krein muriesen, no estaba tan equivocada ¿no?




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