La reina del sur

Capítulo 3

Asteria permanece distante como siempre, tiene momentos en los que se acerca a nosotros, en los que recuerda a antes. Son tan pocos los momentos en los que ella está bien, parece una verdadera guerrera, y parece ser de hecho lo único en lo que piensa. Y lo entiendo, puedo ver en su mirada cuanto desea una venganza, pero no sé si es lo ideal. No sé si ella está siendo racional.

La veo cenar en la posada, preside nuestra mesa y todos, absolutamente todos los que hay en el comedor la han mirado en tres ocasiones. Los he visto y los he sentido. Tantos admirando su belleza pero también desconfiando de esa mujer de piel oscura con una enorme marca que cruza su ojo izquierdo.

En el norte hemos estudiado tan poco de la vieja historia, sabemos tan poco que para ella no es ningún riesgo desvelar la marca, solo aquellos que son Ilsios saben de esa marca y solo con verla ella les devuelve la esperanza de libertad.

Asteria se endereza antes de volver a comer un poco de su plato. Brien le habla de algo que no logro escuchar y ella asiente como respuesta. Querría estar más cerca de ella, pero Asteria no ha querido, no quiere en absoluto. Parece que esté tomando distancia conmigo y no entiendo por qué lo hace.

– Silencio.- pide ella.

Todos en la mesa nos callamos, incluso la gente que estaba en otras mesas, comiendo y conversando con otros se queda callada, ¿qué tanto poder tiene? Ella me dijo una vez que la belleza es un arma y creo que empiezo a entenderlo.

Con un ágil movimiento se levanta de la mesa y queda cara a cara con un hombre alto, mucho más que yo. El hombre la mira desafiante, no veo tensión en ella así que no está cabreada pero debe de estar pensando en algo, siempre que ella piensa es peligroso.

– ¿Puedo ayudarlo en algo?- su voz suena clara, no alta pero con el silencio que reina hasta las respiraciones se pueden escuchar.

– ¿Quién se cree que es?

– No lo entiendo, ni siquiera lo conozco, ¿quién es usted?¿por qué está molesto conmigo?

El hombre la mira con furia, muchos hubiesen retrocedido ante esa mirada pero no Asteria, ella nunca retrocede, ella misma busca pelea. El hombre da un paso, intentando intimidar a la ilsia, no creo que a una mujer como ella alguien o algo sea capaz de intimidarla más que ella misma.

– No soy de repetir preguntas, ¿qué le hice?

– Has venido a mi ciudad como si fueses la dueña, este es mi ducado. No puede decirle a le gente que se revele contra mí.

– Yo no les dije eso, les dije que lucharán por sus derechos.- la veo de espaldas pero de seguro ha rodado los ojos.- Eres quien gobierna esta ciudad, pero no eres su amo, tienen derecho a vivir dignamente.

– ¿Quién te crees tú para decidir eso? Solo eres una extranjera.

– Según usted no soy nadie, así que no lo soy pero tú gente me escucha y en cambio se rebela contra usted así que de seguro soy más importante de lo que usted puede llegar a ser.- escucho una risa baja.

El hombre se va contra Asteria, pero se detiene cuando la daga, extraña por llamarla de alguna forma, de Asteria se coloca entre sus ojos. La daga es extraña, el filo es curvo y del color negro brillante de la obsidiana, la empuñadura tiene un diseño peculiar, lleno de espinas que nunca se clavan en la piel de Asteria, pero con las que yo ya me he cortado en un par de ocasiones.

– Espacio.- dice ella antes de que el hombre de un tras pie hacía atrás, movido seguramente por el aire de Asteria.- Los de tu tipo me dan asco.

– ¿Los de mi tipo?

– Si, los que abusan de sus ciudadanos, ellos al igual que usted tienen derecho a vivir.

– Ellos viven.

– Esclavizados.- dice ella con profundo odio.- Los tienes como siervos que deben agradecerte porque puedan comer una vez al día, ¿Acaso no come usted tres veces al día e incluso más? Ellos también tienen derecho a eso.

– No sabes nada, solo eres una niña.

– Sé más que usted, he vivido toda mi vida en la corte.- el hombre vuelve a retroceder, esta vez con miedo en sus ojos porque la daga de Asteria flota.- Usted es un tirano, me he relacionado mucho con los de su tipo.

– ¿Crees que este truco me da miedo?

– Sé algunos mejores, ¿quiere que se los enseñe?- el hombre traga duro pero nada más.- Bisnecap.- Asqueroso. Dice con asco.

– Aquí tienes que hablar nuestro idioma.- le grita.

– Baje el tono.- su voz suena tan peligrosa.- Y yo hablo en el idioma que me da la gana.- la daga vuelve a su mano.- Hablamos suficiente, ¿quiere algo más de mí?

– Márchese, no es bien recibida aquí. Usted….- el hombre no sigue hablando cuando comienza a ahogarse.

– Me daría asco ser como tú, un validus que esclaviza a otros.- lo mira de cerca cuando este cae de rodillas.- No voy a irme, y usted va a empezar a tratar a estas personas como se merecen.

– No… no es nadie.

– Pero nosotros sí.- se pone de pie Issan.- Los cazadores, que tenemos mucho más poder que cualquiera en Preim, así que harás lo que la señorita te pide.- todos asienten.

– Solo son….

– Estoy empezando a cansarme de usted, si lo mato el rey no me juzgará porque soy su persona favorita del sur, así que cierre su maldita boca y haga lo que le he dicho o las consecuencias serán peores de lo que cree, ¿Fui clara?- dice ella realmente molesta.- Usted cree que no soy nadie, beinke - rata.- Siga pensándolo y tendrá problemas.- el hombre comienza a toser con violencia.- ¿Le gusta no poder respirar?¿no? A su gente tampoco le gusta no poder comer.

– Asteria.- la llamo.- Por favor, cálmate.

– Prí… príncipe Daven.- me llama pero lo ignoro.

– Asteria.- ella me mira y deja al hombre.- Haga lo que ella le pide o le quitaremos su ducado.

– Lo… lo haré, lo prometo.- ella se da la vuelta y él comienza a respirar.- Validus del aire.- ella se gira para mirarlo.- Don que solo concede el rey Canen.- ella sonríe.




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