La Retorcida

Azul

Soy una princesa, de eso no hay duda. 

Escuchame con atención. 

Te esperé siempre, probablmente desde la cuna ya deseaba que me rescataras. 

Pruébame, soy tu princesa. 

Desde que tengo memoria estás en mis pensamientos. Era solo una niña cuando corría por toda mi casa usando una corona de plástico y un tutú rosa. No era mucho mas grande cuando me quedaba noches enteras, mirando películas de Disney sobre dulces sueños. 

Sueños, tantos sueños. 

Espero a mi príncipe azul. 

Incluso esperé en la escuela, cuando todas las princesas malas se reían de mí por mis zapatos baratos. 

Era entonces que pensaba... 

Está bien, mi príncipe no necesitara de una corona para reconocerme, el sabrá que soy una princesa, solo lo sabrá con verme a los ojos o colocar un guisante bajo mi cama. 

Solo desearía que él estuviera aquí ahora. 

Cada vez que sufrí, sentí que estaba un poco mas cerca de conocerte, mi príncipe. Pues los héroes siempre aparecen cuando las princesas necesitan ayuda. 

Una, dos, tres veces. 

El dragón ruge pidiendo su cerveza y debo correr, cuando los dragones lanzan fuego por la boca es fácil ser quemado. 

Por favor, aparece pronto, por favor. 

Si mis lágrimas fueran capaces de formar un río ¿Te sería mas sencillo encontrarme? 

Por favor, mi príncipe, sálvame. 

Crecer no es cosa fácil, hay demasiados ogros en el camino intentando arrancarte la falda. El lobo feroz pasa junto a mí con su motocicleta, me silba y me invita a subir. Lo rechazo por que sé bien como termina el cuento. 

Si dejo un camino de dulces, ¿me encontrarías antes de que la bruja me lance a su caldero? 

Muchas princesas esperan cómodamente dormidas en un castillo rodeado de espinas, pero cenicienta soporta a sus hermanastras, supongo que ese es el tipo de princesa que soy. Pero no me importa servir al dragón, si eventualmente llegás a mi vida. 

Escapé una noche al baile, usando la ropa brillante de mi amiga, ella utilizó su magia sobre mí para verme como la princesa que soy. 

«El hechizo se rompe a las seis de la mañana, pero si lo haces bien, tal vez dure solo hasta las tres» 

Me dijo entre risas divertidas. 

La noche fue mágica, luces flotando en el aire y nubes de humo entre mis pies, un baile secreto. Un mar de cuerpos en el que pude perderme se abrió ante mi vista y sin miedo me adentré. Bailé al rítmo de la música, meciendo mi cuerpo mientras mis ojos te vieron en el VIP. 

Me viste, yo te ví. 

Me diste una señal y yo la entiendí. 

Eres mi príncipe, por fín estás aquí. 

Nos dimos nuestro primer beso entre canciones y tragos de tu botella. Me sentí mareada pero Feliz y como cabe esperar de mi príncipe, me llevaste en brazos hasta tu caballo blanco. 

La mañana fue confusa, como un sueño lejano, pero supe bien que te volvería a ver. Me reconociste como tu princesa con solo verme a los ojos, justo como imaginé. 

Me llamaste, me amaste. Mi príncipe. 

Te diste cuenta de cuanto te necesitaba y me rescataste de las garras del dragón. Todo fue tan hermoso, justo como Soñé. 

Me cuidaste tanto, no dejaste que ningún otro hombre se me acercara, que ningún trabajo me fatigara o que mi familia me buscara. 

Me sentí a salvo, al principio no entendía, siempre soñando, siempre justificandote. 

Los príncipes fueron criados para gobernar y aún que yo sea tu princesa, eso no me hace la excepción. Si rompo tu ley el castigo es severo. 

Soy tonta, siempre necesitas recordarme que sin tí no tendría nada, que no sirvo para otra cosa que servirte y que jamás debo dejarte.
Las princesas le pertenecen enteramente a sus príncipes cuando se casan. 

Siempre me diste grandes regalos, collares de amatistas profundamente marcados en mí piel, me vestiste de humillaciones y me presumiste como un adorno entre tus amigos, tan principescos como tú. 

¿Cuando tú te volviste un insulto? 

¿Cuando dejaste de brillar a mis ojos y te volviste de fuego? 

¿Cuando me dejaste de amar? 

¿No eras mi príncipe? 

¿Quien me rescatará ahora? 

¿A quien debo esperar? 

Debe existir una forma, una manera de escapar de tus manos, de tu poder. 

No puedo más, ya no más. 

Subir la voz estaba prohibido, cuestionar estaba prohibido, dejarte atrás estaba prohibido. 

Me jurabas amor eterno mientras tus manos rodeaban mi cuello. 

¿Recuerdad? 

Te veías tan azul o tal vez era yo la que estaba azul. Es dificil saber cuando tus ojos se cierran para siempre, cuando los gusanos se meten en tu cerebro y la carne se pudre por días. 

Para ser una princesa, encontraron mi cuerpo en una cuneta cerca de mi vieja casa. Lloraste por mí en la televisión, papito encubrió tus errores para que nadie jamás supiera lo sucias que tenías las manos y mi caso no vió la luz del sol. 

¿No juraste ser mi príncipe para siempre? ¿No dijiste que siempre me cuidarías? ¿Que siempre me amarías?... Entonces, ¿Por qué buscas a otra como yo? ¿Por que no puedes parar? ¿Cuantas esposas más esconderas detrás de la puerta?  ¿Cuanta sangre manchara los sueños de tus estúpidas princesas ilusas?¿Cuantas más enterraras con nosotras? 

Tal vez sea el color, es fácil confundir a un príncipe con barba azul.
 



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En el texto hay: realismo magico, thriller psicolgico

Editado: 03.12.2022

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