La Revolución Del Ejército I: Los Experimentos Malditos

Capítulo 1

Estaba cansada de correr, de huir por las grandes montañas llenas de nieve que creaban Cerillan, una ciudad tan fría que incluso en verano no te salvabas de la nieve, un lugar donde al más mínimo descuido puedes terminar muerto congelado. Ella estaba cansada de huir de ellos, solo porque había tomado alimentos que no le pertenecían, los cuales la ayudarían para alimentar a sus hermanos, a pesar de estar cansada, ella seguía corriendo, huyendo de ellos cuesta arriba, buscando la oportunidad de perderlos.

Ella tal vez no tenía el mismo entrenamiento que ellos, pero sí tenía una ventaja, ella había vivido toda su vida en Cerillan, había recorrido sus calles y alrededores miles de veces en sus 18 temp, había jugado en su niñez en esa ciudad con sus amigos, había salido a buscar medicina en lugares que a ellos no se les ocurriría entrar, si ellos, los policías, hombres y mujeres vestidos de negro que tenían el entrenamiento, pero ella tenía el conocimiento de su ciudad natal.

Rápidamente, fue entrando a diferentes lugares, a lo que se suponía que debías ser los jardines de diferentes casas, comenzó a desviarse por partes que lograban que la distancia entre la joven y los policías fuera en aumento, sus piernas ardían dando a entender todo el esfuerzo que había hecho al huir de ellos, pero a pesar de su fatiga siguió en pie hasta que noto que ya los policías la habían perdido de vista.

Estaba agotada, pero feliz de poder tener los alimentos en sus manos, aún no sabía qué comida haría, pero algo se le ocurrirá, de todas formas, tenía tiempo para pensar hasta llegar a casa con sus hermanos.

Al divisar su vivienda se sintió tranquila, ya que estaba segura, de todas formas, miro en todas las direcciones para asegurarse que nadie la había seguido, se preocupó de ver cada rincón que sus ojos podían captar, al percatarse que no había nada fuera de lo común decidió entrar a su casa, la cual no era muy grande y apenas estaba delimitado con las casas de sus vecinos, se sabía dónde el patio terminaba gracias a unas tablas que estaban enterradas en la nieve que ni siquiera servían para crear una valla, cualquiera podría entrar y llevarse lo que encontrará útil, por suerte la gente de Cerillan era bastante respetuosa con sus espacios, todo si tú no te metías con el suyo.

La arquitectura de la casa era bastante simple, las paredes y el techo estaban hechos de Kryo, aunque era un material que ayudaba a guardar el calor, pero al no estar bien construidas las casas no era de ayuda, por lo que el frío pasaba de todas maneras al interior, lo bueno es que en casa eran muchos, por lo que en las noches dormían juntos.

La joven entró a su casa encontrándose a sus hermanos menores jugando con lo que parecía ser un tablón de madera, ella solo sonrió y los miraba con cariño a sus menores, algo muy singular de la gente de Cerillan y de su familia, es que son personas con tez muy clara, pero con cabello oscuro, alguno que otro tenía el pelo claro, pero era más común los colores oscuros, en el caso de la familia Snorb, todos tenían el pelo tirando a negro.

Naila los miraba hasta que de pronto la menor de la familia notó que su hermana mayor había llegado a casa, título que había adquirido hace solo 3 temp, la chica saltó de emoción y corrió para recibirla.

— ¡Naila! — gritaba la pequeña que se llamaba Ilse que no tenía más de 11 temp —¿Tienes comida? — preguntó al ver la pequeña bolsa que traía su hermana mayor en la mano, Naila asintió con una sonrisa en el rostro.

— ¿Tienes hambre? — pregunto más por cortesía, ya que sabía la respuesta mucho antes de hacerla, la pequeña asintió eufóricamente a su pregunta.

— ¡Tenemos! — gritó uno de sus otros hermanos que seguían jugando, era Erik, no tiene más de 16 temp y tiene un hermano gemelo llamado Ernst.

— Ve a jugar, les avisaré cuando la comida esté lista — Ilse asintió y volvió a jugar con sus hermanos, Naila estaba a punto de salir cuando su otro hermano pequeño Ursum, de no más de 13 temp apareció a su lado.

— ¿Necesitas ayuda? 

— No te preocupes Ursum, ve a jugar — está antes de irse, le despeino el cabello y salió al pequeño patio para comenzar a cocinar, primero busco la leña para hacer el fuego que le ayudará a cocer las verduras, en el camino se decidió por hacer una sopa, al final era la única manera que se le ocurría para que la comida pudiera cundir entre tantos miembros de la familia.

Metió todo a una olla que tenían y puso a cocer los alimentos que se había robado momentos antes, se amarró su cabello en una media cola, tampoco es que su cabello le permitía tomarse todo el pelo, ya que lo tiene hasta los hombros. Muchos en Cerillan decidían usar el pelo corto, debido a que lavarse el cabello en invierno era una tortura debido a que no se secaba o a veces el agua que quedaba en el pelo se congelaba.

Al acabar la comida sirvió la sopa en 5 tazones de madera, aparte dejó comida en la olla para cuando llegara su madre del trabajo, Naila le llevó la comida a sus hermanos dentro de casa para qué se alimentarán.

Lo cierto es que Naila no tenía mucho apetito, estaba acostumbrada a pasar hambre por largos periodos de tiempo, así que cada vez que había comida antes de lo pensado se obligaba a comer, en cambio, sus hermanos pequeños sí comían con ganas, ellos si sentían bastante la falta de alimento. Naila y su madre habían tenido una conversación hace tiempo, luego de que su padre y hermana mayor desaparecieran, habían decidido que ambas intentarán conseguir alimentos para los menores, así fue como Naila comenzó a robar a sus 15 temp.



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En el texto hay: cienciaficcion, amor, poderes

Editado: 10.03.2024

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