La Revolución Del Ejército I: Los Experimentos Malditos

Capítulo 3

Cada año Naila prefería alejarse de la celebración y deambulaba por ahí sin pensar en el camino, pero no importaba si ella no trazaba una ruta, siempre llegaba donde siempre.

Anualmente, había una celebración en Cerillan donde el gobierno mandaba comida, era casi un festín en la cual todos aprovechaban de llenar sus estómagos, aunque no supieran muy bien que estaban celebrando. Debido a la nula educación en su ciudad, ese tipo de información nadie la sabía y al final ese día solo lo recordaban por la comida y nada más.

Aunque para Naila tenía ya otro tipo de recuerdo, era el día en que se llevaron a su hermana mayor, el último día que la vio junto a ella con vida. Extrañaba mucho a Ayuni, ambas eran muy parecidas, pelo oscuro, casi negro, piel clara, la mayor diferencia era sus ojos y el largo de sus pelos.

Ayuni tenía los ojos castaño claro y su pelo oscuro era largo y más liso, mientras que Naila era color miel, y su pelo era corto, hasta sus hombros y más ondulado. Ambas tenían una estatura similar, aunque la mayor, era levemente más alta.

Siempre se habían llevado bien, tenían personalidades parecidas cuando se trataba de cuidar a sus hermanos y ayudar a su familia, pero Ayuni tenía un espíritu muy luchador, siempre creía en la idea de hacer una revolución o que alguien intentara tomar el poder. Naila pensaba que sería mejor si eso se cambiaba, pero sabía que nadie haría nada y ella no sería la primera.

Las horas pasaron y decidió volver a casa, sabía que su madre y hermanos no volverían hasta tarde, así que solo regresó a su hogar, para sentarse fuera mirando el cielo. A diferencia de ese día, hoy estaba el cielo despejado, podía ver con claridad las estrellas y las lunas, incluso una de las lunas brillaba más que la otra, dando luz natural, se le quedó observando, deseando volver a ver a su hermana y a su padre, darle una mejor vida a su mamá y a sus hermanos.

— Llegaste antes — habló una voz a su lado, Naila se giró y vio a su madre, estaba sola — los pequeños revoltosos se quedaron jugando con otros niños — su madre busco algo en que sentarse y solo encontró una vieja banca hecha de madera — ¿Cómo estás?

— Bien — respondió con una sonrisa, su madre la miraba y solo suspiro.

— Soy tu madre Naila, no debes porque hacerte la fuerte, no cuando yo estoy aquí — Kimhani miró a su hija — en días como hoy permítete romper esa coraza y mostrar vulnerabilidad, no es malo hacerlo de vez en cuando, somos personas, y sentimos 

A pesar de todo lo malo que había ocurrido, Naila estaba agradecida de tener a una madre como Kimhani, era una mujer que admirar, había perdido al amor de su vida y aun así no pasó mucho tiempo después en el que busco trabajo, todo para alimentar a sus hijos, cuando Ayuni se fue, sufrió, pero jamás dejó de ir a trabajar, todo para que sus otros hijos pudieran vivir.

— No quiero darte más preocupaciones — agacho la cabeza y se miró los pies.

— Me preocupa más que no te desahogues — se acercó y la abrazó — si deseas llorar, hazlo, no se lo diré a nadie, queda entre tú y yo — Naila abrazo de vuelta a su madre y comenzó a llorar, pasaron algunos minutos para cuando se calmó volviendo a su estado anterior, notó que su madre le acariciaba la cabeza, tocaba su pelo — amhal hinla, siempre que me necesites, yo estaré para ti — se separaron un poco y se miraron a los ojos — cuenta conmigo para lo que sea.

Se quedaron un tiempo más abrazadas y observando el cielo.

— Tal vez — habló luego Kimhani — debamos volver, no te haría mal un poco de comida — Naila sonreía — hay que aprovechar estos momentos para comer, de lo contrario esos pequeños se devoraran todo y te quedaras sin tu porción — ambas se sonrieron — ¿Qué te parece? 

— Me gusta la idea — ambas se levantaron y comenzaron a caminar juntas en dirección al centro de comercio, justo en frente había un lugar vacío que en su pasado había sido una plaza llena de alegría, hoy en día solo había nieve. Al llegar todos la saludaron contentos de que se uniera a la fiesta, le prepararon un plato de comida y se sentó con las demás personas a compartir en esa noche que, aunque estuviera fría, con su gente se hacía mucho más cálida y agradable.

Las horas pasaron y ya entrado bastante en la madrugada todos decidieron irse a sus hogares a descansar durante lo que quedaba de noche, Naila decidió irse un momento al lugar de los hechos, al llegar se acostó en la nieve boca arriba, estuvo unos segundos estática sin hacer nada, hasta que le dieron unas ganas de hacer ángeles de nieves, sin pensarlo mucho comenzó a mover sus piernas y brazos, se estaba divirtiendo sola, en ese momento no hubo recuerdos tristes ni malas sensaciones, solo hubo felicidad y su amplia sonrisa lo demostraba.

Los días avanzaron y la gente volvió a sus trabajos, pensado ya en la celebración del próximo año, solo esperando que el tiempo pasara rápido y volver a unirse a celebrar, lo que sea que celebrará, total lo que les importaba más que nada era tener tiempo libre para ellos y sus familias, para pasar un buen tiempo juntos.

Por suerte el día de pago llegó, lo que significaba que con lo poco que ganaba Kimhani podrían comprar algunos alimentos esenciales y tal vez si sobraba algo, poder comprar algunas mantas, lo último era complicado que sucediera, al final el dinero no era suficiente y si sobraba algo, luego se gastaba en más comida.



#960 en Ciencia ficción
#6722 en Otros
#1066 en Acción

En el texto hay: cienciaficcion, amor, poderes

Editado: 10.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.