La Revolución Del Ejército I: Los Experimentos Malditos

Capítulo 5

Naila estaba paralizada, escuchó el disparo y de pronto vio como su hermana dejó de correr, esta solo la miró con ojos llorosos antes de caer de golpe, Naila no lo podía creer, solo podía ver el cuerpo de Ilse sin vida sobre la nieve, todo a su alrededor dejó de existir, ni siquiera noto que los militares a su alrededor empezaron arrastrarla lejos.

De pronto reaccionó, sin previo aviso se zafó del agarre de los hombres y corrió donde estaba su hermana, se arrodilló y tomó el cuerpo de Ilse entre sus brazos, buscaba alguna señal de vida, pero no la encontró, buscó el disparo hasta que lo encontró, había sido un disparo limpió al pecho, precisamente en el corazón.

— Ilse… — dijo en un susurro mientras tocaba el rostro de la menor — hermana… — su voz se quebró por completo — por favor — sus ojos se pusieron borrosos y pronto las lágrimas empezaron a caer por su rostro — nal… — quería gritar, pero no podía, atrajo el cuerpo de la menor y lo abrazó con fuerza, su llanto era desconsolado.

Todo había sido tan injusto, era solo una niña, no se podía comparar la fuerza de ella con los militares, pudieron solo llevársela, pero no, la habían asesinado a sangre fría, Naila se sentía tan impotente, ella solo quería que nadie saliera lastimado, pero fracasó.

Sin siquiera dejarla sufrir su pérdida, dos militares se acercaron a Naila para llevársela, esta empezó a pelear por primera vez, necesitaba volver con el cuerpo de su hermana, llegaron dos más y la tomaron de las piernas, no se quedó tranquila, ¿Cómo podía estarlo?, su hermana menor había muerto.

Las cosas se salieron de control y los militares ya no sabían qué hacer para llevarse a la chica, porque, aunque Naila se viera delgada, tenía fuerza, además que el dolor que tenía dentro la volvía irracional, un soldado recurrió a una última medida, sedarla, busco en su vehículo el artefacto, al volver donde estaba todo el caos le inyectó la jeringa a Naila, haciendo que esta cayera desmayada, lo último que vieron sus ojos fue el cuerpo de Ilse que teñía la nieve de rojo.

Tal vez ella no se había dado cuenta de que el disparo había atraído a gente a ver lo que sucedía, vecinos e incluso viejos amigos vieron todo, en ellos estaba Alex, el chico con el que había estado hablando minutos atrás, lo bueno es que Naila nunca vio que sus otros hermanos estaban en la entrada viendo todo.

Al comenzar a tomar conciencia otra vez, Naila notó que no estaba en su casa con su familia, en cambio, estaba en una habitación de color gris, además que la iluminación era bastante deficiente, el ambiente era frío a pesar de que ella se encontraba en una cama tapada con frazadas gruesas, más de lo que ella acostumbra.

Naila estaba desorientada y es que su mente no terminaba de procesar si de verdad estaba en ese lugar o solo era parte de su imaginación, se quedó por unos minutos mirando el techo tratando de recordar algo y lo hizo, de pronto, como si de un relámpago se tratase, el recuerdo de Ilse tirada sin vida en la nieve se hizo presente, la chica se levantó de golpe al recordar todo, entró en pánico, pero el repentino cambio de postura hizo que esta se mareara. Por su mente creía que estaba en una prisión en Termachot, además la habían ido a buscar para llevársela detenida ¿No?

Esto le recordaba cuando su hermana se había ido, cuando se la habían llevado, igual que a ella ahora. Su mente recordaba ese día, recordaba el momento cuando perdió a su hermana mayor.

Una gran diferencia entre cuando su padre y su hermana desaparecieron es que a él nadie lo vio cuando se fue, nadie se dio cuenta de su falta hasta el día siguiente, pero con su hermana mayor, Ayuni, no fue así y es que Naila había estado presente, vio cuando la policía se la llevó y todo sucedió en la celebración de Cerillan.

Todo había ocurrido hace tres años, estaba nevando y hacía mucho frío, ya habían comido algo y su madre se había quedado con sus hermanos compartiendo con los demás vecinos, mientras habían salido a caminar por la ciudad, recorrieron sus calles y recordando sus años de infancia cuando jugaban con los demás niños.

— Ayuni — llamó Naila a su hermana, iban caminando juntas, ya se habían alejado bastante del centro de la celebración, por lo que solo estaban ellas dos — leí por ahí que el gobernador tiene un plan de contingencia para ganar la guerra, ¿Será verdad? — a pesar de que no se sabía mucho sobre lo que sucedía en la guerra, nadie quería que Zodarte ganará, menos ella.

— Supongo que lo leíste en el centro de comercio — Naila agacho la mirada para ocultar su sonrojo, su hermana solo sonrió — ya te he dicho que no podemos confiar en lo que dicen ahí — Ayuni era amable, a pesar de que ahora no estaba muy contenta de que su hermana supiera eso, la chica le estaba mostrando una sonrisa, de todas formas, no la culpaba de creer esas cosas, al final nadie más daba información del exterior de la ciudad — mejor no pensemos en eso, sigamos caminando ¿Te parece? — Naila asintió feliz, la tomó del brazo y ambas siguieron su curso, aunque sin rumbo fijo.

No iban a ningún lugar en específico, solo rondaban por la ciudad, a pesar de que la compañía era agradable, no había mucho que ver, al final, Cerillan era un lugar de pura nieve y casas, naturaleza no había nada, ya que los árboles habían sido talados, pero nunca los volvieron a plantar, y lo que quedaba eran troncos muertos, si deseaban encontrar más fauna debían caminar algunos kilómetros bajando la montaña.



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En el texto hay: cienciaficcion, amor, poderes

Editado: 10.03.2024

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