Naila se despertó en la misma habitación de siempre, se quedó mirando el techo del lugar por varios minutos.
Por suerte no se sentía extraña, ni tampoco le dolía nada, pero si estaba cansada, más bien no quería estar ahí, siendo usada como una rata de laboratorio, quería estar con su familia, con su mamá y hermanos, cuidarlos, proveerles comida como lo ha hecho el último tiempo, pero estaba atrapada ahí, en un lugar al que fue obligada a ir.
Cerca de medio día le fueron a dejar un poco de comida, como de costumbre, se levantó de la cama un tanto desorientada, pero al final llegó a la mesa y se sirvió un poco de lo que había ahí, pronto se sintió llena y se fue dejando el plato con casi la gran mayoría de la comida sin tocar.
Volvió a la cama a mirar el techo hasta que volvió a quedarse dormida.
Estaba en casa, sentada en el suelo, tenía un pequeño palo en la mano, alrededor de ella estaban sus hermanos prestándole mucha atención, por un momento Naila no supo lo que estaba haciendo, hasta que miro el suelo y vio las letras que había dibujado hace un momento, les estaba enseñando a leer a los menores.
No era un sueño, era un recuerdo, vio como todos comenzaron a recrear la letra en la misma tierra con sus respectivos palos, cuando lo lograron, ella le enseñó otra, dándole palabras que empezaban con la letra correspondiente, que escribía.
Los miró uno a uno, mientras seguían intentando recrear la nueva letra, quería abrazarlos, decirles que los amaba, en especial en aquella pequeña Ilse que se encontraba a su lado, pero no podía, no podía moverse a voluntad.
Quería volver con ellos, estar ahí para ellos.
El sueño siguió su curso hasta que volvió a despertarse, no sabía muy bien qué hora era, pero suponía que tal vez era cerca del atardecer, se sentó en la cama y miró el suelo, su pecho estaba apretado y tenía muchas ganas de llorar, pero no lo hizo, solo siguió mirando el suelo como si tuviera algo interesante, pero solo lo estaba usando de excusa para pensar en otra cosa, pero no podía.
Deseaba saber cómo estaba su madre y sus hermanos, en especial luego de perder a dos hijas el mismo día.
Naila, sabe que Kimhani no se permitiría estar muchos días en luto, ya que debía seguir trabajando para mantener a sus hijos, lo sabía por qué ya lo había visto un par de veces, cuando su padre desapareció, ella no pasó mucho tiempo que comenzó a buscar trabajo, y cuando a Ayuni se la llevaron pasó lo mismo, se permitió llorar un día y volver al trabajo al día siguiente como si nada.
Pero conocía a su madre, sabía que sufría, pero en silencio, sin decirle a nadie, pero notaba su tristeza cuando se acercaban ciertos días que tenían muchos recuerdos con su esposo e hija.
Temía que ahora, con esto se derrumbara, era poco probable viendo como había actuado otras veces, pero ya había sufrido mucho, aún tenía heridas sin sanar y se habrían más, eso le preocupaba, si por lo menos uno de los que se han ido volviera, podría ser un respiro para ella.
Se volvió a acostar, sus parpados se estaban cerrando por a poco, así que decidió tumbarse en la cama y dejar que se durmiera otra vez.
— No es necesario que lo hagas Naila — habló Kimhani un día que la chica había llegado con su primer botín de comida — estamos bien.
— Mamá, no me mientas, llevamos unos meses viviendo de tu sueldo, no alcanza — la diferencia de salario que recibía su madre al que recibía su padre se notaba, la cantidad de comida no era la misma, y ya no podían comprar ropa para el invierno — por favor acepta la ayuda, no seas terca.
— Es peligroso.
— Aal, y no me importa, es para tener algo de comer — se quedaron en silencio por unos segundos — mamá, ya sé que ya vendiste los libros que papá compró hace tiempo, tenemos problemas, por favor, déjame ayudar.
Le había costado mucho a su madre aceptar que su hija siguiera los pasos de aquella hija que ya no estaba, pero al final no le quedaba nada más que hacer y aunque se negara, sabía que la chica lo haría igual, no podía retenerla.
En ese entonces la mujer no se veía tan mayor, aún se veía de su edad, pero si se notaba más cansada, se le notaba más vitalidad y no le importaba hacer horas extras en la fábrica, pero eso fue la que la terminó destruyendo, trabajar muchas horas, sin la alimentación necesaria, en las peores condiciones, todo por un poco más de comida para sus hijos.
Así pasó los siguientes dos días, entre que se despertaba y volvía a sueños, que más bien eran recuerdos relacionados con su familia.
Cuando volvió de nuevo a la habitación común, se aisló otra vez, aunque con Creyl hablaba un poco, se perdía en sus pensamientos con su familia, así estuvo durante todo su primer día de vuelta hasta que decidió tomar cartas en el asunto.
Al día siguiente se fue a recorrer el complejo, tomó el tiempo que se demoraba entre la habitación hasta que llegaba a la salida principal, se veía que no había tanto militares custodiando la entrada, al fin y al cabo ¿Quién se iría si todos estaban ahí por decisión propia?
Decidió volver en la noche, para ver si había un momento en el que no quedara nadie, y efectivamente, entrada ya la media noche, el lugar quedaba desierto, nadie había en la puerta, era una forma fácil de huir de ese lugar. Se pensó muy bien cuando sería el día, y es que no podía en ese mismo instante, sus compañeros de cuarto podían delatarla, por lo que la mejor opción era cuando estuviera sola o que los otros estuvieran recién llegados, y es que estarían muy desorientados para notar su ausencia,