La Rosa

El primer Latido

Tras leer la carta enviada por mi padre, la guardé en mi escritorio y me dirigí a la antigua sala del trono, en donde me esperaban los administradores de la ciudad.

"Bienvenido, mi príncipe", dijeron tras mi llegada.

"Mi príncipe, el pueblo que se encuentra al norte de aquí está teniendo problemas con la comida. Las largas lluvias no han permitido que los cultivos crezcan y no poseen suficiente para resistir el próximo invierno. ¿Qué debemos hacer?", me informó el ex gobernador.

"¿Cuánto costaría el envío de alimentos para que resistan el invierno?", le pregunté al tesorero de la ciudad.

"La compra y el envío de alimentos nos costaría trescientos Sils de plata, no es una suma grande para el tamaño de nuestra ciudad, pero tendremos problemas si otro pueblo nos pide ayuda", me informó el tesorero.

"¿Cuál sería la razón de eso?", le pregunté al contador

"Debido a su llegada y al incremento de los precios extranjeros, no podremos pagar la compra y el envió de alimentos a los pueblos más alejados"

"¿Que quiere decir con mi llegada?", pregunte

"Antes de su llegada, compramos muebles nuevos y llenamos los almacenes del castillo"

"Quien autorizó esto"

"Fui yo mi príncipe" comentó el gobernador

"Preparen el envío y gobernador no vuelva a realizar compras innecesarias", les informé.

"Como ordené, mi príncipe, a continuación quería hablarle de la condición de la ciudad", dijo uno de los administradores.

"Continúa", le dije después de que se quedara callado.

"Los parques y baños de la ciudad son antiguos y peligrosos para nuestros ciudadanos. Necesitamos restaurarlos, pero el coste sería muy elevado", me informó el administrador claramente preocupado.

"¿De cuánto estamos hablando?"

"Solo la restauración de los baños costaría cuatrocientos Sils de platino y con la restauración de los parques serían otros seiscientos sils de platino".

"¿Cuántos Sils poseemos en las arcas de la ciudad?"

"Mi príncipe, en las arcas poseemos lo recaudado en los últimos tres años, que son veinte mil sils de oro, lo que equivaldría a un total de dos mil Sils de platino", me informó el contador de la ciudad.

"Comiencen con la restauración de los baños. La higiene del pueblo es más importante. Después podemos restaurar los parques", ordené y mis administradores comenzaron a trabajar.

"Mi príncipe, cada cuatro años debemos enviar mil sils de platino a la capital debido a impuestos, pero si comenzamos las reparaciones de toda la ciudad, con tan poca recaudación no podremos pagarle a la capital, tampoco podemos pedir un préstamo ¿Cuáles son sus órdenes?"

"No lo entiendo, Mirza es la principal ciudad mercante ¿cómo puede ser que no tengamos capital?"

"Mi señor, el coste de mantenimiento del ejército ha aumentado drásticamente, los marineros no han tenido una batalla verdadera desde hace dos años, por lo que reclaman un aumento o renunciarán, no pudimos perder nuestro poder militar, por lo que aceptamos pagar el aumento"

"Primero separen setecientos Sils de platino, se utilizarán para pagar el impuesto al imperio, recaudaremos durante el año el dinero que falta, también deben traer la lista de salarios e impuestos de la ciudad"

"Así se hará mi príncipe"

Las siguientes horas las pasamos trabajando en los diversos asuntos que requerían mi atención, hasta que se decidió parar por el día.

"Iré al jardín, diga que me lleven el té", le informé a uno de los sirvientes.

"Como ordené", respondió.

El jardín se encontraba en calma cuando llegué. Mientras esperaba el té, decidí caminar un poco. El dulce aroma de las rosas perfumaba el jardín. Mientras caminaba, mi mente recordó la fiesta y cómo pude reencontrarme con Elena una vez más.

"Mi príncipe, el Vizconde Claw se encuentra nuevamente en el castillo y solicita una audiencia", me informó un guardia.

"Si no queda de otra, tráiganlo aquí", le dije al guardia. El Vizconde visitó el castillo múltiples veces durante la mañana, siempre envié a un guardia a informarle que no me encontraba disponible, pero al cabo de una hora el regresaba y solicitaba una nueva audiencia.

"Mi príncipe, me place que aceptara verme".

"Vizconde Claw, debido a que ya me he cansado, acepté verlo. ¿Podría decirme rapido lo que desea hablar conmigo?".

"Mi príncipe, venía a disculparme por lo ocurrido", dijo Víctor mientras permanecía arrodillado.

"A mi parecer, yo no lo perdonaría, pero debido a que su familia es una de las más importantes de Mirza, los dejaré ir. Pero recuerde mi advertencia de anoche, si usted o su esposa cometen un error más, solo uno, perderán sus títulos nobiliarios", le dije a Víctor el cual hasta hace un momento parecía aterrado.

"Muchas gracias, mi príncipe. Prometo que no volverá a suceder".

"Una última cosa, estoy observando a su esposa, por lo que le advierto, si ella comete un solo error más, la expulsaré de Mirza y de todas las ciudades del imperio. Y si con eso no aprende, le pediré personalmente a mi padre que la expulse del imperio", le advertí a Víctor.

"No se preocupe, ella no volverá a cometer otro error", respondió Víctor.

"Si eso es todo, puedes retirarte".

"Mi príncipe, lamento molestarlo con esto, pero mi sobrina e hija desean disculparse por lo ocurrido y les gustaría que nos acompañe a cenar en nuestra mansión".

En cuanto escuché la invitación, comencé a considerar todo lo que involucra, si aceptaba la invitación y los nobles lo descubrían, podrían surgir ideas de que apoyo a su familia y para detener los rumores debería visitar a cada familia, pero si utilizaba un carruaje sin la cresta imperial y le ordenaba a mis hombres que no revelaran nada, podría ver a Elena y evitaría visitar a cada noble de la ciudad "Aceptaré su invitación a cenar"

"Se lo agradezco mi príncipe"

En ese momento, los sirvientes trajeron el té. Después de que el Vizconde se fue, tomé mi té en solitario observando la ciudad y el horizonte, "Dile al cochero que prepara el carruaje imperial, también envié una carta al Barón Conti, que informe que planeó visitar su mansión en estos días"




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