El sol comenzaba a iluminar el mar y los pájaros despertaban del sueño. Los guardias cambiaban turnos y mi padre se dirigía a la sala del trono conmigo.
"Envíen cartas a todo el imperio e informen que nuestro príncipe sigue con vida", ordenó mi padre.
"Como ordené, mi señor", dijo el gobernador.
"¿El chef ya está listo?", preguntó mi padre.
"Sí, mi señor. Anoche se consiguieron todos los ingredientes necesarios. El chef Villiers comenzará a cocinar tan pronto le sea posible", informó el cocinero a cargo de entregar el informe.
"¿Algún ingrediente que no pudieran conseguir?", preguntó mi padre.
"Ninguno, mi señor. Solo se nos complicó obtener pineberrys, pero un comerciante aún mantenía un barril sin abrir de esas frutas", respondió el cocinero.
"¿Los sirvientes ya comenzaron con la decoración?", preguntó mi padre.
"Sí, mi señor. Las tareas ya fueron entregadas y los sirvientes comenzarán cuanto antes a decorar el salón", respondió el gobernador.
"Ahora temas de gestión. ¿Cómo se encuentran los pueblos tras el invierno? ¿La infección ha atravesado el área de cuarentena?", preguntó mi padre.
"Los pueblos han informado que ninguna persona murió de hambre durante el invierno. Además, uno de los pueblos envió el trigo y la cebada sobrante", informó el gobernador.
"Mi señor, hemos podido controlar la escrófula. Los baños que nuestro príncipe ordenó reparar ayudan a mantener a los residentes limpios y a la infección alejada, pero los parques siguen siendo focos de infección para otras enfermedades. El médico en jefe solicita la restauración y limpieza de cada parque", informó el gobernador.
"¿Cuánto costaría restaurar todos los parques?", preguntó mi padre.
"Nos costaría unos doscientos Sils de platino y veinte Sils de oro mensual para el mantenimiento", respondió el gobernador.
"Comiencen la restauración. De ser necesario, la capital proporcionará el dinero que falte. Además, envíen una carta a las demás ciudades costeras. La carta debe informar sobre un envío de seiscientos Sils de platino, los cuales deberán ser utilizados para la restauración de los baños y parques", ordenó mi padre.
"Majestad, ¿no cree que seiscientos Sils son demasiados? Mirza es la segunda ciudad más grande del imperio. La tercera es Nara y dicha ciudad solo requeriría trescientos Sils para la restauración de los baños y parques", dijo el gobernador.
"No olvides que regularmente debo enviar soldados a las ciudades más alejadas de la capital debido a la corrupción. Por esa misma razón, decidí provocarlos. Más de un envío de Sils será interceptado o intentarán interceptarlo", dijo mi padre.
"¿A qué se refiere?", pregunté.
"Lo sabrás en su debido momento. Llamen al médico en jefe. Me gustaría que me informe un poco más sobre la enfermedad", ordenó.
"Como ordené", respondió un guardia, y salió a buscar al médico al puerto. Tardo más de treinta minutos en regresar.
"Majestad, el médico en jefe Bruno Paracelso", informó el guardia luego de ingresar a la sala del trono.
"¿Ha obtenido más información sobre la enfermedad?", preguntó mi padre.
"Sí, majestad. Muchas personas a las que pusimos en cuarentena por estar cerca de infectados han comenzado a presentar síntomas. Estas personas se encontraban aisladas de los infectados. Esta enfermedad ha dejado en claro que puede tardar incluso meses en presentar síntomas como tos con o sin sangre, fiebre, sudor nocturno o pérdida de peso", explicó el médico.
"¿Ha encontrado alguna cura o forma de combatirla?", preguntó mi padre.
"Aún no encuentro una cura, su majestad, pero estoy probando nuevas combinaciones de plantas que parecen combatir la enfermedad", respondió el médico.
"Continúe investigando. Cualquier solicitud que tenga será resuelta tan pronto sea posible", dijo mi padre.
"Se lo agradezco. Es momento de que regrese al puerto", dijo el médico antes de retirarse.
Al mismo tiempo que la luna iniciaba su ascenso en el cielo, los carruajes de las distintas familias nobles comenzaban a llegar. Dentro del gran salón, cuatro tronos fueron colocados para la familia real. Los nobles de menor nivel ya se encontraban dentro del gran salón. "Presentamos a su majestad el emperador Héctor Nabókov acompañado por su majestad la emperatriz Handan Yilmaz", anunció el presentador. la puerta se abrió y mis padres ingresaron. "Presentamos a su majestad el príncipe Arthur Nabókov, acompañado por su prima la duquesa imperial Nadia Müller" anunció el presentador y la puerta se abrió, ingrese al gran salón de la mano de Nadia. Aunque mi relación con mi prima era simplemente de cariño e interés en protegerla, más de una facción del imperio esperan que dentro de unos años, cuando ella entre oficialmente en sociedad me casé con ella, después de todo, el poder de mi tía en el sureste del imperio era muy conocido.
"Arthur, ¿por qué todos me observan de ese modo?", preguntó Nadia tímidamente, este era el primer evento social en el que participaba como miembro de la familia imperial
"No te preocupes por ellos. Solo sígueme hasta donde están mis padres", le respondí mientras la guiaba hasta su trono, el cual estaba ubicado junto al mío. Poco tiempo después, los invitados especiales.
"Presentamos a la condesa Elena Capell", dijo el guardia mientras ingresaba la hermosa joven de cabello rojo la cual volvió a captar la atención de todos. "Presentamos al Vizconde Víctor Claw acompañado por su esposa y su hija menor". Detrás de sus padres caminaba Aurora, quien captaba la atención de todos los jóvenes debido a su sedoso cabello castaño. "Presentamos a la Vizcondesa Ana Claw acompañada por su prometido Murat". Varios nobles observaron a la pareja sin comprender por qué una joven noble se comprometió con un plebeyo. "Presentamos a las baronesas Conti" las hermanas Gevherhan y Atike ingresaron al salón vistiendo vestidos muy parecidos entre ellos, si alguien las viera pensaría que son gemelas, pero realmente Gevherhan es la mayor "Presentamos a las baronesa Fiore" todos los nobles sabían que estas invitadas especiales, fueron rescatadas por mi, por lo que a nadie le sorprendió que entraran luego que la familia real.