Luego de dos días desde la llegada del barco Macenio, mi padre y yo estábamos de camino al puerto, el médico en jefe mando a uno de los guardias para informarnos que la tripulación ya se encontraba en condiciones para hablar.
"Bienvenidos, la tripulación los está esperando" Tras taparnos la boca ingresamos al área de cuarentena, dentro de una pequeña habitación nos esperaban quince personas
"Gracias por permitirnos hablar con usted" dijo uno de los hombres al ver entrar a mi padre.
"¿Quiénes son ustedes? Y ¿por qué han venido al imperio?"
"Soy el sargento Assib, el bey regente me ordenó venir al imperio y solicitar ayuda, nuestra gente está muriendo y ya no tenemos forma de detener el avance de la enfermedad"
"¿Por qué ahora? ¿Por qué ahora y no cuando enviamos a nuestros médicos?" les preguntes
"Nosotros no tenemos informes de algún médico que llegara al califato desde aquí"
"Como puede ser, envíe dos barcos al califato y su bey los rechazó" respondió mi padre
"Nosotros, nosotros no sabíamos, pensamos que el imperio se negó a ayudarnos, enviamos a tantos mensajeros y ninguno regresó" dijo Assib mientras se le formaban lágrimas, la enfermedad debió haberse llevado a alguien importante "Por favor ayúdenos, si necesitan dinero el bey regente está dispuesto a pagar"
"Preparen tres barcos y a algunos médicos, hijo tú irás con ellos"
"Como ordené padre" tras la orden de mi padre salí del edificio y me moví al puerto militar, ya en el puerto le informé al almirante que preparara los navíos que nos llevarían a mí y a los médicos hasta Sarabia
"Los galeones estarán cargados y listos para mañana" envíen a un marinero en cuanto estén listos, después de dar la orden me dirigí de regreso al castillo, en el camino nos topamos con dos carruajes detenidos frente a un albergue, ordené detenernos e ingresar, en el interior me encontré con muchas personas de clase baja comiendo, gracias a que me cubrí la cabeza ninguna persona pareció reconocerme, al acercarme a las ollas pude ver lo poco que podían comer
"Ve al mercado y compra pan, verduras y frutas, tú ve al castillo e informa al contador que doscientos Sils de oro de mi salario mensual sea apartado, ese dinero será utilizado para comprar verduras y frutas y algo de carne, las cuales se repartirán entre los cuatro albergues de la ciudad" les ordené en vos baja, al primer guardia le entregué una bolsa con cincuenta Sils de oro, cuando los dos guardias se fueron, seguí caminando y observando la situación de los ciudadanos, al final de una de las mesas en las que se servía sopa me encontré un rostro familiar, resultó ser Ana la prima de Elena, junto a ella se encontraba un soldado a quien reconocí de inmediato "Llamen a ese soldado, díganle que su comandante lo llama" tras dar la orden salí y lo esperé, él llegó rápidamente
"Señor, que es lo... perdone mi príncipe" me reverencio en cuanto me reconoció
"¿Cual es la situación?"
"Después de que nuestra condesa recibiera la noticia de su muerte, ella se refugió en los más necesitados, comenzó a visitar el albergue y poco a poco captó la atención de varias jóvenes nobles, la condesa entrega semanalmente cuatro Sils de oro, siendo lo máximo que puede gastar para que el albergue pueda tener sopa, mi prometida y su hermana juntas proporcionan dos Sils de oro al igual que las baronesas, otras nobles proporcionan la misma cantidad en los demás albergues"
"Estaré enviando dinero regularmente y me gustaría que me informes si el dinero no llega o si sucede algo"
"Como ordene mi príncipe"
"¿Arthur?", escuche decir a alguien mientras me preparaba para subir a mi caballo, en el momento que me giré fui recibido por un pequeño golpe en el hombro "Vienes y ni siquiera saludas" dijo Elena, rápidamente detuve a los guardias los cuales intentaron detenerla por golpearme.
"¿Si recuerdas que sigo siendo un príncipe?", le pregunté con una sonrisa
"Eso no te da el derecho de ignorar a una dama" comentó ahora con mejor humor
"Felicidades, Elena, me acabo de enterar de tu obra de calidad, me llena de alegría saber que también te preocupas por los más necesitados"
"Claro que me preocupo por ellos, no es como si tú ayudaras" comentó tratando de molestarme, para sorpresa de ella simplemente le sonreí
"Elena, escucha, mi padre me enviará al Califato para ayudar con la plaga de escrófula, no sé cuanto tiempo estaré en Sarabia, por esa razón me gustaría que te hagas cargo de un proyecto mío"
"¿Qué clase de proyecto?"
"Ven conmigo al castillo, ahí te lo explicaré todo"
"Pero y mis primas, ellas vinieron en mi carruaje, no puedo dejarlas" en ese momento acababa de subir en mi caballo y la tiré hacia mí "Aa... Arthur, por favor suéltame", pidió Elena quien ya tenía su rostro colorado
"Murat, dile a tu prometida y a su hermana que me llevo a Elena, la dejaré en la mansión cuando todo acabe"
"Si mi príncipe" dijo Murat con nerviosismo, rápidamente nos dirigimos de regreso al castillo, en cuanto atravesé la puerta de la muralla del castillo más de un guardia se quedó observando como llevaba a una joven noble entre mis brazos
"Lleven los planos de la ciudad a mi oficina" le ordené a un administrador que salía de la biblioteca
"Como ordené mi príncipe" respondió el administrador mientras me observaba a mí y a Elena, poco tiempo después el administrador ingresó a mi oficina y colocó el plano sobre el escritorio
"Debido a la investigación relacionada con mi intento de asesinato, mi padre incauto este espacio y los administradores piden la construcción de una nueva oficina para cobrar impuestos, el sumo pontífice quiere que se construya una nueva iglesia y los líderes militares sugieren la construcción de un nuevo cuartel, a mí pensar no necesitamos nada de eso, tú conoces la ciudad mejor que yo, por eso me gustaría preguntarte ¿que es lo que necesita esta ciudad?"