En La Sabaneta, la autoridad no la tenían los guardias, sino los pranes. Estos líderes criminales manejaban la prisión como un feudo personal, imponiendo sus propias reglas, administrando el dinero que ingresaba y decidiendo quién vivía y quién moría.
¿Quiénes eran los pranes?
Los pranes eran los jefes absolutos dentro del penal. No eran simples reclusos: tenían su propio ejército de hombres armados, conocidos como "luceros" o "gariteros", quienes se encargaban de la seguridad y el cumplimiento de sus órdenes. Estos jefes no solo dominaban La Sabaneta, sino que tenían influencia en otras cárceles del país.
El control total del penal
Cada recluso debía pagar por su derecho a sobrevivir. Se establecían tarifas para todo:
Quienes no pagaban eran enviados a las "celdas de castigo", espacios sin luz ni ventilación donde los reclusos eran golpeados o ejecutados.
La complicidad de las autoridades
El poder de los pranes no habría sido posible sin la corrupción dentro del sistema penitenciario. Guardias y funcionarios recibían sobornos para permitir el ingreso de armas, drogas y teléfonos móviles. Según exfuncionarios, el pran de turno podía ganar hasta 300.000 dólares al mes con extorsiones y negocios ilegales dentro del penal.
Testimonio de un exrecluso
"Aquí no mandaban los policías. Mandaban los pranes. Si querías comer, dormir o estar seguro, tenías que pagar. Era su cárcel, su mundo, y nadie podía desafiarlo."
La Sabaneta no era solo una prisión, era un sistema de poder donde el crimen organizado tenía el control absoluto.