Después de décadas de violencia, corrupción y dominio de los pranes, La Sabaneta llegó a su fin. En 2013, el gobierno de Venezuela ordenó el cierre definitivo del penal, trasladando a los reclusos a otras cárceles del país. Pero, ¿realmente terminó el problema?
El detonante: la masacre de 2013
El 16 de septiembre de 2013, un nuevo enfrentamiento entre bandas rivales dejó al menos 16 muertos dentro del penal. El conflicto, originado por la disputa entre los pranes, expuso una vez más la falta de control del Estado sobre la cárcel.
Tras la masacre, el gobierno anunció el desalojo total de La Sabaneta. La entonces ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, calificó la cárcel como “el infierno en la Tierra” y justificó su clausura como parte de una reforma del sistema carcelario.
El desalojo y la resistencia de los pranes
El traslado de los reclusos no fue pacífico. Los pranes se resistieron al cierre, temiendo perder su poder en otras prisiones donde no tendrían el mismo control. Durante el proceso, algunos intentaron negociar su permanencia en la cárcel, pero el gobierno no cedió.
El 18 de septiembre de 2013, comenzó el operativo. En cuestión de días, más de 3.500 internos fueron reubicados en penales de otros estados. Las imágenes mostraban a los presos saliendo semidesnudos, escoltados por militares armados.
¿Se resolvió el problema?
El cierre de La Sabaneta fue presentado como un avance en la lucha contra el crimen carcelario. Sin embargo, la realidad fue otra.
Algunos exinternos incluso aseguran que el cierre de La Sabaneta solo sirvió para reorganizar el crimen, dándole más poder a los pranes en cárceles más modernas.
Testimonio de un exrecluso trasladado
"Nos llevaron a otra cárcel, pero todo seguía igual. Los pranes mandaban, los guardias cobraban, y nosotros solo intentábamos sobrevivir."
La Sabaneta dejó de existir físicamente, pero su legado de violencia y corrupción sigue presente en el sistema penitenciario venezolano.