La noche era profunda, toda la sangre se diluía en la oscuridad, y todos los lamentos eran tragados por la tormenta.
En el momento en que el rostro de Pei Yuan fue marcado con una cruz, alguien observaba desde lo alto de un alero lejano. Su túnica ondeaba, inmaculada pese a la lluvia. Con las manos a la espalda, sonreía levemente mientras contemplaba el caos abajo.
Detrás de él, a tres pasos de distancia, un hombre vestido de negro esperaba con la cabeza baja.
—Ve a encargarte de un pequeño asunto con Pei Yuan —ordenó Yuan Zhaoxu—. La familia Pei y los Yun, del Ministerio, son enemigos jurados en la capital. Ya sabes qué hacer.
El hombre asintió sin hablar y desapareció con un destello.
Yuan Zhaoxu volvió a mirar hacia abajo. Su voz flotaba en la lluvia como una neblina tranquila.
—Qué cruz tan precisa... esta mujer...
※※※
Oculta en un rincón tras un muro, Elina se limpió rápidamente los rastros de sangre. Dio unas palmaditas a Lord Yuanbao sobre su hombro y sonrió.
—Gracias.
El gordito lo miró con desdén, apartándose como si su pelaje inmaculado no pudiera tolerar una mancha más.
—¡Bola peluda y arrogante! —murmuró Elina, saliendo decidida.
No sabía que, justo después de irse, un rayo rasgó el cielo como un hacha divina. En la luz, la habitación donde Pei Yuan yacía inconsciente se iluminó de pronto. Entre los destellos helados, un brillo más filoso cruzó el aire, seguido por una nueva explosión de sangre.
※※※
Esa noche de tormenta estaba destinada a no ser tranquila.
Lin Xuanyuan había dormido poco cuando fue despertado de urgencia. Al llegar y ver el estado de Pei Yuan, su rostro palideció como nunca.
La joven, inconsciente, tenía heridas que revelaban ya el hueso. Carne y hueso expuestos convertían su otrora hermoso rostro en una máscara de horror.
Lin Xuanyuan se quedó helado. Aunque los demás discípulos no conocían los orígenes de Pei Yuan, él sí. Su linaje era demasiado poderoso para ser ignorado. ¿Cómo dar explicaciones ahora a las fuerzas detrás de ella?
Había interrogado a cada sirviente, pero todos insistían en lo mismo: sólo vieron una sombra negra salir de la habitación. Nada más.
La repentina tormenta había borrado demasiadas pistas.
Sus arrugas se hicieron más profundas en una sola noche. Alzó la cabeza hacia el cielo, murmurando en su interior:
—¿Será este el fin de la secta Xuanyuan?
Su mirada se detuvo en las habitaciones de los invitados. Un pensamiento fugaz cruzó su mente: "¿Será por la visita del Gran Maestro del Reino Wuji?"
Pero de inmediato lo descartó. El anciano raramente salía de su residencia, y su relación con la secta siempre había sido buena. No tenía motivo para atacar.
Además, el médico reconoció una herida en el dedo meñique de Pei Yuan, cortado en ángulo ascendente: una marca clara de la técnica “Espada del Viento Furioso” del Clan Yun, enemigos políticos de los Pei.
Pero... ¿cómo supieron que Pei Yuan estaba aquí si su identidad estaba oculta?
—¡Nadie duerme esta noche! —rugió Lin Xuanyuan—. ¡Todos fuera a buscar al culpable! Ya activé todas las formaciones de defensa. Con esta lluvia, el asesino no podrá abandonar la montaña. ¡Debemos atraparlo aquí!
—¡Sí, maestro! —respondieron los discípulos al unísono.
—¡Recuerden! ¡Esto afecta el futuro de la secta! ¡Vivo o muerto, tráiganlo!
※※※
Una figura negra atravesaba la tormenta como una flecha. Se movía tan rápido que dejaba tras de sí estelas difusas.
Iba directa a la montaña trasera. Esa parte del complejo era la menos resguardada.
La figura no se detuvo ni un segundo. Subió rápidamente por una cumbre secundaria. Ella conocía ese camino: más allá había un valle, y en su interior, una cueva que conducía fuera del territorio de la secta.
Su paso era ágil. Bajo sus dedos, tocando la empuñadura de su espada, vibraba una energía verdosa.
Era el color de la cuarta etapa del arte marcial “Rompedor del Cielo”, capaz de destruir cualquier energía suave o interna.
Con la ayuda de Yuan Zhaoxu, Elina no sólo había recuperado su nivel anterior, sino que logró romper el estancamiento y alcanzar la cuarta etapa.
Esa fuerza le permitió atacar antes a Pei Yuan y dibujarle aquella cruz aun cuando ella ya estaba alerta.
Por desgracia, Pei Yuan estaba dispuesta a morir luchando, y Elina no quería un enfrentamiento suicida. Por eso se había retirado rápido, aunque eso implicara riesgos futuros.
Frente a ella, la cumbre se alzaba sombría bajo la lluvia. Los arbustos y árboles caían por el peso del agua, sin rastro humano.
Elina suspiró aliviada y sonrió.
Avanzó.
¡Clac!
Algo crujió bajo su pie, como una piedrita.
Pero Elina sabía que no era una piedra. Retrocedió de inmediato.
De repente, los arbustos se alzaron como serpientes. No eran ramas, sino una red oculta que cubría todo el terreno. En un instante, una trampa gigantesca saltó, levantando tierra y vegetación, mientras relucientes luces verdosas emergían de cada nudo de la red.
—¡Maldición! ¡¿También hay trampas aquí?! —maldijo Elina. ¿Cómo no lo había notado antes?
La red se desplegó cubriendo casi diez metros. La energía prestada por Yuan Zhaoxu comenzaba a disiparse. Con su fuerza actual, ni siquiera un inmortal podría escapar en un instante.
Elina cerró los ojos con desesperación. La red negra descendía como una tormenta. En sus ganchos, el frío resplandor de muerte.
Editado: 17.08.2025