La Secta del Sapo

1. Día sombrío

Había pasado el mediodía cuando Jeremy despertó, luego de una noche bastante agitada y llena de pesadillas. El cuerpo le tembló cuando sintió el frío del invierno calar en sus huesos, a pesar de estar envuelto en una gruesa cobija de peluche. El día estaba nublado, sin indicios de que el sol fuera a salir. Se levantó con dificultad, su cuerpo aún resentía la falta de sueño, y el estrés acumulado ya era demasiado.

Se dirigió al baño y se miró al espejo. Notó las ojeras profundas bajo sus ojos verdes, atestiguando la mala noche que había pasado. Se echó agua helada en la cara, esperando despejarse un poco, aunque consideró que le ayudó poco para no decir nada.

Al salir de su habitación, encontró a su hermano sentado en el sofá, viendo las noticias en la vieja televisión. Jordán, el gran danés, estaba echado en la pierna incompleta, fiel y protector como siempre.

—Buenos días —murmuró Jeremy, a pesar de ya haber pasado la mañana.

Jaison giró la cabeza y le ofreció una sonrisa cansada.

—Buenos días. O debería decir, buenas tardes. ¿Dormiste algo?

Jeremy se encogió de hombros, sin ánimos de mencionar sus pesadillas. Una vez más, soñó como se encontraba en su antigua casa, y como la traición de la mujer que amó le desboronó el mundo.

—Más o menos. —respondió, volteando la mirada a la televisión —. ¿Qué dicen las noticias?

Jeison apuntó a la pantalla con el control remoto mientras sacaba la cabeza de su amigo canino, el cual dio un bostezo.

—Es el reporte meteorológico, habrá un frente frío por casi dos semanas. Nos espera más de lo mismo: frío y más frío.

Ansioso, Jeremy asintió, sintiendo un escalofrío recorrerle cada milímetro de la espalda. El clima parecía estar en sintonía con su estado de ánimo: sombrío.

—Genial. ¡Justo lo que necesitamos! —comentó sarcástico.

Se dejó caer de golpe en el sofá junto a su hermano, el perro se movió y apoyó la cabeza en su regazo. Este acarició distraídamente mientras la transmisión cambiaba a una noticia de última hora.

La presentadora de noticias apareció en la pantalla, con una expresión profesional.

—Información de última hora. La policía encontró el cuerpo de un hombre decapitado y sin vísceras en las afueras de la ciudad. La víctima, de edad desconocida, tenía escrito en el pecho con cortaduras: “el sapo”.

Jeremy sintió que un escalofrío profundo lo recorrió de pies a cabeza. Jeison se tensó a su lado, apretando las muletas con más fuerza.

—¿Escuchaste eso? —murmuró Jeison.

Jeremy asintió, sin apartar la vista de la pantalla.

—Sí. Esto no pinta nada bien.

Jeison soltó una risa nerviosa. Y respondió:

—Me temo que no.

Jeremy no pudo evitar que su mente empezara a trabajar a toda velocidad. El hallazgo del cuerpo y el siniestro mensaje en el pecho de la víctima, le hicieron pensar en los rumores que escuchó sobre el grupo al que planeaba buscar. La desesperación lo había empujado a considerar esa opción, pero ahora sentía un nudo en el estómago al pensar en lo que eso realmente significaba, no sabía que tipo de personas eran, o si podía acabar tirado en la calle o en algún lugar sin vida.

—Jei, sí haré una visita esta noche al bar donde escuche aquellos rumores, quizás averigüe algo.

— ¿Ese bar no es a las afueras de la ciudad? —preguntó Jeison con preocupación.

El de pelo rizado asintió.

—Me temo que ese grupo pueda estar involucrado con la muerte del hombre decapitado.

—Pensé lo mismo Jei, pero no creo. ¡Espero no equivocarme!

—Por favor, Jeremy, ten cuidado.

—No te preocupes, hermano. Prometo que seré cuidadoso.

Jordán levantó la cabeza, como si percibiera la tensión en el aire, y lamió la mano de Jeremy en un gesto reconfortante. Este se inclinó y abrazó al perro, buscando un poco de consuelo en su leal amigo.

—Voy a hacer lo que tenga que hacer para sacarnos de esta, Jei. ¡Lo prometo!

Jeison asintió, aunque su expresión mostraba claro que no podía evitar hacerlo. Jeremy se levantó del sofá, sintiendo el peso de su decisión más que nunca, nuevamente deseó que las consecuencias resultaran positivas.

Jeremy pasó el resto de la mañana preparándose para la reunión que tendría más tarde. Antes de salir, se volvió hacia Jeison, que lo observaba con una mezcla de preocupación y esperanza.

—Volveré pronto. No hagas nada que pueda ponerte en peligro mientras estoy fuera.

Jeison asintió y levantó una mano en señal de despedida, su rostro se iluminó por una sonrisa juguetona.

—No te preocupes, Jeremy. Yo y Jordán estaremos aquí, viendo películas de terror, estaremos preparados para cualquier cosa. Si llega alguien a la puerta con una cabeza de sapo, te juro que lo haremos croar.

Jeremy rio, agradecido por el esfuerzo de su hermano por mantener el humor, y se inclinó para abrazarlo.

—Ten cuidado, Jeremy. Perdón que ínsita tanto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.