Jeremy avanzaba por las afueras de la ciudad, la neblina espesa envolvía cada rincón como un manto gélido. Por fortuna, la lluvia había apaciguado un poco cayendo no más que un sereno.
Recordó unas cuantas noches atrás, cuando por primera vez después de tanto tiempo, regresó aquel viejo bar, el cual frecuentó un par de veces años atrás. Allí, sentado en la barra, escuchó una débil voz femenina mencionar algo sobre un grupo que prestaba dinero, se sintió muy interesado en el tema y quiso saber más al respecto, pero al voltear hacia donde provenía la voz, encontró el lugar desolado. Agobiado, Jeremy suspiró regresando de los recuerdos de aquella noche, esperando conseguir algo de información en esta ocasión.
Finalmente, se detuvo frente a un bar oscuro y desaliñado conocido como: LicoShots. La neblina parecía penetrar incluso dentro del local, dándole un aire aún más siniestro. Al entrar, fue recibido por luces tenues y el murmullo de conversaciones entrecortadas. Mujeres bailaban sensualmente aferradas a tubos sobre la barra mientras clientes las observaban con atención.
Nervioso, Jeremy se acercó a la barra, donde un salonero de aspecto sombrío y un tanto intimidante se le acercó. Tenía la piel oscura como el carbón, el ojo derecho chueco y un parche cubría el izquierdo.
—¿Qué se te ofrece, chico? —preguntó con voz grave y rugiente.
Jeremy tragó saliva y buscó las palabras adecuadas, temía decir algo que lo llevara a un punto al que pudiera arrepentirse. Miró disimuladamente hacia los lados asegurándose de que nadie más estuviera cerca.
—¿Qué sabes sobre prestamistas en esta ciudad?
El mesero frunció el ceño. Jeremy temió haber sido muy directo con la pregunta.
—No tengo ni idea, colochitos. —expresó el salonero, burlista—. Aquí solo puedes conseguir una bebida y compañía, si eso es lo que buscas.
Jeremy se sintió desanimado al no recibir la respuesta que esperó, pero no estaba dispuesto a rendirse. Observó a un par de mujeres que se acercaron ofreciéndole su compañía, pero al decirles que no tenía dinero, se alejaron sin más interés. Sin embargo, una mujer en particular captó su atención: una morena con una chispa traviesa en los ojos. Con intención de averiguar algo decidió intentarlo nuevamente, con una sonrisa nerviosa se acercó a ella.
—Disculpa, señorita. Escuché que este maravilloso lugar es frecuentado por prestamistas. ¿Tienes información al respecto que pueda ayudarme?
Ella lo miró con interés, arqueó una ceja y guiñó uno de sus ojos, al cual a Jeremy le resultó difícil percibir su color, aunque al final le pareció de una tonalidad marrón.
—¿Y qué tienes para ofrecer a cambio? —inquirió la mujer, mordiendo suavemente su labio inferior.
Jeremy se sintió incómodo, pero sabía que necesitaba de su ayuda desesperadamente.
—No tengo dinero, pero puedo invitar a un trago o...
Ella sonrió con malicia.
—O una noche interesante, ¿eh?
Jeremy se sintió tentado a aceptar, pero antes de que pudiera responder, la mujer lo tomó de la mano y lo condujo detrás de ella. Con cada paso, sentía como un frío abrazador se aferraba a su cuerpo, además, las miradas penetrantes del público lo incomodaban. Finalmente salieron del bar bajo el sereno helado, y la morena se detuvo en un callejón al lado del local para hablar con mayor tranquilidad.
La oscuridad del sitio se intensificó debido a la densa neblina que lo envolvía, y el alto sonido de la música lo llevó a pensar que ese era el ambiente idóneo para cometer una atrocidad si la mujer así lo quisiera, después de todo, no la conocía, y sabía que toda persona que se impulsaba por dinero era capaz de casi cualquier cosa. Esperó no haber cometido un error al seguir a la morena hasta ese sitio, pues allí nadie lo veía, ni lo escucharían si gritara por ayuda de ser necesario. Sintió un escalofrío mientras la mujer lo observaba con curiosidad.
—Así que buscas al prestamista —dijo ella con voz suave pero firme—. ¿Qué sabes de él?
Jeremy se sintió presionado, pues no sabía nada al respecto, ni siquiera estaba seguro de si era real que había un grupo de prestamistas como lo escuchó de aquel rumor, aun así, llegó a la conclusión de que lo mejor sería aclarar que buscaba uno y no al grupo como tal.
—Oh, seré sincero… La verdad solo escuché una mención fugaz en el baño. —Mintió—. Un hombre atendió una llamaba y dijo que tenía una reunión con el prestamista, cuando salí del cubículo no había nadie más en el baño.
La mujer arqueó una ceja, claramente desconfiada.
—¿Y cómo planeas pagarle si no tienes dinero?
Jeremy titubeó, pensando rápidamente en una respuesta creíble.
—Podría... conseguir algo de dinero pronto. Pero primero necesito encontrarlo. Tal vez él pueda ofrecerme algún arreglo de pago, pero me urge algo de dinero.
La mujer sonrió con malicia.
—Interesante... supongo que podríamos buscar juntos. A mí también me urge algo de dinero.
Antes de que Jeremy pudiera responder, unas pisadas inesperadas detrás de él llamaron su atención haciéndolo girar. Un hombre con un pasamontaña negro emergió de la niebla helada, y con actitud atemorizante se acercó rápidamente hacia ellos.