Te recargas en mi hombro
Tu llanto no cesa
Yo solo te acaricio, Y me dices
¿Por qué la vida es tan cruel con tus sentimientos?
Yo solo te abrazo y te consuelo
Me pides mil consejos para protegerte
"Yo Quisiera" suena bajo, casi ahogado, en algún rincón lejano de la habitación. La lluvia golpea contra la ventana con fuerza, y su sonido se convierte en lo único que llena el silencio pesado que me envuelve. Siento las lágrimas secas sobre mis mejillas, como si el tiempo mismo se hubiera detenido en esa humedad salada que no se quiere ir.
La melodía se desvanece lentamente, y en su lugar, Guerrero de Emilia comienza a sonar, como una cruel ironía que me ahoga más. La imagen de mamá aparece frente a mí, nítida y dolorosa. Hoy se cumple una década sin ella. Diez largos años en los que su sonrisa ya no llena la casa, en los que el olor a Zabaglione ya no se esparce por cada rincón, cubriendo los recuerdos.
Unos suaves golpecitos en la puerta me sacan de mi tormento, resonando en el aire denso. Es papá.
Dejo escapar un suspiro que parece más pesado de lo que debería ser. Me siento sobre la cama, sintiendo el frío de las sábanas. Con manos temblorosas, arreglo mi cabello, un intento torpe de mantenerme unida, mientras limpio las últimas lágrimas que se resisten a desaparecer. Estoy usando el vestido que mamá diseñó para mí, el último regalo que me dio antes de que todo cambiara.
Bajo las escaleras con lentitud, como si cada paso arrastrara el peso de un día que nunca se borra, que no deja de seguirme. En mis hombros recae el dolor de este triste día, ese mismo que hace diez años, el 25 de octubre de 2013, a las 4:14 a.m., me arrancó la paz. Fue ese terrible llamado el que cambió todo:
“Amara, hija, tus padres están gravemente internados en el hospital…”
La voz de mi abuelo se entrecortaba, y yo ya sabía que algo horrible había sucedido. Papá había perdido el control del auto. "Quisieron asesinarlos, les cortaron los frenos," fueron las palabras frías de la policía.
Papá sufrió fracturas múltiples, pero mamá… mamá salió despedida del coche, atravesando los vidrios. El impacto la dejó en coma. Fueron siete largos meses de espera, sin esperanza, sin certezas. Dejé mis estudios, mi vida… para concentrarme en cuidarla, para estar a su lado, esperando que despertara. Cuidé sus camelias, aunque en realidad pagué para que alguien las cuidara, porque no podía permitirme perder un solo detalle.
Peinaba su cabello, le pintaba las uñas de ese color carmesí que tanto amaba, haciendo todo lo que sabía que la haría sonreír, aunque yo ya no pudiera ver esa sonrisa. Soñaba, rezaba… rogaba para que ella despertara. Pero, nunca lo hizo. Nunca volvió. Mamá se fue, y yo me quedé esperando, sin comprender que ya nunca volvería.
Diez años después, el dolor regresa, agudo y punzante, como si el tiempo no hubiera pasado. El vacío en el pecho se renueva, exactamente igual de fuerte. El sonido de la puerta cerrándose es lo único que resuena en el silencio que nos rodea. Mi padre me espera en el auto.
El camino es largo y silencioso, como si el peso del sufrimiento nos envolviera a cada uno de nosotros. El cielo está cubierto, gris, como el reflejo de nuestras almas rotas, anunciando una lluvia que nunca llega. Aferro las flores sobre mi pecho, como si, de alguna manera, pudiera sentirla aquí, a su lado, conmigo. Papá va unos pasos atrás, caminando con el mismo dolor que yo. Tal vez incluso más fuerte, porque él perdió el amor de su vida. Y yo… yo perdí a mamá.
Dejo las flores sobre la lápida, ese lugar que he visitado todos los fines de semana durante los últimos diez años. Mis dedos recorren su nombre, ese que se ha quedado grabado en mí para siempre, como una marca que nunca sanará.
Viviana Bianchi
1970 – 2013
Excelente hija, esposa y madre. Te amaremos y recordaremos eternamente.
Las lágrimas caen, silenciosas, como si se negaran a detenerse. Papá se arrodilla junto a mí, sin decir una palabra, sin mirarme. Pero nuestros dedos se entrelazan, y en el dolor del otro, encontramos algo de consuelo. Mamá se fue hace diez años. Y yo… hace diez años dejé de sonreír.
Hola, como están??!! Les dejo el primer capítulo de está historia. Espero que lo disfruten, tanto como yo lo hice al escribirla. Los leo!!
Att. Pamela Fernández