Aquella niña llamada Chloe era la peor cosa que había conocido en mi vida. Correteaba por toda la casa, saltaba y trepaba por las paredes. Esa criatura me volvía loca poco a poco. Rompía jarrones, cuadros y otras cosas de la casa. Luego yo recibía la culpa y Damián creía a su hermana pequeña. Para colmo, el pequeño Marc era otro diablillo. Me trataba como si fuera su mascota. Tenía 4 años y tiraba la comida al suelo. El pequeño disfrutaba viéndome arrastrar por el suelo para limpiar su comida en el suelo. Por otro lado lloraba demasiado y a la mínima que le regalabas o le dabas un pequeño toque de llamada de atención él empezaba a llorar. Ahora entendía porque todas las sirvientas no aguantaban ni una semana. Yo ya llevaba 5 días y me pareció una eternidad. Era cuestión de supervivencia aquella situación.
Aquel viernes de septiembre , mi quiento día, terminé tarde mi trabajo. Hice la comida, limpié el salón y cuidé sobretodo de Marc. Después de acostarlenme fui a mi habitación. Estaba derrotada. Me tiré a la cama y miré el techo blanco. Escuché unas risitas aguda.
- Sara, vete a dormir porfa. Es tarde...
Me levanté vagamente de la cama, sentándome en el borde. Busqué a Sara con los ojos. No había nadie en mi habitación. Sentó que alguien respirana detrás de mi cuello. Me giré rápido, sin ver a nadie. Suspiré y me convencí de que era mi imaginación. De la nada, la realidad se empezó a distorsionar. Había aparecido un bulto bajo la alfombra y las paredes blancas se mancharon de rojo. Me vino un olor muy fuerte a hierro: sangre. Levanté la alfombra y vi una escotilla. Eso no había estado ahí antes.
Decidí abrirla sin pensarlo dos veces. Estaba todo oscuro y no había escaleras. Era un hoyo sin fin.
- La curiosidad mató al gato, ¿lo sabías?- escuché decir a Sara.
Me giré y ahí estaba ella, observándome con su cabello rubio rizado y esos penetrantes ojos rojos. Me sonrió y empujó. Caí por el agujero y a los segundos me encontré rodeada de agua. No veía nada y gritaba. Todo estaba oscuro. Algo viscoso y peludo a la vez se movió entre mis pies debajo del agua. Escuché gruñidos y las carcajadas se Sara de fondo, en un eco. Tenía miedo, mucho miedo. Sentía que me ahogaba y que me hundía, pero permanecía en el mismo sitio y con la cabeza fuera del agua. La criatura gruñía más y más. Sentí que me mordió una pierna. Cerré los ojos y grité agonizando. Desperté escuchando una voz grave y firme.
- ¡Sara ya basta! Ya hemos hablado de esto, que la dejes en paz en sus horas de descanso. - comentó Damián.
Estaba en el salón, completa y sin ninguna mordedura. Mi sudadera blanca y vaqueros estaban mojados, al igual que mi pelo. Sentí cierto alivio al sentir el suelo de madera.
Damián me observaba de pie. Vestía elegante. Me miraba como si fuera escoria y no podía descifrar lo que él pensaba. Siempre mantenía una expresión amargada.
De repente sentí un punzón en mi frente. Puse la mano en mi cabeza y luego miré que tenía sangre.
- Si que eres frágil. - dijo Sara.
-Ouch...-e quejé de dolor por lo bajo.
Damián sacó de su bolsillo un pañuelo de una tela fina. Se acercó a mi. Le pegué por impulso nervioso. Aún temblaba. Sara se rió y él me miró impactado. Me levanté.
- Serás...
Me largué sin escucharle. Pensé en lo ocurrido. ¿Cómo era posible todo eso? ¿Cómo podía haber un pozo debajo del piso de madera de mi cuarto? Subí las escaleras y volví. La escobilla ya no estaba y las paredes estaban totalmente blancas. Pensé que se me dijo que Damián era demonio por qué era el jefe de laafia, pero realmente era uno. Yo aún dudaba porque no creí nunca en eso de la magia y lo paranormal. Creía únicamente en lo que veía. Probablemente estaba cansada y estaba alucinando.
-Solo necesito descansar- me dije.