La sombra de la leyenda

Capitulo 6

El aire en la sala, ya denso con la palpable presencia de lo desconocido, se había vuelto casi irrespirable tras el escalofriante golpe y la fugaz visión en el espejo ovalado. Un silencio tenso se cernía sobre el equipo, cada uno procesando a su manera la perturbadora secuencia de eventos. Omar, aunque visiblemente afectado, intentaba aferrarse a la lógica,con su voz ligeramente temblorosa.

—Debió ser... una resonancia. Algo en la estructura de la pared... y la imagen... sugestión colectiva.

Nina lo miró con incredulidad, sus ojos aún dilatados por el miedo. —Sugestión, ¿Omar? ¿También el lamento que grabó James? Esto es real. Demasiado real.

James, con el rostro pálido, revisaba su equipo de grabación, reproduciendo una y otra vez el breve gemido gutural. —Nunca había captado algo así. No hay ninguna fuente de sonido humana cercana que pueda explicarlo.

Laura, aunque asustada, sentía una punzante necesidad de comprender. Su mirada permanecía fija en el espejo ovalado, como si esperara que volviera a revelar sus secretos. Fue Omar, en un intento quizás de reafirmar su escepticismo o simplemente atraído por una curiosidad malsana, quien se acercó de nuevo al espejo.

—Voy a ver si hay alguna grieta o algo en el cristal que pueda haber causado esa distorsión —murmuró, avanzando lentamente hacia el espejo con la linterna en mano.

Se detuvo justo frente a él, la luz de la linterna iluminando la superficie polvorienta y el intrincado tallado del marco de ébano. Miró su reflejo, buscando alguna anomalía... pero no lo encontró. O mejor dicho, no se encontró a sí mismo.

El espejo mostraba la pared detrás de él, con la tenue luz de la lámpara de James proyectando sombras alargadas. Se veía el polvo flotando en el aire, reflejado por el cristal antiguo. Pero el rostro de Omar, su cuerpo entero, habían desaparecido por completo. Era como si se hubiera evaporado de la realidad reflejada.

Un jadeo ahogado escapó de sus labios. Parpadeó repetidamente, creyendo que sus ojos le estaban jugando una mala pasada. Se frotó la cara con las manos temblorosas y volvió a mirar. Seguía sin estar allí. El pánico comenzó a apoderarse de él, un terror frío y visceral que lo inmovilizó por un instante.

—¿Qué...? —¿Dónde estoy? —balbuceó, su voz apenas un susurro cargado de incredulidad y creciente desesperación.

Nina fue la primera en darse cuenta de su horror. Sus ojos se abrieron aún más al ver el rostro de Omar desencajado y su mirada fija en el espejo vacío. Se acercó con cautela, mirando el reflejo. Omar no estaba allí.

—¡Dios mío, Omar! ¡No te ves! —gritó, llevándose las manos a la boca con horror.

Laura y James se acercaron rápidamente, sus corazones latiendo con fuerza en el pecho. Miraron el espejo y luego a Omar, luego al espejo otra vez. Era cierto. El escéptico, el que buscaba explicaciones lógicas para todo, no tenía reflejo.

—Esto... esto no es posible —murmuró James, su voz temblando ligeramente. Acercó su mano al espejo, viendo su propio reflejo nítido. Luego miró a Omar, cuya mano también era visible en el mundo real, pero ausente en el cristal.

Omar retrocedió tambaleándose, como si el propio espejo lo repeliera. Su rostro estaba lívido, sus ojos llenos de un terror primario que nunca antes habían visto. —No... no puede ser... Estoy aquí... ¿Verdad ¡Estoy aquí!

Se palpó la cara, los brazos, como para asegurarse de su propia existencia. El no verse reflejado parecía haberlo desconectado de su propia realidad, sembrando una duda aterradora sobre su propia presencia.

Las teorías racionales de Omar se habían hecho añicos frente a este fenómeno inexplicable. El miedo se extendió rápidamente por el equipo, contagiando incluso a Laura, que hasta ahora había mantenido una cierta compostura. Ver a alguien perder su reflejo era una violación de las leyes naturales, una señal de que las fuerzas que habitaban la casa eran mucho más poderosas y aterradoras de lo que jamás habían imaginado.




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