Al día siguiente, con una mezcla de curiosidad y la necesidad de distraerse de la persistente ausencia de sus reflejos, el equipo viajó a San Fernando. James, especialmente, estaba decidido a investigar la leyenda del pasadizo subterráneo que supuestamente conectaba la Iglesia Mayor con la Iglesia del Carmen. La idea de un túnel secreto con una historia tan sombría lo mantenía intrigado. Omar y Nina, aunque aún lidiando con la inquietud de su experiencia en la Casa de los Espejos, esperaban que esta nueva investigación les ofreciera una distracción bienvenida. Laura, sintiendo la importancia de explorar cualquier posible pista, los acompañó
Al llegar al centro de San Fernando, cerca de la imponente Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo, James comenzó sus indagaciones. Se acercó a varios lugareños, preguntando discretamente sobre la existencia de un antiguo pasadizo que conectara con la Iglesia del Carmen, situada a una distancia considerable.
Las reacciones fueron variadas. La mayoría de las personas adultas a las que preguntaron mostraron sorpresa y desconocimiento. Muchos negaron rotundamente la existencia de tal túnel, considerándolo un cuento o un rumor sin fundamento. Algunos ancianos, con la mirada perdida en el recuerdo, mencionaron vagamente haber oído historias sobre túneles antiguos en la ciudad, utilizados quizás en tiempos de guerra o para contrabando, pero ninguno recordaba específicamente una conexión entre las dos iglesias.
Finalmente, encontraron a un hombre mayor, sentado en un banco de una plaza cercana, que parecía tener un conocimiento más profundo del pasado de San Fernando. Escuchó atentamente la pregunta de James y luego asintió lentamente. —Bueno, documentación oficial sobre un pasadizo directo entre la Mayor y el Carmen... que yo sepa, no existe. Pero siempre se ha hablado... historias de boca en boca, ¿sabe? De entradas selladas que se encontraban en sótanos de casas antiguas cerca de las iglesias. Nunca se ha probado nada, pero el rumor siempre ha estado ahí.
En un momento de su búsqueda, mientras tomaban un café cerca de un instituto, James decidió preguntar a un grupo de jóvenes que estaban sentados en una mesa cercana. —Disculpad, ¿sabríais algo de un antiguo pasadizo que conectaba la Iglesia Mayor con la Iglesia del Carmen?
Los jóvenes se miraron entre sí con sorpresa e incredulidad. Negaron con la cabeza al unísono, con expresiones de total desconocimiento. —Un pasadizo... ¿Aquí? No, nunca hemos oído nada de eso. —Suena a leyenda urbana antigua —comentó uno de ellos con una sonrisa escéptica.
James sacó un mapa de San Fernando y señaló la distancia que separaba ambas iglesias. La considerable extensión del terreno que supuestamente atravesaba el túnel lo dejó asombrado. Imaginó las oscuras profundidades bajo las calles de la ciudad, un laberinto oculto lleno de los ecos de un pasado sombrío.
Visitaron ambas iglesias, recorriendo sus alrededores con la esperanza de encontrar alguna señal de entradas tapiadas o estructuras sospechosas. La majestuosa Iglesia Mayor y la histórica Iglesia del Carmen guardaban sus secretos bajo una fachada de serenidad.
Al final del día, el equipo regresó a Cádiz sin pruebas concretas de la existencia del pasadizo. Sin embargo, la disparidad entre el vago recuerdo de algunos adultos y el total desconocimiento de los jóvenes sembró una inquietante duda en sus mentes. La idea de un túnel oculto, impregnado de la oscura historia de la Inquisición, comenzaba a teñir su percepción de la ciudad.
De vuelta en Cádiz, mientras la noche caía sobre la Alameda, el equipo reflexionaba sobre su día en San Fernando. Aunque no habían encontrado respuestas directas a los misterios de la Casa de los Espejos, la exploración de esta otra leyenda había abierto nuevas preguntas sobre los secretos que yacían ocultos bajo la superficie de la región. La ausencia de sus reflejos seguía siendo una perturbadora constante, pero la sensación de que Cádiz guardaba misterios más profundos y psicológicamente inquietantes comenzaba a desplazar el foco de su terror. El miedo a lo desconocido, a lo que podía acechar bajo tierra o en las sombras de la historia, comenzaba a insinuarse en sus mentes.