La sombra de la leyenda

Capitulo 18

La información obtenida de los niños pesaba sobre el equipo, una confirmación escalofriante de la validez de sus propias experiencias. La presencia de la niña en la Casa de los Espejos, lejos de desvanecerse, parecía intensificarse, y la inminente llegada de los obreros para la inspección y posterior remodelación generaba una sensación de urgencia palpable

Decidieron mantener una vigilancia constante sobre la casa, las cámaras ocultas, sus únicos ojos en la oscuridad de su pasado. Querían observar si la actividad paranormal se exacerbaba a medida que la fecha de la inspección se acercaba, temiendo las consecuencias para cualquiera que entrara en el dominio de la niña.

Unos días después, su temor se hizo realidad. Un pequeño grupo de personas llegó a la casa. No eran obreros con cascos y herramientas, sino más bien arquitectos o inspectores, equipados con planos y niveles láser, que comenzaron a evaluar el estado de la propiedad. Recorrieron las habitaciones, tomando notas y midiendo espacios, ajenos al terror que aún latía bajo las paredes desconchadas.

A medida que los inspectores avanzaban por la casa, el equipo, pegado a las pantallas de sus portátiles, presenció un aumento inquietante en la actividad paranormal. Las puertas se abrían y cerraban con violencia repentina, resonando con golpes secos en el silencio de la casa. Las luces parpadeaban erráticamente en las pocas lámparas que aún conservaban alguna conexión eléctrica, proyectando sombras danzantes y espectrales. Golpes sordos, como si alguien estuviera golpeando las paredes desde el interior, provenían de las habitaciones vacías.

Los fenómenos se volvieron más directos y amenazantes. Pequeños objetos, trozos de madera y fragmentos de espejo levitaron brevemente en el aire antes de caer con un ruido seco. Sombras oscuras, amorfas y escurridizas se movían con una velocidad antinatural en los márgenes de la visión de las cámaras. La sensación de frío, que ya conocían tan bien, se intensificó en ciertas áreas, envolviendo a los inspectores en escalofríos repentinos. A través de los micrófonos sensibles, captaron susurros más claros y definidos, aunque las palabras seguían siendo un murmullo incomprensible cargado de angustia.

La cámara enfocada en el espejo principal del salón capturó imágenes aún más perturbadoras. La figura de la niña aparecía con mayor frecuencia y durante períodos más largos. Su rostro, antes marcado por la tristeza, ahora estaba claramente contorsionado por una ira intensa. Sus ojos oscuros seguían con furia los movimientos de los inspectores, fijos en las áreas donde se detenían a examinar las estructuras. En varios momentos escalofriantes, pareció golpear la superficie polvorienta del espejo con sus manos pálidas y espectrales.

El equipo observaba las pantallas con creciente alarma, el silencio en la habitación tensado por los jadeos y las exclamaciones ahogadas. En el monitor, una puerta se cerraba de golpe con un estruendo que los hizo saltar, justo cuando uno de los inspectores pasaba por el umbral.

—¡Casi lo atrapa! —susurró Nina, con los ojos muy abiertos.

—Esto se está saliendo de control —murmuró Omar, su rostro pálido reflejando la tensión en la pantalla.

En otro monitor, la figura de la niña aparecía en el espejo, su rostro contorsionado por una rabia visible incluso a través de la baja resolución de la cámara. Parecía golpear la superficie del cristal con una furia impotente.

—Mira su cara... está furiosa —dijo Laura, con la voz temblorosa. Siente que están invadiendo su casa.

—Tenemos que hacer algo —declaró James, levantándose de la silla con brusquedad. Esos inspectores están en peligro.

—¿Y qué vamos a hacer, James? —respondió Clara, con un tono de desesperación. ¿Llamar a la policía y decirles que una niña fantasma está atacando a unos arquitectos? Nos van a encerrar.

—Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras alguien sale herido —insistió James. Vieron cómo se cerró la puerta, cómo cayeron los escombros... Algo raro está pasando, aunque no sepan qué.

—Podríamos intentar hablar con ellos discretamente —sugirió Laura, con cautela. Advertirles de que la casa no es segura, que hay problemas estructurales... algo que no suene a locura.

—¿Y si no nos creen? —replicó Omar, señalando la pantalla donde la actividad seguía aumentando. ¿Y si piensan que somos unos chiflados que quieren asustarlos? Para cuando reaccionen, podría ser demasiado tarde.

—Pero ¿qué otra opción tenemos? —preguntó Nina, con la voz quebrada. Vimos lo que les hizo a los niños... si se enfada más...

El equipo se quedó en silencio, la mirada fija en las pantallas que mostraban la creciente perturbación en la Casa de los Espejos. La ira palpable de la niña parecía intensificarse con cada paso que daban los inspectores, y la inminente llegada de los obreros se cernía sobre ellos como una amenaza aún mayor. La decisión de arriesgarse a revelar su increíble historia para proteger a unos extraños, o de seguir buscando una solución por su cuenta en una carrera contrarreloj, pesaba sobre ellos como un espectro invisible.



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En el texto hay: leyenda, terror, terrorpsicolgico

Editado: 27.05.2025

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