Ana permaneció inmóvil por un instante más, su mirada intensa escrutando los rostros aterrorizados del equipo en la oscuridad espectral. El silencio se prolongó, cargado de una tensión casi insoportable, mientras esperaban alguna respuesta a sus súplicas silenciosas
De repente, la luz pálida que emanaba de su figura comenzó a parpadear, de forma similar a como lo habían hecho sus linternas antes de apagarse. La luz se hizo más tenue, vacilante, como una llama a punto de extinguirse.
El frío que los envolvía pareció disminuir ligeramente, y la sensación de opresión en el aire se aligeró un poco. El silencio se volvió menos cargado, aunque la inquietud persistía.
En cuestión de segundos, la luz espectral se desvaneció por completo, sumiendo de nuevo al equipo en la oscuridad total. La figura de Ana desapareció con ella, tan repentina y silenciosamente como había aparecido.
El silencio que quedó fue aún más profundo, un vacío palpable que parecía burlarse de sus intentos de comunicación. La ausencia de la luz espectral y la presencia de Ana dejaron al equipo aún más desorientado y vulnerable en la oscuridad.
—¿Se... se ha ido? —susurró Nina; su voz temblaba ligeramente, buscando confirmación en la oscuridad.
Nadie respondió de inmediato. Todos estaban demasiado impactados por la repentina aparición y desaparición de Ana. La pregunta que flotaba en el aire era evidente: ¿por qué se había mostrado y luego se había ido tan rápidamente? ¿Fue una advertencia? ¿Una burla? ¿O simplemente una manifestación sin un propósito claro para ellos?
La oscuridad seguía siendo su única constante, y la sensación de estar atrapados en la casa, a merced de una presencia espectral impredecible, se intensificó. La breve aparición de Ana no había ofrecido respuestas, solo más preguntas y un terror aún más profundo ante lo desconocido.
En el silencio denso que siguió a la desaparición de Ana, la oscuridad total persistió por unos tensos segundos. El equipo permaneció inmóvil, sus sentidos agudizados por la ausencia de luz, intentando discernir cualquier sonido o señal de la presencia espectral.
De repente, con un suave zumbido, las luces de la casa parpadearon y volvieron a encenderse, iluminando el desorden y el terror grabado en los rostros del equipo. La luz, aunque tenue y parpadeante, era un alivio bienvenido después de la oscuridad opresiva.
Mientras sus ojos se ajustaban a la luz, notaron algo más. La puerta de la habitación, la misma que se había cerrado de golpe con tanta violencia, ahora estaba abierta de par en par; los escombros que bloqueaban las escaleras apenas estaban.
Un jadeo colectivo escapó de sus labios. La repentina restauración de la luz y la inesperada apertura de la puerta crearon una atmósfera de incredulidad y cautelosa esperanza. ¿Era una señal de que Ana los estaba dejando ir? ¿O era una trampa, una invitación a adentrarse aún más en su juego macabro?
James fue el primero en moverse, acercándose a la escalera con cautela, examinando abajo como si esperara ver algún tipo de mecanismo oculto.
—¿Qué...? ¿Cómo...? —murmuró, confundido.
Laura lo siguió de cerca, con el corazón latiéndole con fuerza. La posibilidad de escapar era tentadora, pero la reciente aparición y desaparición de Ana los mantenía en alerta máxima.
—Tengan cuidado —advirtió Laura. No sabemos qué está pasando. Podría ser una trampa.
Omar y Nina, aunque visiblemente aliviados por la vuelta de la luz, compartían su cautela. Después de los eventos recientes, confiaban poco en cualquier cosa que sucediera en esta casa. Clara permanecía en silencio, su rostro aún pálido, observando la puerta abierta con una mezcla de esperanza y terror.
La pregunta flotaba en el aire: ¿deberían aprovechar esta repentina oportunidad de escapar, o la puerta abierta era simplemente una nueva fase en el juego de Ana? La decisión que tomaran podría significar la diferencia entre la libertad y caer aún más profundamente en la pesadilla de la Casa de los Espejos.