La sombra de la leyenda

Capitulo 34

Con cautela y una mezcla de alivio e incredulidad, el equipo bajó las escaleras mirando la puerta abierta de la habitación de Ana. El oscuro pasillo parecía menos amenazante a la luz tenue que ahora iluminaba la casa. Sin intercambiar palabras, se movieron con rapidez, impulsados por el instinto de alejarse lo más posible de la habitación donde habían experimentado tanto terror

Bajaron las escaleras con cuidado, sus ojos escrutando las sombras en busca de cualquier señal de Ana. El vestíbulo estaba en silencio, pero la sensación de ser observados persistía. La puerta principal, inexplicablemente abierta de par en par, les ofrecía una vía de escape tangible.

Sin dudarlo, salieron a la calle fría. El aire fresco de la noche golpeó sus rostros, un contraste bienvenido con la atmósfera opresiva de la casa. Se detuvieron un momento en la acera, jadeando y mirando hacia la fachada oscura de la Casa de los Espejos, como si esperaran ver la figura espectral de Ana aparecer en alguna ventana.

Omar fue el primero en romper el silencio, su voz aún temblorosa. —¿Qué demonios acaba de pasar ahí dentro?

Nina asintió frenéticamente, abrazándose a sí misma. —No lo sé... No quiero volver a saberlo.

Clara, aunque visiblemente aliviada de estar afuera, tenía la mirada perdida, como si aún estuviera procesando los horrores que habían presenciado.

James miró a Laura, con el ceño fruncido. —¿Cómo abrió la puerta? Y... ¿Cómo pudo salir del espejo?

Laura negó con la cabeza, su mente luchando por encontrar una explicación lógica a lo ilógico. —No lo sé. No tiene sentido. Los fantasmas... se supone que no pueden hacer eso, ¿verdad? Manifestarse así en el mundo físico.

—Pero lo hizo —insistió Omar, con un escalofrío recorriéndole el cuerpo. La vimos. Estaba ahí, fuera del espejo.

La pregunta de cómo Ana, una entidad aparentemente ligada a los espejos de la casa, había logrado trascender esa barrera y aparecer físicamente ante ellos en la oscuridad, los llenó de una profunda inquietud. Si las reglas que creían conocer sobre los fantasmas se habían roto, ¿qué más era posible? ¿Qué significaba esto para su propia seguridad y para la naturaleza de la presencia que habitaba la Casa de los Espejos? El alivio de estar afuera se mezclaba con una creciente sensación de misterio y un temor persistente.

Laura frunció el ceño, pensativa, mientras miraba la fachada oscura de la casa. La teoría de que Ana estuviera ligada a los espejos parecía la más lógica hasta ahora. Su aparición fuera de ellos desafiaba toda comprensión.

—¿Podría ser...? —comenzó Laura, su voz cargada de incertidumbre. ¿Podría ser que la casa...? ¿Que ella...? ¿Esté reaccionando a lo de las obras?

James la miró, intrigado. —¿A las obras? ¿Por qué?

—Piénsalo —continuó Laura, tratando de ordenar sus ideas. Dijeron que iban a reformar la casa, ¿verdad? Eso probablemente implicaría quitar los espejos. Si Ana está ligada a ellos... quizás siente que su mundo, su prisión... está siendo amenazado.

Omar entrecerró los ojos, considerando la posibilidad. —Tiene sentido. Estaba furiosa cuando preguntamos por su muerte... quizás porque la traición ocurrió a través de un espejo. Y ahora... la amenaza de perderlos todos...

Nina tembló, abrazándose más fuerte. —Entonces... ¿Su poder está aumentando porque se siente amenazada? ¿Es por eso que pudo salir del espejo?

La idea era escalofriante. Si la casa y los espejos eran el ancla de Ana en este plano, la amenaza de su destrucción podría estar volviéndola más poderosa y desesperada. Su manifestación física podría ser una advertencia, una muestra de lo que era capaz de hacer para proteger su existencia.

—Si esa es la razón... entonces irnos no significa que estemos a salvo —dijo James, con un tono sombrío. Si la casa y Ana están reaccionando a las obras, su ira podría extenderse más allá de sus paredes.

La realización de que su escape físico podría no ser el final de su pesadilla se cernió sobre el equipo. Habían salido de la casa, pero la amenaza que representaba Ana, y quizás la propia casa, parecía seguir presente, ligada a un evento futuro que aún estaba por ocurrir.

Y no olvidemos lo que vimos —añadió Laura, su voz ahora cargada de una comprensión más profunda—. Las muñecas frente al espejo... la forma en que parecía interactuar con su reflejo. A Ana le gustaban los espejos. Quizás no solo eran su prisión, sino también algo a lo que se sentía conectada, algo que apreciaba.

La imagen de la niña interactuando con su reflejo, un pequeño consuelo en su soledad, añadió una dimensión más personal a su posible reacción ante la amenaza de las obras. No solo estaría perdiendo su ancla, sino también algo que le brindaba algún tipo de conexión o compañía en su existencia espectral.

—Eso lo cambia todo —murmuró James, con un tono de creciente preocupación. Si los espejos eran importantes para ella, la idea de que los quiten podría estar volviéndola desesperada... y peligrosa.

Omar asintió, con un escalofrío recorriéndole la espalda. —Entonces su aparición fuera del espejo... fue una advertencia. Una muestra de lo que puede hacer si intentan quitárselos.

Nina se abrazó aún más fuerte, su rostro reflejando un miedo renovado. —Tenemos que hacer algo. Si las obras siguen adelante, ¿quién sabe qué podría pasar?

La comprensión del posible apego de Ana a los espejos intensificó la urgencia de su situación. Ya no se trataba solo de un espíritu atormentado; ahora parecía ser una entidad que luchaba por preservar algo que le era querido, y su desesperación podría tener consecuencias impredecibles.




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