La sombra de la leyenda

Capitulo 37

El impacto del marco de fotos roto resonó en la habitación, dejando un silencio tenso y cargado de expectación. El equipo permaneció inmóvil; sus linternas temblaban ligeramente en sus manos mientras escrutaban las sombras, anticipando el siguiente movimiento de Ana

De repente, un crujido agudo rompió el silencio. Provenía de uno de los espejos más grandes que aún permanecían intactos en la pared. Una fina grieta comenzó a extenderse por su superficie polvorienta, como una telaraña de cristal.

El equipo observó con horror cómo la grieta se ramificaba y crecía, acompañada de más crujidos y astillamientos. Otros espejos en la habitación comenzaron a vibrar ligeramente, y pequeñas fisuras aparecieron en sus superficies.

El aire se volvió más frío, y una sensación de opresión llenó la habitación, haciéndoles sentir que algo terrible estaba a punto de ocurrir.

Entonces, a medida que los espejos se rompían y fragmentaban, comenzaron a vislumbrar algo dentro de sus reflejos distorsionados. No era su propio reflejo lo que veían, sino una figura oscura y retorcida que parecía agitarse detrás del cristal.

Los fragmentos de espejo cayeron al suelo con un tintineo escalofriante, y la figura se hizo más clara. Era la niña, Ana, pero su apariencia era aterradora. Su rostro estaba contorsionado por la rabia, sus ojos oscuros brillaban con una intensidad maligna y su boca parecía estar gritando un lamento silencioso. Su figura espectral parecía emanar una energía oscura y furiosa que llenaba la habitación.

El equipo retrocedió instintivamente, paralizado por el terror ante la visión de la ira de Ana manifestada de una manera tan directa y violenta. Los espejos, que parecían ser su conexión con este mundo, ahora se estaban convirtiendo en ventanas a su furia.

La visión de Ana, su rostro infantil distorsionado por una rabia espectral reflejada en los espejos rotos, heló la sangre del equipo. La furia que emanaba de su figura era palpable, una energía oscura que llenaba la habitación y los inmovilizaba con el terror.

Sin embargo, a pesar de la intensidad de su ira, Ana no se movió hacia ellos. Su figura permaneció atrapada dentro de los fragmentos de espejo, su grito silencioso resonando en la atmósfera opresiva. Parecía estar contenida, limitada de alguna manera al plano de los reflejos, incluso mientras estos se hacían añicos.

El estruendo de los espejos rompiéndose cesó gradualmente, dejando tras de sí un silencio cargado de tensión y el tintineo constante de los cristales cayendo al suelo. La imagen de Ana, furiosa y atrapada en los fragmentos, comenzó a desvanecerse lentamente, como si la energía que la había manifestado se estuviera agotando.

Finalmente, solo quedaron los espejos rotos, sus superficies astilladas reflejando débilmente la luz de sus linternas. La presencia de Ana parecía haberse retirado, dejando tras de sí un frío aún más intenso y la inconfundible sensación de una amenaza inminente.

—Creo... creo que esa fue su advertencia —susurró Laura, su voz temblaba ligeramente. Nos está mostrando lo que pasará si tocan sus espejos.

James asintió, su rostro pálido en la tenue luz. —Y no parece que vaya a ser bonito.

Omar tragó saliva con dificultad. —Entonces, ¿qué hacemos? ¿Simplemente nos vamos y dejamos que los obreros hagan lo que quieran? Después de lo que acabamos de ver...

La advertencia de Ana había dejado al equipo en un dilema aún mayor. Ahora entendían la intensidad de su apego a los espejos y la furia que la consumía ante la idea de perderlos. Ignorar esta advertencia podría tener consecuencias terribles, pero ¿qué podían hacer ellos para detener las obras?

Tras la escalofriante visión de la ira de Ana reflejada en los espejos rotos, un silencio pesado se instaló en la habitación. La ausencia de más manifestaciones y la sensación de que su presencia se había retirado llevaron a una tenue y falsa sensación de alivio entre el equipo.

—Quizás... quizás eso fue todo —susurró Nina, con la esperanza teñiendo su voz. Quizás solo quería asustarnos.

Omar asintió lentamente. —Esperemos que tengas razón. No quiero verla así otra vez.

Laura y James permanecían más cautelosos, la intensidad de la furia de Ana grabada en sus mentes. No estaban seguros de que la amenaza hubiera pasado tan fácilmente.

—No bajemos la guardia —advirtió James. Todavía no sabemos qué va a pasar el lunes.

En ese instante, como respondiendo a sus palabras, un golpe seco resonó en la planta baja. Luego otro, y otro más, cada uno seguido de un fuerte "¡clac!" que heló la sangre del equipo.

Se miraron con creciente horror al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Las puertas de la casa, una por una, se estaban cerrando de golpe. Podían oír los golpes sordos que provenían de diferentes habitaciones, acercándose cada vez más a su ubicación en la planta superior.

El silencio que los había engañado se rompió con una cacofonía de portazos violentos, creando una sensación de encierro inminente. La calma espectral había sido solo una pausa antes de una nueva manifestación de poder.

Finalmente, la puerta de la habitación donde se encontraban se cerró de golpe con un estruendo que hizo temblar las paredes. La oscuridad los envolvió momentáneamente antes de que la tenue luz de sus linternas volviera a iluminar sus rostros aterrorizados. Estaban atrapados de nuevo, y esta vez, la ira de Ana parecía haberlos acorralado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.