Habían pasado algunos meses desde que se había hecho novia de Abraham. De hecho, en un mes y medio cumplirían seis meses. Claro, tenía cosas más importantes en las que pensar. Como sus pésimas calificaciones.
El día estaba a punto de acabar, estaban en la última clase. Faltaba muy poco para que el segundo semestre terminara. Pronto vendrían los exámenes finales y todos estaban ocupados en repasar todo lo que pudieran. Después de un rato, las clases acabaron y todos se pudieron ir, excepto Diana.
-Tus calificaciones van de mal en peor- le decía la maestra que le había pedido hablar con ella después de clases. –Y me sorprende, fuiste una de las mejores alumnas el semestre pasado-
Diana solo prometió esforzarse más y se fue. No soportaba que le estuvieran recordando a cada rato que, de ser una de las mejores alumnas el semestre pasado, ahora estuviera por reprobar este semestre.
-¿Cómo te fue?- le pregunto Abraham quien se había quedado a esperarla en la salida.
-Necesito que me ayudes a pasar el semestre- le pidió tomándolo de la mano. Él se sorprendió ya que nunca había hecho eso.
-¡Claro! te ayudare a repasar todas las materias- le respondió con cariño. Ella le sonrió y empezaron a caminar hacia la casa de Diana. De pronto recordó la fiesta que los demás organizaron para el final del semestre.
-¿Recuerdas la fiesta que Regina organizo?- le pregunto a Abraham – Creo que será en una semana-
Él frunció el ceño, parecía incomodo.
-Si la recuerdo, solo que no me gustan las fiestas-
-Pero, ¿No vas a ir? ¿Prefieres que me vaya sola?-
-No, no quiero que vayas sola, solo que no soporto la música alta-
-¡Pero yo quiero ir!-
-No estoy prohibiéndote que vayas-
-Tú eres mi novio y se supone que debes acompañarme a todos lados-
-Si lo sé… iré a la fiesta, no te preocupes, no te voy a dejar ir sola-
Diana sonrió con satisfacción.