La Sonrisa De SofÍa

UN HOMBRE FIEL

Pasaron algunos días desde aquella apasionada noche que pasé en compañía de Manuel. Agradecí con todas mis fuerzas a Dios por haber puesto en los cielos aquellas nubes de tormenta, gracias a ellas mi esposo y yo logramos avivar el ardor de nuestros corazones y los ánimos de sacar adelante nuestra relación.

No volvimos a tener ningún inconveniente o discusión en todos los días venideros. A pesar de la carga laboral, Manuel hizo todo lo posible por llegar temprano al apartamento y no brindarle más tiempo del necesario al trabajo. El cambio en su temperamento fue bastante evidente, no volví a verlo alterado, el tono de su voz se hizo amoroso cada vez que se dirigía a mí y lo que más agradecí fue que no volvió a tener esa fría mirada que hacía cada vez que se molestaba conmigo, como me llenaba de miedo ver sus ojos iracundos.

Con el tiempo, mi esposo volvió a ser aquel hombre detallista que me enamoró con su caballerosidad, con su paciencia, con su disposición de conocer mi yo interior. Volvió a ser un hombre atento, intentando regresar a casa lo más temprano que podía para que saliéramos a cine o a cenar. Las flores volvieron a adornar el florero que había en mi mesita de noche y su dulce aroma permaneció en mi habitación para deleitar mis noches y permitirme soñar relajada.

La semana transcurrió rápidamente, al llegar el día viernes, un poco antes de las 6 de la tarde, miré un comercial de televisión que anunciaba una nueva edición de una feria del libro que se realizaría en la ciudad. Transcurrieron tantos años desde la última ocasión en la que tuve oportunidad de asistir a una de esas ferias del libro, creo que la última ocasión en la que asistí estaba en el colegio. Pensé que ir en compañía de mi esposo sería el plan perfecto, aprovechando que nuestra relación se encontraba mejor que nunca.

Esa noche Manuel regresó pasadas las nueve de la noche, poco después de servirle la cena, decidí mencionarle mis deseos de que juntos asistiéramos a la feria del libro, a lo cual mi querido esposo accedió gustoso. Estaba tan entusiasmada con la idea, que al día siguiente desperté temprano y lo afané para que se alistara lo antes posible, así llegaríamos a tiempo para disfrutar de todos los eventos que prepararon los organizadores.

 Ese sábado llegamos temprano al lugar del evento. Quedé sorprendida al ver la gran cantidad de personas que asistieron, lo que dificultó que pudiéramos movernos con tranquilidad por los pabellones. Pareciera como si me encontrara una vez más en la época del colegio en la que me apasionaba comprar cientos de novelas y perderme en la profundidad de aquellos mundos que los autores crearon con tanta dedicación. De lo emocionada que estaba me compré más de diez libros, quedándome con los deseos de haber comprado unos cuantos pares más.

En uno de los estantes estaba en exhibición un libro que me llamó la atención de sobremanera. Sentí una extraña sensación, como si la carátula me llamara a la distancia. Solté de inmediato la mano de Manuel y me acerqué al estante para tomar el libro.

El diseño de la portada era bastante inusual, me atrajo desde el primer momento y quise sumergirme sin meditación en sus letras para desvelar los secretos que rodeaban la historia principal. Era una novela que trataba sobre el amor inmortal y de las vicisitudes que tenían que sufrir los protagonistas para lograr estar juntos. Me bastó leer la sinopsis para comprender que no todas las historias de amor son iguales. Algo en lo que el autor hizo bastante énfasis, es que ninguna relación es fácil y si una pareja quiere permanecer unida, tendrá que vencer las barreras impuestas por la vida.

Me llené de esperanza al darme cuenta que todas las relaciones eran complicadas y solo el amor sería capaz de hacer que estas florecieran, perduraran a través del tiempo y a pesar las circunstancias desfavorecedoras. Continuamos recorriendo los pabellones, mirando los libros y las interminables filas que hacían las personas para conseguir el autógrafo de su autor favorito. La feria no era para la exclusividad de los escritores, sino también para que cientos de artistas tuvieran un lugar en el que pudieran exhibir su trabajo. El talento que poseían algunos de ellos, me dejó asombrada e incluso sentí una vez más aquel impulso de retomar la pintura.

La feria fue más entretenida de lo que esperaba. El tiempo transcurrió aprisa, disfruté mi estadía en el evento. Al salir de uno de los pabellones, nos dimos cuenta que la noche ya se había apoderado de los cielos. Estábamos agotados por lo que decidimos retirarnos a casa a descansar, además ya no nos cabían más bolsas en las manos, de todo lo que compramos.

Estaba tan agotada que lo primero que hice en cuanto llegué al apartamento, fue darme una deliciosa ducha, necesitaba relajarme y descansar. No tuve ánimos de cenar esa noche y junto con Manuel decidimos que lo mejor sería acostarnos a dormir. Ese fin de semana transcurrió sin ningún percance lo cual agradecí, todo indicaba que la estabilidad de Manuel, no era momentánea, sino que permanecería con esa frescura permanentemente.

El lunes en la mañana al despertar, miré a mi lado en busca de mi esposo, no estaba, se había marchado a trabajar muy temprano. No me despertó para que le alistara la ropa o le preparara el desayuno, el mismo se encargó de hacerlo. “Era tan atento conmigo y se preocupaba tanto por mi bienestar”, eso era lo único que yo pensaba. Estaba tan agradecida con Manuel y tan enamorada que no pude dejar de pensar en él durante todo el día, por lo que decidí ir a visitarlo a su trabajo.




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