La Subasta Perfecta

2.Sin arrepentimientos.

 

No suelo considerarme la persona más inteligente del planeta, todo lo contrario estoy al tanto de allí afuera hay personas que saben mucho más que yo, incluso Kal sabe mucho más que yo, y no es para menospreciar su capacidad intelectual, simplemente era una leve comparación entre él y yo, partiendo del hecho de que yo había al menos terminado la secundaria y él aun adeudaba un par de exámenes para poder conseguir su título.

Esta era la razón por la cual se encontraba atado a un trabajo tan insufrible como este. Sin embargo en más de una ocasión se había encargado de demostrarme que no era necesario haber usado toga y birrete y levantar un pedazo de papel en el aire mientras un montón de extraños celebraban ese triunfo que era mínimo comparado con otros, para ser alguien “sabio”. La vida podía educarnos de más de una forma.  Y él era la viva muestra de ello.

Con esto dicho que no eran más que pintorescos datos comparado con lo que estaba sucediendo tenía que admitir que mi cerebro estaba teniendo serios problemas con entender que es lo que había dicho.

Casi daba la impresión de que a mi mente le estaba costando un gran trabajo comprender lo que conllevaba que me hubiesen invitado a una cosa así. Fue precisamente por eso que no pude decir más que:

— ¿De que estás hablando?

Mi compañero meneó su cabeza y no pude ver con claridad si lo hacía porque se estaba divirtiendo con todo esto o si simplemente estaba genuinamente preocupado por mí.

—A ver— dijo y se inclinó por sobre la barra para estar más cerca mío— Tienes dos palabras— levantó una mano y la movió hacia su izquierda— Sociedad— hizo lo mismo solo que estaba vez con la mano derecha—Secreta—asintió—Si las juntamos, ¿que obtenemos?— preguntó uniendo ambas palmas— Sociedad secreta. Repite conmigo: sociedad secreta, sociedad secreta, sociedad secreta—canturreó como si él fuese un maestro y yo una niña de jardín de infantes a quien le estaba costando memorizar los colores.

No quiero que al contarles esto piensen que soy una persona violenta, claro que no, por supuesto que tengo días buenos como días malos no obstante soy una fiel creyente de que la violencia no soluciona absolutamente nada y que debemos arreglar los diversos inconvenientes de la forma más pacífica posible, lamentablemente esta vez mi mal genio fue más fuerte que mi lógica y antes de que fuera posible dar la orden de alto, mi puño estaba golpeando el hombro de Kal.

—Oye— exclamó segundos después luego de sufrir una reacción tardía al dolor— Eso dolió.

Una gran sonrisa asomó por  mi cara a la vez que la satisfacción invadía mi cuerpo.

—Es lo que te mereces por tratarme como si fuese una retrasada— respondí ofendida— Tenlo en cuenta para la próxima vez que quieras hacerlo de nuevo.

Sus ojos se abrieron como platos y a pesar de que no lo puso en palabras, algo que para ambos fue innecesario, sabía que no volvería hacerlo, no volvería a  subestimarme.

—Lo siento, es solo que estaba viendo que tenías serios problemas para tratar de comprender todo esto y quise ayudarte, no fue mi intención ofenderte—aclaró— Lo único que quiero es ayudarte y en lo posible mantenerte alejada lo más que pueda de los problemas. Es la promesa que les hice a tus padres.

Cuando él decía esto lo hacía para recordarme  que él  era una especie de “seguro” para que yo pudiera mudarme aquí. Mis padres se quedarían tranquilos siempre y cuando tuviese a Kalley pegado a mí, vigilando que no cometiera alguna locura, como acabar pasando más de una noche en el calabozo de alguna estación de policías o algo por el estilo.

Y por el momento lo habíamos conseguido. Por ahora.

—Y yo lo agradezco—contesté en un tono dulce y tranquilo que se contraponía con lo de recién— Es por eso más que nunca quiero que me expliques con palabras claras y precisas de que se trata todo esto, y  que dejes de lado todos tus prejuicios, entendiendo que si quiero hacer todo esto es porque estoy comenzando a aburrirme de mi vida y es de suma urgencia para mi enmarcarme en una nueva aventura.

— ¿Incluso si esa pone en riesgo tu vida?—inquirió un poco confundido, un poco aterrorizado.

Asentí.

—Ya me conoces, no soy de la clase de personas a la que le gusta quedarse quieta en un solo lugar mientras ve como la vida pasa delante de ella, no puedo permanecer  estática sin hacer nada, conformándome con lo poco que me da el destino, en especial si sus cartas son tan aburridas y absurdas como  tres ases en una mano de póker. ¿Dónde está lo emocionante en eso? Déjame decirte donde—lo señalé con mi dedo—En ningún lado. Lo emocionante, lo excitante es cuando debes desafiarte a ti mismo, pensar en alguna estrategia para ganar y llevarte todas las fichas, todo el dinero, el pozo mayor y eso es lo que esta oportunidad representa para mí, es por eso que quiero que lo sueltes todo—hice una pausa y pestañe eufóricamente, dándole mi mejor mirada de borreguito mojado— Anda, es un buen amigo y cuéntamelo todo.

Él soltó un suspiro lleno de frustración y pasó una mano por su cabello antes de volver a hablar.

—Bien, pero que consté que fuiste tú quien insististe— sentenció.

—Prometo que no habrán arrepentimientos de ninguna clase— le asegure y no pude contener mi emoción al decir eso.

—De acuerdo. Esta sociedad secreta…”La Table Elaitere” está diseñada y organizada para que sacie los deseos y anhelos de los hombres más ricos, poderosos de la ciudad. No tienes idea de cuantas de las personas que vemos circular por aquí forman parte de la misma, más  de una de las caras que hemos visto en la revista “Forbes” son socios vitalicios de la misma. Incluso alguno de ellos les han comprado membresías a sus hijos, a sus nietos para que sigan con la tradición. Una tradición, si puedo agregar, y dar mi opinión, que me parece por demás desagradable, denigrante y por sobre todas las cosas cuestionable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.