No voy a decir que tomar la decisión no me costó. Fue, creo y si no me equivoco, que una de las más difíciles que había hecho en los últimos años.
Habitualmente mis amigos y las personas que me han conocido por gran parte de mi vida saben que siempre estoy abierta a experimentar nuevas cosas. Lo hice cuando hice senderismo, o cuando salté de un avión e incluso cuando escalé una montaña con tan solo haber asistido a una sola clase de alpinismo.
Me gustaba decir que era dentro de lo que se podía alguien bastante valiente y optimista respecto a mis cualidades y las cosas que suponía que podía o no hacer.
Sin embargo este nuevo desafío que se me enfrentaba era completamente distinto al resto de los que había vivido antes. Posiblemente la carga que tenía estuviese relacionada con el hecho de que esto podría cambiar el rumbo de mi vida para siempre.
Es como si estuviese parada frente a una puerta, divagando, bamboleándome en su umbral de atrás para adelante mientras pensaba que debía hacer: si abrirla o no, si dar un paso atrás y quedarme con la duda por el resto de los tiempos.
Sabía que detrás de ella me esperaba algo totalmente distinto a lo que ya conocía y que mi mundo dejaría ser lo que había sido hasta ahora, no obstante estaba empezando a cansarme de la estabilidad de había alcanzado hasta ahora por lo que mejor que podía hacer en este momento era tomar cartas en el asunto y hacer algo al respecto.
De hecho fueron las palabras de Kalley las que me impulsaron a pasar el fin de semana garabateando en mi pizarra los nombres de los hombres que “supuestamente” formaban parte de esta especie de logia secreta. Era de suma importancia para mi investigar a fondo de quienes se trataban porque por más que querer formar parte de esto pareciese algo ridículamente peligroso e irresponsable de mi parte tenía que admitir que una cuota de responsabilidad le metía a este asunto, después de todo no quería acabar en la casa de algún pervertido y ser recordado como la niña boba e ingenua que por ser demasiado codiciosa lo perdió todo.
—No creo que precisamente la mesa sea uno de los lugares más cómodos para acostarse a dormir—dijo Kal en un tono de voz lo suficientemente alto como para obligarme a abrir los ojos— O al menos esto no fue lo que mi doctor recomendó la última vez que lo visite— agregó dejando bruscamente una jarra de jugo recién exprimido y un omelette sobre la mesa, justo debajo de mi nariz— Él asegura que esto nos puede traer varios problemas cervicales y de cabeza.
Gruñí algo en voz baja que ni siquiera yo fui capaz de entender y a lo que él le hizo caso omiso ignorándolo por completo.
—Y me parece que tienes suficientes de esos ya—comentó por lo bajo a la vez que le pegaba un sorbo a su vaso— ¿Qué es lo que has averiguado hasta aquí?—preguntó retirando con la misma delicadeza con la que coloco el jugo los papeles que descansaban debajo de mi brazo.
Levanté con cuidado mi cabeza y pose mi mirada sobre la tuya, tratando de enfocarlo ya que las 6 horas seguidas en frente de una pantalla habían causado su correspondiente efecto en mis cansados ojos.
—Hasta que tu viniste y te presentaste ante mí para interrumpir las pocas horas de sueño que me quedan libres, he conseguido averiguar que hay una familia que se dedica al negocio del petróleo metida en esto, otra que se dedica a los bienes raíces y un joven heredero, quien tomó la inteligente decisión de usar el dinero de su familia para invertir en la industria hotelera pero que trae consigo lo suyo. Una madre que murió en cuanto él nació y un padre está demasiado ocupado “cazando” a su próxima presa para que se convierta en su próxima esposa, descuidando a su primogénito.
—Toda una joyita. Da la impresión que tiene todos los números para ser alguien con serios problemas emocionales o al menos de estabilidad mental.
Solté una ronca carcajada y pellizque el omelette para llevarme un trozo a la boca. Mi estómago reclamaba que le metiese algo de comida dentro.
Había pasado más de 10 horas sin probar bocado y si, antes de que lo pregunten me había tomado muy en serio todo esto de buscar datos sobre los hombres que podría encontrar en ese lugar.
— ¡Oye!—exclame pasando una mano por mi cara— ¿Dónde quedo eso de no juzgar a un libro por su portada? ¿Es que acaso no te ha enseñado nada la vida sobre eso?—inquirí ofendida por su comentario aunque para ser sincera no tenía idea de porque había reaccionado de esa manera, no es si conocería al sujeto y sintiese la necesidad de defenderlo— Tal vez no sea tan malo como pensamos y sea una buena persona.
—Permíteme decirte algo, linda. Si él está metido en todo esto y asiste regularmente a estas reuniones definitivamente no es tan “bueno”. Puede que lo sea alrededor de sus amigos, y su familia o lo que le queda de ella. Quizás salude a los perritos en la calle y colabore con alguna que otra obra de caridad que ayude también a fortalecer su imagen pública pero eso es solo la fachada. Evidentemente este sujeto oculta una faceta que no quiere que nadie más vea y eso querida amiga es claramente una “red flag”.
Tapé mi boca con mi mano para evitar que viese la sonrisa estúpida y burlona que se había formado en mis labios.
—Veo que para ti no es tan gracioso – masculló mordiendo el pan con mermelada— Y no podría estar más en desacuerdo contigo. Solo te estoy protegiendo, Athena— añadió y se puso a revisar uno por uno los papeles que me había quitado, y yo con solo observar la expresión en su rostro me di cuenta de que no mentía y no exageraba. Realmente estaba preocupado por lo que me podía llegar a pasar
—No tienes por qué estarlo – le aseguré quitándole importancia al asunto – Prometo tener pre marcado el 911 en mi teléfono y mantenerte al tanto de todo lo que surja en el camino, si necesito de tu ayuda encontrare la manera de comunicártelo— dije llevando dos dedos a mis sientes y fingí tener poderes telepáticos.
Editado: 21.02.2022