La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 14

Un fuerte estruendo despertó a Kháli, seguido de una tremenda sacudida y muchos gritos. Personas comenzaron a salir de la única puerta que llevaba hacia el interior. Pedazos de madera caían por todos lados. Julian gritaba órdenes a todos desde el timón.

Cai estaba de pie y la ayudó a levantarse con un solo tirón, Reff y Diana estaban corriendo buscando refugio.

-¡¿Qué sucede?! – gritó Kháli confundida.

-¡Nos están atacando!

Se escuchó otro estruendo y el barco volvió a sacudirse, Cai tomó de la mano a Kháli y comenzó a correr hacia la dirección de la puerta. Kháli pudo ver entonces que otro barco negro estaba a cierta distancia lanzando cañonazos, destruyendo la nave de Julian.

Cuando estaban frente a la puerta, Cai intentó abrirla, pero no pudo. Reff y Diana estaban a su lado, todos estaban asustados y sin saber qué más hacer.

-¡¿Dónde está Jim?! – quiso saber Kháli dándose cuenta que no había corrido junto a ellos.

Ambos comenzaron a buscarlo con la vista y lo notaron durmiendo exactamente en el mismo lugar que la noche anterior. Kháli corrió de vuelta.

-¡Kalligheil, no! – gritó Julian desde donde estaba.

Haciendo caso omiso, Kháli llegó hasta Jim con varias astillas de madera atoradas en su cabello y ropa. Segundos después, a su lado estaba Cai.

-¡Jim! ¡Despierta! – lo sacudió frenéticamente.

-¡Es inútil! – gritó Cai.

Por un momento, Kháli sintió que el corazón se le hundió. Pensó que Cai iba a abandonar a su amigo ahí, pero en su lugar, tomó a Jim entre sus brazos y ordenó a Kháli que lo sujetara por la camiseta. Al hacerlo, comenzaron a correr de vuelta hacia la puerta. Antes de llegar, uno de los mástiles cayó impidiéndoles el paso.   

-¡Desháganse del Foilok y pongan a los jóvenes Guerreros a salvo! – ordenó Julian a sus hombres y mujeres, tratando de hacerse oír en medio de los cañonazos. 

Cinco personas se dirigieron a la puerta para liberar a la criatura que estaba ahí y tres se dirigieron hacia Cai y Kháli para ayudarlos a cruzar sobre el mástil. Cuando estuvieron del otro lado, vieron a un enorme monstruo escurridizo ser obligado a salir por la pequeña puerta. La criatura era parecida a un pulpo gigantesco, pero la cabeza parecía tener cien bocas con dientes redondos y los tentáculos tenían mil espinas por lo que al sacarla del barco hizo tanto daño como el bote enemigo. 

Sin embargo, lo que más horror causaba era que la criatura podía hablar. De cada boca que tenía, salía una voz diferente y todas gritaban insultos y maldiciones; eran voces graves y agudas, de jóvenes y de viejos. A Kháli le causó náuseas ver y oír aquella bestia.

Cuando los hombres la arrojaron al mar, los Peones finalmente pudieron entrar. Fueron guiados tan solo al primer nivel inferior. Aún no se sentían seguros, pero fueron explicados de que si eran llevados a niveles más profundos y la parte baja del barco fuera abierta por un cañonazo, el ácido los mataría.

Los dejaron en el camarote del capitán. Cai colocó a Jim sobre un lado de la cama, pues esta era grande.

-Tu amigo parece tener el sueño pesado, – comentó Reff.

-No, – Kháli estaba sumamente preocupada. –Jim tiene el sueño más ligero que yo.

-Es verdad, – agregó Cai, – cuando Rita vino por nosotros tardaste en despertar a pesar que Jim y yo hicimos bastante ruido y él se despertó cuando coloqué mi mano sobre él.

-¿Entonces qué le sucede? – preguntó Reff.

Kháli tocó la mejilla de Jim, no tenía fiebre ni estaba sudando, tan solo parecía dormido. - ¿Jim? – dijo suavemente. No hubo respuesta alguna. – Tal vez estaba muy cansado.

En ese momento Julian irrumpió en la habitación, se dirigió directamente a Jim y de forma brusca le dio la vuelta.

Para sorpresa de Kháli, fue Cai quien exclamó molesto: -¡Oye! ¿qué estás haciendo?, 

-Lo que temía, – dijo Julian dejándoles ver lo que había encontrado.

En la espalda de Jim, justo en el lugar donde las cinco agujas se habían insertado, ahora tenía el mismo número de agujeros, parecían de medio centímetro cada uno y estaban rodeados por una sustancia negra muy grotesca.

Kháli miró horrorizada.-¡¿Qué es eso?! – Reff, Diana y Cai tenían las mismas expresiones de repulsión.

-Veneno de Ceiba Negra. Las agujas que le lanzó Fausto la tenían.

-¡Pues haz algo rápido!

-No tengo lo que necesito para curarlo aquí, y con el barco siendo atacado no puedo hacer nada.

-¿Qué hay de savia de monja blanca? ¿No tienes aquí?

-La savia de monja blanca sirve para moretones y heridas leves, no para veneno. Los únicos que pueden extraer este veneno son Alfiles o sus discípulos, – dijo contemplando a Kháli.

-¡Yo no puedo hacer nada! – exclamó ella cuando todos la veían expectantes – ¡Ni siquiera sabía que ese veneno existía!

-Otros podemos quitar ese veneno pero no tengo lo que se necesita para eso y toma demasiado tiempo, lo lamento, debo irme.



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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