La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 22

¡Levántense! ¡Levántense! – Kháli sacudió a sus compañeros y les quitó las sábanas de encima.

Cai estaba de pie en un segundo.

-¿Qué? ¿Qué sucede? – preguntó Jim tratando de levantarse. - ¿Ya han pasado seis horas? -miró el reloj en la pared. - ¡No han pasado seis horas! 

Todos intentaban incorporarse, rascándose los ojos y bostezando.

-¡Es Fausto! – exclamó Kháli sin dejar de tratar de despertarlos completamente, el más difícil fue Alan, tuvo que pegarle varias veces en su estómago para conseguir una reacción coherente de él. - ¡Ya tiene a un Peón, no tardará en venir por nosotros o llegar con el faltante!

-¿Rochelle? ¿Tiene a Rochelle?, – preguntó Alan ansioso.

-No, tiene al otro. Debemos llegar a Rochelle antes de que sea tarde.

Sin esperar, ella salió de la habitación mientras los otros se colocaban sus zapatos y se alistaban para seguirla.

En la sala, el padre de Alan hablaba por uno de esos teléfonos que aún utilizaban cable por lo que estaba arrastrando la parte inferior por todo el suelo mientras iba y venía en un caminar ansioso.

-¡Sí, ya sé que es casi medianoche, Jannet! – decía, acariciándose la frente y apretando los párpados. – Ya te dije que no nos recordábamos, ya sabes cómo olvido las cosas… Sí… sí, ¡estoy trabajando en ello! ¿Qué importa que sea de madrugada? Hace unos días, tu hija presumía de haber conocido a un argentino por internet y haber chateado hasta las cuatro de la mañana, así que estoy seguro de que sigue despierta…

-¿Con quién habla? – preguntó Reff al salir de la habitación.

-Con la madre de Rochelle, la está tratando de convencer de que hay un campamento. Al parecer les encantan esas actividades, me dijo que es casi seguro de que la dejaría ir. Le dirá que el grupo la encontrará en un templo cerca de aquí, eso nos dará la oportunidad de llegar antes que ella, debemos dejarla sola el menor tiempo posible. Tan solo recemos que Fausto no llegue a ellas primero.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Debes venir ahora! – continuaba el Padre de Alan quien en ese momento hablaba con Rochelle. – El grupo sale a las cuatro de la madrugada, quieren subir a la laguna temprano y hacer no sé qué alabanza ahí. Te vieron en las noticias escalando ese volcán en el que te perdiste. Quieren que vayas con ellos, – hizo una pausa para escuchar.

Los demás estaban ya casi listos para partir.

-¿Kháli? ¿Dormiste algo?, – inquirió Reff muy preocupado lo que hizo que ella se preguntara cómo se veía, se sentía cansada y le habían comenzado a arder los ojos. Afortunadamente, el dolor en sus brazos había aminorado.

-No, pero no hay tiempo.

El padre de Alan colgó el teléfono y marcó de nuevo, esta vez a una agencia de taxi.

-¿Iremos en taxi?, – preguntó Cai.

Ella asintió. – El templo está a media hora de aquí si caminamos, llegaremos más rápido en taxi. Además sigue lloviendo, – añadió con resentimiento.

La fuerte lluvia aún se escuchaba.

-Yo no podré ir, – anunció Jim. – No creo que dejen que Daphni entre al auto.

Kháli sintió una pesadez en su estómago, había olvidado a Daphni por completo.

-¿Qué tal si vas montado sobre ella?, – sugirió Alan, a Jim se le iluminó el rostro con la idea.

-¡De ninguna manera! – exclamó Cai con firmeza lo cual hizo que Jim se enojara. - ¡Está lloviendo y jamás has montado a ese animal, no creo que sea sensato intentar por primera vez en este momento! ¡Además hemos dicho que ninguno debe estar solo! ¡Probablemente Fausto venga en camino y si no es él, serán sus compinches!

-¡Pero es una buena idea! – Jim casi suplicaba, pero su tono era igual de furioso. – Si salgo ahora puedo estar ahí casi al mismo tiempo que ustedes. ¿Qué tan difícil puede ser montar? Soy un caballero, lo llevo en la sangre…o en las muñecas. Como sea, no soy indefenso, aún tengo mi espada, – dijo mostrándola.

-Eres un Peón, no un Caballero. He dicho que no irás sólo.

-¡Tú no me mandas! – gritó Jim con ferocidad. 

Kháli se frotó las sienes. - ¡Cálmense! Cai, el que Jim vaya montando puede ser la única opción. No podemos dejarlo a él o a Daphni ya que no tenemos pensado volver. Jim, vete, – dijo tratando de alejarlo de Cai. Lo empujó suavemente hacia la puerta. Temía que comenzaran a lanzar puñetazos.

El padre de Alan, quien había terminado de hablar por teléfono, le mostró a Jim por medio de un mapa cómo llegar al Templo, no era tan difícil ya que la mayor parte del camino era en línea recta. Luego envolvió a Jim con una bolsa de plástico, cubriendo también la espada que había tomado. – Para protegerte un poco de la lluvia, – dijo.

Kháli abrazó a su amigo antes de que éste saliera.

-¡Los veré ahí! ¡Se los prometo!

Afuera, la lluvia formaba charcas grandes, hacía frío y la noche estaba muy oscura. Jim desató a Daphni del poste en donde la había dejado hace unas horas. 

Con mucho nerviosismo, intentó sentarse sobre ella. Aún no tenía silla, así que sin ayuda le fue algo difícil, pero Daphni dejó que lo hiciera como si fuera lo más normal para ella. A pesar del clima y la situación, se sentía bastante bien, como si la potra fuera una extensión de él. Acomodó su espada para que no lo lastimara a él ni a ella y un poco inseguro de qué hacer sólo se removió en su asiento. - ¿Arre?



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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