La sustituta

Capítulo 5

Dentro de la lujosa cafetería que hace parte de los hoteles que son propiedad de Alejandro Manchego y que Matías administra, observa a la pequeña figura que está delante del vidrio.

Desde el fondo, sus ojos cafés solo la observan con desaprobación e inquietud. Le molesta ver la inseguridad que muestra al recibir el trabajo que él desea. O tal vez sea solo temor a lo desconocido. Solo espera que ella no lo vaya a hacer quedar mal con su padrino. Cansado de esperar, sale y se le acerca por la espalda y le toca el hombro sin poder imaginar la reacción de la chica.

Milagro, de manera instintiva, solo se gira y le da un fuerte puño en el estómago sacándole el aire.

—Pero, ¿qué te pasa? — dijo el hombre furioso—. ¿Por qué eres tan agresiva?

Ella lo miró a los ojos con sus mejillas coloradas y tartamudeó de puro nervio.

—Lo siento— dijo sin dejar de observarlo y trató de extender la mano para tocarlo, pero este de inmediato se apartó, furioso con ella —. No fue mi intención lastimarlo. Solo que cuando se vive en las calles hay que defenderse todo el tiempo...

Matías miró a la joven con rabia. Nunca en su vida una mujer le había levantado la mano y esta parecía un luchador. Tenía fuerza que le sacó hasta el aire y ella se mantenía tan fresca y campante. Tal vez llevarla ante su padrino no era buena idea. Que tal saliera dándole trompadas a ese viejo indefenso y débil.

Milagro solo lo observó en silencio. Lo más seguro es que ahora ya no le daba el trabajo.

—Lamento mucho lo que pasó— dijo ella y al notar aún cómo sus ojos brillan de odio, respiró profundo—, entonces me voy...

Matías solo resopló molesto.

—¿Entras o no? —preguntó tajante—. No tengo tiempo que perder.

Ella, al oírlo hablar con tanta autoridad, solo frunció el ceño torciendo la boca. Al oírlo, parecía muy molesto, pero parece que necesita con urgencia a una persona. Dejó escapar una larga boca de aire para dejar ir sus miedos.

— ¡¿Será?! — dijo ella de mala gana al sentirse pillada. Su mirada ardiente la desarmaba con tal fuerza —. Al menos confiemos que me dé algo que comer.

Matías, al oírla, solo la miró con desprecio. Hay algo en ella que lo inquieta, que le molesta. Algo que no logra descifrar. Sin embargo, está en juego la felicidad de su padrino y no hay vuelta atrás.

—Si no has comido algo, no hay problema— dijo, colocándole una mano en la cintura y empujándola al lugar donde ella se rehúsa entrar.

Los ojos de Milagro miraron a la mesera que le encanta echarla y humillarla.

— «Esto va mal»— pensó—. «Ya me veo saliendo como bólido a toda marcha de este lugar».

Ambos entraron al lugar y se sentaron en una pequeña y elegante mesa, uno frente al otro. Él, sin saber que la mesera desprecia a la joven, la mandó a llamar y le hizo servir un suculento desayuno, el que devoró la joven con hambre bajo la atenta mirada del hombre.

Matías se tomó el tiempo de explicarle lo que desea que ella haga y que el tiempo solo depende del tiempo de vida de su padrino. Él jamás imaginó que la joven tuviera tanto conocimiento, sus preguntas eran concisas y claras.

—En un documento se deja establecido que todo fue idea mía. Tú solo vas a ayudar a un buen hombre que pronto va a morir— dijo sin dejar de mirarla.

—Eso sería como una enfermera, pero debo llamarlo abuelo y no, señor— dijo ella con algo de gracia.

Matías frunció el ceño. Si era algo así.

La joven terminó de comer, se limpió la boca con un además sencillo y luego sonrió al mirarlo a los ojos.

—Muy bien, entonces acepto, seré la nieta sustituta de don Alejandro.

Los dos formaron unos documentos y él le dio una copia a ella.

— ¡Guárdalo!, eso es para protegerte— dijo cortante y se levantó de la silla—. Ahora se te llevara a uno de los hoteles de la familia Manchego para que te bañes y cambies esos harapos que tienes para presentarte hoy mismo ante mi padrino.

— ¡Hoy mismo! — dijo aterrada.

Alejandro salió con paso seguro, dejando a la joven atrás y sacó su móvil.

—Tobías, recuerda que te había recomendado que se grabara la conversación que iba a tener con la joven. Ven a buscarlas personalmente y la espero hoy mismo en mi oficina.

—Sí señor Lombardo— dijo el eficiente hombre—. El penthouse Dorado ¿está listo?

—Sí, señor. Todo está como usted lo ordenó— respondió Tobías.

Matías respiró de manera profunda. Al solo pensar en traicionar a su padrino le duele, pero quiere verlo feliz antes de partir.

—¡Jason! — llamó al hombre que estaba esperándolo a la salida del restaurante —. Acompaña a la señorita Rodríguez y llévala al hotel. Cuando estés lista, la llevas a la clínica, me llamas antes de subir a la habitación de mi padrino – dijo enfático al dar órdenes y saliendo de aquel lugar.

Milagro quedó atónito por la propuesta que le hicieron. Era algo que no debía hacer, porque era engañar a una persona buena y enferma, era malo. Sin embargo, su necesidad económica era tan imperiosa que no lo dudó en ningún momento. Sabe que más adelante se va a arrepentir por tomar esta decisión equivocada, pero ya es hora de salir de vivir de las calles y esconderse en cualquier hueco que encuentre para evitar que Luis Benítez y su esposa Estela la encuentren para hacerle daño.

Ella está convencida de que ellos saben sobre sus orígenes. Ella sabe quiénes son sus verdaderos padres y la buscan, es solo para obtener dinero.

Ella no les va a dar gusto ni la oportunidad de seguir aprovechándose de ella, ya bastante daño le han hecho.

—Señorita Melissa, por favor, me sigue — dijo Jason de manera cortes. Tomando la silla y esperando que ella se levantara.

Milagro solamente sonrió. Era la primera vez que la atendían como a una dama.

— ¡Gracias, guapo! — le dijo con coquetería. Jason solo ocultó una sonrisa divertida. La verdad era una mujer que tenía una chispa especial que le calentaba el corazón.




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