La Tentación del Cazador

2. El primer movimiento

Thomas Warren no era un hombre que se conformara con medias tintas ni caminos fáciles. Su reputación como agente del FBI se había construido sobre una base sólida de disciplina, perseverancia y una dosis de dureza que intimidaba a sus propios compañeros. No había crimen que no pudiera resolver, ni objetivo que se le escapara por mucho tiempo. Por eso, cuando llegó la orden de volar a Londres para una misión de alto perfil, no dudó en aceptar.

Su objetivo era Katrina Morelli, una de los criminales más buscadas en Europa, y él estaba dispuesto a usar todas sus habilidades para atraparla.

La primera vez que vio la fotografía de Katrina, sintió una punzada extraña. Era una imagen de seguridad borrosa, pero mostraba suficiente: una mujer de estatura media, cabello oscuro y ojos que parecían dos pozos insondables, llenos de secretos y de una frialdad inquietante.

Sabía que ella no era una criminal común. Era una mujer meticulosa, inteligente y difícil de atrapar, una artista en su campo. "Interesante", pensó, deslizando los informes a un lado. La atracción que sintió al observar la fotografía fue instantánea, aunque trataba de disimularla tras su profesionalismo.

Thomas llegó a Londres en un día nublado, el tipo de clima que siempre le parecía adecuado para una ciudad con tantos misterios como ella misma. Al instalarse en la sede del FBI local, comenzó de inmediato a revisar toda la información disponible sobre Katrina.

Su lista de crímenes era impresionante: robos de joyas en los museos y galerías de arte más exclusivos, fugas de seguridad imposibles y un historial limpio de pistas que desafiaba cualquier intento de rastrearla.

Su equipo estaba a su disposición, y él había pedido específicamente a su contacto en Londres, el inspector Andrews, que le preparara un resumen detallado de los últimos movimientos de Katrina. Andrews, un hombre bajo y fornido con un aire de constante agotamiento, lo recibió en una pequeña oficina abarrotada de expedientes.

—¿Así que eres el famoso Thomas Warren? —preguntó, mirándolo con cierta cautela mientras le extendía la mano. Thomas avanzó y estrechó su mano con firmeza.

—Así es. Espero que hayas preparado todo lo que pedí.

—Por supuesto. Aunque te advierto que esta mujer es diferente. Katrina no es la típica ladrona. De hecho, no sería extraño si nunca llegáramos a capturarla.

Thomas sonrió con una mezcla de confianza y desafío. Ese tipo de advertencias solo lograban alimentar su determinación.

—Déjame decirte algo, Andrews. La mayoría de los criminales tienen un patrón, una debilidad. Solo hay que saber dónde mirar. Y yo, pienso mirar cada rincón de esta ciudad hasta encontrarla. —Habló confiado, Andrews lo observó unos segundos, luego le entregó un archivo grueso lleno de fotos, mapas y anotaciones.

—Aquí tienes lo último que sabemos de ella. Hace dos noches, robó "La Dama de Escarlata" de la galería Marlborough. Nadie vio nada, y los guardias están convencidos de que es algún tipo de fantasma.

Thomas revisó rápidamente el informe. La precisión y la limpieza de Katrina al ejecutar sus golpes era admirable, aunque él nunca se lo diría a nadie. Cada detalle estaba calculado con una precisión obsesiva. Sabía que enfrentarse a alguien así sería un reto, pero eso era precisamente lo que lo motivaba.

—Dime algo, Andrews —murmuró despreocupado, mientras seguía hojeando el informe—. ¿Cuál es el lugar donde menos esperaría encontrarla? Porque si ella es tan buena como dicen, sabrá que estamos buscando en todos los sitios obvios. —Andrews soltó una risa breve y cansada.

—Tienes razón, pero eso hace que todo sea más complicado. Katrina tiene escondites en toda la ciudad. Aunque logramos ubicar uno de ellos en el este de Londres, lo dejó antes de que llegáramos.

—¿Así que estamos cazando fantasmas? —preguntó Thomas con una sonrisa torcida.

—Exacto. Pero tengo algo que tal vez te interesa. Se rumorea que Katrina es una habitual en el club de arte y literatura conocido como "La Dama en Llamas". Es un sitio exclusivo, lleno de artistas y amantes del arte. Casi todas las noches tienen eventos y exposiciones, y parece el lugar perfecto para que alguien como ella se mezcle y pase desapercibida. —Thomas asintió.

El club de arte sería su primer movimiento, una manera de estudiar a Katrina y entender su mundo. Esa noche, se preparó para asistir al lugar, sin intenciones de hacerse notar. Sabía que, en ese tipo de misiones, la paciencia y la observación eran más valiosas que cualquier persecución a gran escala.

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El club de arte era un lugar de elegancia tenue y luces cálidas, con paredes decoradas con obras de artistas emergentes y una atmósfera cargada de una calma engañosa. Thomas entró al lugar y se mezcló con la multitud.

Vestía un traje oscuro y llevaba una copa en la mano, observando cuidadosamente cada rincón. La había visto en las fotos sacadas de las cámaras, pero no tenía idea de cómo lucía exactamente Katrina fuera de ellas, ni si había cambiado de apariencia, pero estaba dispuesto a descubrirlo.

Recorrió el lugar con calma, deteniéndose de vez en cuando para mirar las obras de arte, aunque en realidad no tenía el menor interés en ellas. Su mirada vagaba por los rostros de los presentes, buscando algún indicio, algún gesto que delatara a su objetivo. Finalmente, la vio.




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