La teoría de 3+1

6. VICTORYA

20 de septiembre

 

VICTORYA

 

Hay muy pocas cosas en el mundo que me desconecten del universo en su totalidad. He practicado yoga y meditación por años, pero nada es tan efectivo para mí como lo es correr. Adoro la sensación de frescura que deja el viento sobre mi rostro. La adrenalina me transporta a otro lugar, me hace sentir como si volara alejándome de cada una de las cosas trágicas que pensamos a diario y que solo sirven para hacernos creer que no somos suficientes.

Por ejemplo: mi madre.

Emilia Moon es una mujer de carácter fuerte, carismática cuando le conviene. Es alguien que sabe lo que quiere y como obtenerlo; por supuesto, conoce a la perfección como manejar su vida y su trabajo. Sube ambas cosas hasta la cima del rascacielos más alto, balanceándolas con las puntas de sus dedos sin que ninguna caiga, sin que se desvíen del camino o interfieran con sus asuntos más importantes.

El problema es que también quiere manejar la mía a su antojo.

Me educaron para ser la hija perfecta. Buenas calificaciones, sobresaliente en deportes y artes. Amante de la naturaleza, los animales y las personas. Me enseñaron a seguir las reglas sin atormentarme; no obstante, seguir al pie de la letra las reglas impuestas por mi madre es algo que hasta el día de hoy no puedo manipular, porque eso significa convertirme en esa clase de personas egocéntricas que solo se preocupan por sí mismas; con exactitud, en lo que Emilia Moon quiere que me convierta.

Correr me ayuda a pensar más que cualquier otra cosa. La agilidad de mis piernas tonificadas me permite avanzar a una buena velocidad y alejar cada uno de esos pensamientos tóxicos que tengo hacia mi familia. Hacia ella, específicamente.

Con mi papá la situación es muy diferente, porque soy la única hija mujer de la familia. Tengo dos hermanos mayores, uno de ellos, está sumergido en el mundo de la actuación y el otro está por terminar la escuela de medicina.

Dejándolo en claro con mis palabras más sinceras, soy la niña de papá. Nuestra relación es mucho más afectuosa que la que tengo con mi madre. Mi papá me escucha, me alienta a conseguir lo que quiero y confió con toda plenitud en sus consejos; en cambio, Emilia Moon solo hace una cosa.

Decirme con una detallada precisión todo lo que tengo o debería hacer cada segundo de mi vida. 

Esta noche debo acompañarla a una cena, lo cual no me disgusta, pero estaría mucho más contenta con la idea si no la conociera, si no supiera que va a pasar cada minuto de la velada tratando de hacerme ver como ella.

No puedo esperar para que regrese a casa y deje mi nueva vida universitaria en paz.

A causa de mi letargo, sin querer mi hombro roza con el de un chico. Ambos nos detenemos, él me observa de pies a cabeza con una mirada para nada cautelosa. Por mi parte, me limito a dedicarle una sonrisa cordial y continúo con mi camino. Siento la presión de su mirada sobre mí mientras me alejo.

La debilidad de un hombre siempre radica en la mujer, sin importar sus preferencias.

Alrededor de cuarenta y cinco minutos después, subo de dos en dos las escaleras del edificio en dirección al departamento que comparto con mis amigas. Hay elevador, pero prefiero terminar mis ejercicios con esto. Este lugar fue un regalo de mi padre justo después de graduarme. Fuimos muy suertudas de que a las tres nos aceptaran en la misma universidad, porque ha sido parte de nuestro sueño de vida desde que entramos en la secundaria.

Y, gracias al prestigio de mi familia, no tenemos que preocuparnos por pagar alquiler.

El problema es que me hubiera gustado hacer las cosas por mí misma, una vez más, sin la influencia de mis padres sobre esta. Ahora solo tengo que agradecer y seguir porque tengo la fortuna de vivir bajo el ala de una familia sustentable.

Suelto mi largo cabello justo cuando llego al pasillo. Soy la combinación perfecta de mis padres, a diferencia de mis hermanos. El mayor es la viva copia de mi padre. Luego el menor es muy parecido a mi madre. Mientras que yo soy la mezcla de ambos; cabello rubio igual al de Emilia Moon y ojos verdes iguales a los de Axelian Moon.

Una vez adentro del apartamento. El ruido en la cocina acapara mi atención, por lo que voy directo hacia ella; de inmediato, un delicioso aroma a Brownies de chocolate con mantequilla de maní me hacen agua la boca y quiero ahorcar a Avril.

—¿Por qué me haces sufrir? —pregunto de manera trágica, tomando asiento en uno de los taburetes a un lado de la isla.

Avril danza de un lado a otro al ritmo de una enérgica canción de One Direction, al tiempo que mezcla una especie de crema con un batidor manual. No puedo evitar bajar la mirada hacia la superficie donde tiene un montón de ingredientes.

—No es mi culpa que tú no disfrutes de los placeres de la vida —Deja el recipiente sobre la isla y alcanzo a ver que se trata de una cobertura de mantequilla de maní a la que comienza a agregarle chispitas de chocolate.

Estiro mi brazo para tomar el envase de leche que usó.

—Usaste leche de vaca genio —Lo agito frente a sus ojos—. Sabes que yo solo tomo leche de almendras.




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