La teoría de 3+1

9. VICTORYA

7 de octubre

VICTORYA

 

—Summer ¿Crees que esté mal en querer volver a verlo?  —Mi gata de ojos azules me observa hecha bolita desde la esquina de mi cama—: Tienes razón, yo tampoco lo creo.

Les comenté a las chicas sobre la cita a ciegas que mi madre y los padres de Donnan nos organizaron; les he dado algunos detalles de él sin decirles el nombre porque conociéndolas lo investigarían de inmediato, como ha pasado anteriormente. Es una especie de manía que tenemos las tres, pero es para cuidarnos la una a la otra. Tampoco, les he dicho que me muero por volver a verlo.

Y no sé qué pensar respecto a eso.

Nunca creí que existía el amor a primera vista. Hasta hace muy poco pensaba que era imposible querer a alguien de verdad con solo ver a esa persona un par de veces. Todo, hasta que conocí a Donnan Preston.

Si Donna me escuchara, me diría que estoy loca y que deje de fantasear con alguien a quien apenas conozco. Por otro lado, Avril me incitaría a que le diera más detalles.

Doy una larga zancada y me dejo caer sobre la alfombra a solo unos centímetros de la esquina donde Summer intenta que nadie perturbe su sueño. Apoyo un codo sobre la esquina del colchón para sostener mi cabeza mientras que acaricio su esponjoso pelaje con la otra. Un ronroneo me saca una sonrisa y acaricio con mi dedo pulgar el punto medio entre sus orejas.

De pronto, me encuentro imaginando a Donnan imitando mi gesto mientras sus dedos chocan con los míos.

Sacudo la cabeza.

—Summer, necesito ayuda —la gata entreabre un ojo—. Tienes suerte de que tu novio se haya quedado en Nueva York. Pero estoy segura de que habrá un hermoso gato californiano por ahí.

Sí, es californiano como Donnan…

Sonrió de lado sin separar los labios. Volteo a ver la pila de productos a los que aún tengo que hacerles una reseña en Instagram; algunos los compro yo, otros, me los envían en las que soy embajadora para que comente sobre ellos en mis redes sociales.

Quince minutos después, me siento sobre la silla del escritorio con una mascarilla hidratante de aloe vera y aguacate con aceite de jojoba que huele delicioso y enciendo mi laptop para comenzar a organizar las próximas publicaciones de la semana al tiempo que voy clasificando los productos.

Avanzo con rapidez organizando todo; sin embargo, una hora y media después, mi concentración es interrumpida por una llamada en mi celular. Observo el nombre en la pantalla y por inercia lo aparto al verlo.

Existen dos únicas opciones para que Emilia Moon me esté llamando a esta hora; la primera es para decirme que quiere verme mañana a primera hora y la segunda; es para que haga algo por ella.

Como casi siempre.

Deslizo mi dedo por la pantalla y me llevo el teléfono a la oreja.

Mamá —contesto moviendo mi mano libre sobre el mouse de la computadora—. ¿Qué necesitas? —pregunto con la voz pacífica.

Si hay algo que Emilia Moon deteste, es que le alcen la voz en cualquier circunstancia.

No tengo que necesitar algo para llamar a mi hija —Su voz autoritaria sale a la defensiva. Suspiro.

Lo siento, me extraña mucho que me llames a esta hora.

Solo quería informarte que tu padre regresa mañana al mediodía y quiere verte en la cena antes de regresar a Nueva York esa misma noche —Escucho el traqueteo de sus zapatos de tacón alto; si hay alguna otra particularidad de esta mujer, es que sea la hora que sea, si no se va a dormir de inmediato debe de estar de punta en blanco cada minuto de cada hora que pase despierta—. Surgió un problema y debo regresar antes a la editorial. No sé hasta cuándo van a dejar de contratar a gente inepta que no sabe hacer bien su trabajo —El pitido de las puertas de un elevador me indican que debe estar llegando a su habitación de hotel.

Hago una mueca solo porque mañana planeaba ir con Avril a Santa Mónica, pero no digo nada solo porque realmente quiero ver a papá. No pude verlo antes de mudarme a aquí y lo más probable es que no vuelva a verlo en varias semanas.

Está bien —respondo casi en un susurro.

No balbucees. Sabes que no me gusta que hables entrecortado, pareces una tonta —Su sinceridad siempre saliendo a relucir.

Dije que está bien —pronuncio fuerte y claro.

Mi chofer pasará a recogerte a las seis en punto. Arréglate bien que tu padre lleva casi dos meses sin verte.

Creo que olvidas que soy la princesa de papá, mamá.

No lo olvido, por eso mismo te lo digo.

Bien, entonces nos vemos maña… —comienzo a decir, dispuesta a colgar la llamada y continuar con mi trabajo, pero me interrumpe.

Ah hay otra cosa —Guardo silencio de manera abrupta esperando a que continúe—. Alice, la madre de Donnan ha estado un poco enferma estos últimos dos días, llámalo y pregúntale cómo está.




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