La teoría de 3+1

21. AVRIL

18 de octubre

 

AVRIL

Deposito dos tazas de chocolate caliente en la pequeña mesa de madera. Donna agarra una, vacilante, y se la lleva a los labios para soplarla un poco antes de beber un pequeño sorbo. Presiono mis labios entre sí solo para contener la risa. Luce tan nerviosa y atolondrada que es cómico. Tal parece que Donna ha sido cautivada por un chico de tal forma que hasta le cuesta hablar de él.

—Tienes suerte de que sea yo y no Vic a la que vayas a contar esto primero —Hago una mueca—: ¡Donna, Suéltalo! Quiero saber qué pasó.

Con ambas manos, acomoda la taza sobre sus piernas. Sus ojos azules se pierden en algún punto del universo químico del café, lo que me hace preguntarme si la situación es más delicada de lo que creo.

Donna cree que es muy frágil, y sí, tiene un poco de razón. Pero tiene mucho más valor que Vic y yo juntas, aunque eso es algo que ella no pueda ver.

Comprendo su alteración de esta mañana, después de todo lo que ha pasado, yo no podría estar de otra manera; de hecho, ni siquiera sabría cómo reaccionar. Como al día siguiente de la fiesta, desperté de nuevo en la habitación de Donnan, sola y con una nota que citaba: Salí a correr, avísame cuando te despiertes.

¿Adivinen quien no lo hizo y salió pitando de ese Penhouse en cuanto recordó todo lo que había pasado? ¡Por Dios! ¡Fue vergonzoso!

Espero nunca más volverme a topar con Gregory, no deseo pensar en ello siquiera.

—Fui a la tienda… —Comienza a decir sin despegar los ojos de la taza—: Compré las cosas y justo cuando iba saliendo lo vi recargado contra su auto. Me acerqué para saludarlo y descubrí que estaba ebrio. No podía dejar que condujera en ese estado así que, lo llevé hasta su departamento y… —Hace una pausa mordiéndose el interior de su mejilla—. Yo me quedé en la sala, pero luego quise despedirme y como no escuchaba ruido subí las escaleras y estaba duchándose. Se quedó dormido al rato, luego la alarma de mi teléfono sonó para recordarme tomar el medicamento… Sabes que tengo que tomarlo a la misma hora. Bajé a la cocina, tomé un vaso de agua porque no había más nadie en la casa y al terminar me di cuenta de que había dejado mi teléfono en su habitación. Regrese y no me acuerdo de más nada —finaliza en voz baja.

—Pues…. —Tomo una gran bocanada de aire—: No es tan malo.

Donna eleva la mirada de golpe enfocándola en mi rostro. Tiene la mandíbula contraída, los ojos caídos al igual que los hombros.

—¿Despertar en la habitación de un chico sin saber en qué momento te quedaste dormida ahí? ¿No te parece un déjà vu? —pregunta elevando una ceja.

Humedezco mis labios con la punta de mi lengua y asiento.

—Pero no sucedió nada malo. Está bien, Donna —Estiro mi cuerpo y dejo mi mano sobre la suya—. Además, estoy segura de que ese chico te gusta.

—Para que voy a negarlo —Medio sonríe de lado—. Es tan extraño, nunca me había sentido así, ni siquiera con Theo.

Theo fue el gran amor de secundaria de Donna. Eran muy amigos a pesar de que él era un año mayor que nosotras y el co-capitán del equipo de fútbol; no obstante, ella nunca se lo dijo porque él tenía novia.

—¿Crees que Ashley y Theo sigan juntos? —Me rio entre dientes. La famosa parejita del instituto continúo su romance después de graduarse, ambos irían a la misma universidad jurándose amor entero. Ella niega.

—Por lo que me dijo Victorya, terminaron a los pocos meses —Se encoje de hombros—. De todas maneras, ya lo superé.

—Oh, claro que lo hiciste —Sonrió—. Solo hay que verte la expresión en el rostro cuando hablas de… —Guardo silencio de golpe al recordar que aún no sé el nombre.

—Se llama Donnan. Donnan Preston.

 

18 de octubre

No puedo quedarme quieta.

Normalmente ese papel le toca a Donna, o incluso a Vic, que hace como mil cosas al día. Mi trabajo es cocinar, hacer los deberes, y pasarme todo el tiempo libre leyendo o viendo alguna serie o película. Pero no hoy, hoy no puedo hacer eso.

Intenté leer, no funcionó. Intenté cocinar y casi incendio un paño de cocina. Ahora, sentada frente al televisor, no puedo hacer otra cosa que no sea tamborilear mis pies descalzos contra la alfombra, con la mirada enfocada en la pantalla, pero la mente perdida dentro de esas palabras que Donna dijo ayer y que por ningún motivo han salido de mi cabeza.

Se llama Donnan. Donnan Preston.

Donnan Preston.

Donnan Preston.

Donnan.

Preston.

¿Cuántas posibilidades hay de que existan dos Donnan Preston en California?

Puede que muchas, puede que ninguna.

No puede ser el mismo ¿Cierto? Eso sería demasiada casualidad. Además, Donnan no me ha dicho que asiste al psicólogo. Porque no tiene que hacerlo Avril Caroline, ustedes no son nada.




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