La teoría de 3+1

26. DONNAN

20 de octubre

 

DONNAN

Introduzco las llaves en la cerradura de la puerta, maniobrando con mis brazos para que no se me caigan las bolsas. Suelto un gruñido cuando una de estas se resbala mientras camino hacia la isla de la cocina, las deposito en una esquina, lanzando la llave por otro lado. Arrugo la frente y me volteo, extrañado.

Hay demasiado silencio en este lugar.

Observo la expresión de fastidio de Seth, quien se encuentra desparramado sobre sofá con el teléfono en la mano. Escucho voces y tiros, asumo que está jugando algo.

—Pero que cara traes —Le lanzo un cojín a la cara, este lo esquiva y pega en el respaldo del mueble. Decido no darle más vueltas al asunto. Me dispongo a caminar hacia las escaleras, pero su voz me detiene.

—Tu amiga es la culpable —murmura refunfuñando. De inmediato, mis sentidos se ponen en modo defensa.

—¿A quién te refieres? —Sin conseguir evitarlo mis ojos viajan hasta la escalera en espiral un segundo antes de mirarlo de regreso.

—Tu amiga, Donna se resiste a mis encantos —Lo dice tan serio que quiero echarme a reír.

—Deja de molestarla por favor, ella no es de esa clase de chicas con las que acostumbras andar —Sacudo la cabeza, negando—. Además, sé que solo la quieres para pasar el rato.

—Puede ser… —admite—. Pero a ella le gustas tú.

Llevo una mano a mi cabello sacudiéndolo un poco.

—Mira, no lo sé, no lo creo. Donna y yo somos buenos amigos ¿Si? Ahora me voy, tengo que… —Mis palabras quedan en el aire cuando Seth me interrumpe.

—No está.

¿Qué?

—Avril, no está se fue hace diez minutos.

 

AVRIL

No pude quedarme.

No pude quedarme, ver la cara de Donnan luego de darme cuenta de lo que siento por él y descubrir que, además, es el chico por el que mi mejor amiga muere.

Froto mis manos sobre mis brazos en un gesto impaciente, al tiempo que doy vueltas por mi habitación con un vaso con té helado de limón medio vacío tambaleándose al borde de mi escritorio, no le presto atención, ahora mismo no me importa más nada que calmar el manojo de ansiedad que Donna parece haberme cedido. Por suerte, no había nadie aquí ya que no estoy como para dar explicaciones de mi ausencia de la noche anterior.

Me lanzo boca arriba sobre mi cama, estirando los brazos por encima de mi cabeza. Cierro los ojos solo para que la imagen de Donna en el departamento de Donnan emerja de mis recuerdos, formando un revoltijo en mi estómago.

La voz de Chris Martin suena como mi tono de llamada, lo que me hace pegar un brinco por la impresión y contestar sin siquiera mirar el número remitente.

—¿Bueno?

—Ábreme, estoy afuera —Su voz me hace sentarme de golpe sobre la cama. Despego el teléfono de mi oreja para ver el nombre de contacto y confirmar mi sospecha para no pensar que me estoy volviendo loca.

—Donnan… —susurro.

—Abre la puerta.

Mis piernas cobran vida propia y comienzan a caminar hasta atravesar todo el departamento y llegar hasta la puerta. Inhalo en profundidad con la presión palpitando detrás de mis orejas. Al abrirla me topo de frente con un Donnan con la mandíbula contraída, los brazos cruzados y el ceño fruncido.

Por Dios, hasta frustrado se ve guapo.

—¿Qué sucede?

—¿Qué sucede? Eso te pregunto yo a ti Avril ¿Qué pasa? ¿Por qué te fuiste así? Te confieso que gustas y todo lo que haces es irte al día siguiente, aun cuando te dije que no quería que lo hicieras. Entonces ¿Qué pasó?

Que mi mejor amiga apareció y todo indica que también le atraes ¿Qué tal suena eso?

Mis labios se convierten en una línea recta mientras busco las palabras adecuadas; sin embargo, mis conocimientos lingüísticos junto con todos mis años de lecturas acumuladas, parecen haberse perdidos dentro de un agujero negro

—Lo siento, pensé que… —Intento decir algo más, pero no puedo.

—¿Pensaste qué? —Da un paso al frente, quedando dentro del departamento. Con mi mano sosteniendo la puerta todavía—. Te conté lo difícil que ha sido para mí tener una relación, te digo que me gustas y tú solo… ¿Te vas? No lo entiendo.

—Donnan… —Sacudo un poco la cabeza y humedezco mis labios con la punta de mi lengua—. Yo no quería irme así, te lo juro, es que… —Resoplo cuando no puedo terminar de hablar.

Esta faceta de Avril no me gusta para nada ¿Dónde está la niña extrovertida?

—Avril —Da otro paso al frente y yo doy uno atrás; no obstante, sus manos se ciernen alrededor de mis hombros impidiendo moverme ni un centímetro más—. Me gustas, ya te lo dije, pero no pareces creerlo —Sus ojos se clavan en los míos y siento mis piernas temblar.

—El otro día… Escuche a tu primo decir que no podías tener una relación por más de una noche. No lo sé, supuse que…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.