La teoría de 3+1

27. DONNA

20 de octubre

 

DONNA

Juro que el tic nervioso de mis manos no existía hace un momento y ni siquiera es producto de la sustancia pegajosa que hay bajo una de las mesas del local, tampoco por el hecho de que, mientras venia caminando, un tipo con aspecto Emo lanzó el humo de un cigarro directo por donde yo estaba pasando.

No, no se formó por nada de eso.

La causa de que mi parpado no pueda estarse quieto tiene nombre y apellido: Donnan Preston.

—¿Gustan ordenar algo? —pregunta una de las camareras hacia ambos; no obstante, no me pasa desapercibida la mirada coqueta que le dedica a Donnan mientras él habla.

Y ¿Cómo no? Si parece una maldita superestrella.

No alcanzo a escuchar lo que Donnan ordenan gracias a mi distracción y cuando la chica se gira hacia mí, pido lo primero que veo en el menú.

—Pasta napolitana.

Cuando escucho mis propias palabras, me abstengo de golpear mi frente contra la mesa. ¿Por qué demonios pedí un plato cuyo aderezo es tan escurridizo? Ella anota el pedido y antes de marcharse, otra de sus miradas va hacia Donnan. Me remuevo en mi asiento.

¿Esto es sentir celos?

Con ningún otro chico habían sido así de intensos.

—¿Sabes que ese era mi plato favorito de niño? Mi nana solía cocinarlo a cada rato, porque me encantaba.

Vale, creo que después de todo, no está tan mal.

—Si te escuchara mi amiga Victorya, te diría que son demasiados carbohidratos para tu figura atlética.

Díganme que no dije eso.

Tomo el vaso lleno de agua y lo llevo hasta mis labios para ocultar mi reacción al darme cuenta de lo que acabo de decir. Donnan se ríe y yo me hago la loca.

—Donna, no te lo había dicho en persona, pero muchas gracias por lo del otro día. Y lamento mucho haberte incomodado, de verdad.

—No lo hiciste, descuida —comento porque es la verdad. En otra circunstancia jamás me habría atrevido a hacer algo así con nadie más, pero no con él.

No con Donnan.

—Creo que la que debe disculparse soy yo, no sé qué pasó, ni cómo.

—Donna, no. No te disculpes, no fue nada.

—Pero… —Guardo mis palabras atronadas al ver la expresión de su rostro—: Vale.

—Sabes que el otro día estaba pensando ¿Piensas ir a Nueva York en acción de gracias? Digo, por lo de tu padrastro y todo eso.

Sus palabras me toman por sorpresa. Recuerdo que el otro día en la consulta le comenté sobre lo desagradable que me sentía al estar alrededor de Richard y, por primera vez, sentí que me liberé un poco. Solo Avril y Victorya lo sabían y decírselo a Donnan, se sintió tan bien…

—Mmm, no lo sé. Claro que quiero ver a mi familia, pero… —Sacudo la cabeza—: Supongo que sí.

Donnan se inclina sobre la mesa.

—Pues, resulta que a mi madre va a estar esa semana allá por el lanzamiento de una nueva línea de ropa y por ningún motivo estaré el día de acción de gracias sin ella… —Sus palabras me conmueven, no es un secreto que la relación de Donnan con su madre es tan intensa y linda que me da un poco de envidia—: El punto es que, si vas, podríamos irnos juntos.

¿Qué?

¿Escuché bien?

¿Quiere que vayamos juntos?

—Yo… —Un balbuceo incoherente se escapa de mis labios sin que atine a controlarlo. Por suerte, la chica llega con nuestros pedidos y la tensión en mí se disipa un poco.

—¿Entonces? —pregunta Donnan, cuando ella se aleja.

Sí.

No.

Sí.

No.

Por favor Donna, deja la estupidez y responde como una persona sensata.

Una persona sensata que ve a Donnan como el chico de sus sueños.

—No tengo problema con eso —Sonrío con timidez.

—Recorreré la ciudad con Donna neoyorquina.

—En realidad, es Donna venezolana-neoyorquina —aclaro mientras saco una toallita desinfectante de mi bolso y la paso por la superficie frente a mí. Eso parece hacerlo reír y recordar algo porque cuando me doy cuenta está parloteando sobre un anime que no he visto, pero que suena interesante. Sonrió y clavo un codo sobre la mesa mientras lo escucho.

 

DONNAN

Sus ojos azules brillan a causa de las lágrimas provocadas por la risa; la gente detrás y alrededor de nosotros nos mira con curiosidad, pero a ella no parece importarle. Sacude la servilleta sobre su rostro en un intento por refrescarse y sus mejillas se tiñen ligeramente de rosa cuando toma un sorbo de la bebida, al tiempo que su risa comienza a calmarse.

¿Desde cuándo Donna me parece tan bonita?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.